Por primera vez en mucho tiempo, los intendentes bonaerenses han iniciado una avanzada que los está llevando a unirse a pesar de sus eternas y profundas discordias políticas.
El clima interno del planeta "intendentes peronistas K del Conurbano" (o sea, el 99,9% de la Región) no es el mejor por estos tiempos. La rivalidad crónica entre los barones del norte-oeste, nucleados en la Primera Sección, y los del sur (Tercera Sección) se fue profundizando en los últimos años. Y las pujas por liderazgos regionales y por lejanas candidaturas aparecen exacerbadas.
La reorganización del PJ bonaerense que se dará este año; la cobertura de un cargo en la Federación Argentina de Municipios; y la búsqueda de instalación electoral para 2015, son motores de una catarata subterránea pero cotidiana de críticas, zancadillas y chicaneos entre buena parte de estos jefes comunales.
Por debajo de esas escaramuzas, entre los intendentes del sur se dibuja una línea, por ahora borrosa pero que alcanza para profundizar una división ya dada por otros argumentos (el generacional, por caso), de un incierto alineamiento "con Scioli o con Mariotto".
Los del norte mantienen distancia de esa presunta dicotomía entre el Gobernador y el Vice, pero todos comparten una preocupación creciente por uno de los costados de la consigna "vamos por todo" de La Cámpora, la que refiere a los próximos turnos electorales en la Provincia.
Factor de unidad
Sin embargo, hay un asunto que sí los está uniendo. La quita —a los 135 municipios bonaerenses— de 900 millones de pesos que les llegaban desde la Nación por el sistema de coparticipación de impuestos, más el "rediseño" que hizo el gobierno provincial de ese mecanismo y que les bajó el índice a unas 70 comunas, funcionaron como detonante en distritos ya históricamente acuciados por dificultades financieras.
Los primeros en plantear el tema a Scioli y medio gabinete fueron los intendentes del sur. Se llevaron de la reunión un diagnóstico que, aunque explicaba con claridad las razones por las que recibirán este año menos plata, no aportaba "respuestas" para los municipios, según se encargaron de decirles al Gobernador y sus ministros al cabo del encuentro, del que partieron hacia una gestión —hasta ahora, igualmente infructuosa— en la Casa Rosada.
Esta semana fueron los intendentes del norte-oeste los que plantearon el tema a Scioli. Pero esta vez no hubo espacio para hablar un poco de otras cosas y acordar, por caso, que a la salida dirían que en la reunión habían "criticado duramente" a Mauricio Macri, como sí lo hicieron algún ministro y un par de intendentes al cabo del encuentro con los del sur (en una movida que generó reprobaciones en la propia Gobernación). Y esta vez los intendentes fueron prevenidos. Como ya conocían el diagnóstico, llevaron las "respuestas", una especie de "plan" para mejorar los ingresos municipales.
Retoques en el reparto de algunos impuestos provinciales en favor de las comunas y la creación de otros que serían directamente recaudados por los distritos, integran el menú que los intendentes no sólo le llevaron al Gobernador. Resolvieron formar una comisión de dos jefes comunales por cada región del Conurbano y las ministras de Economía y Gobierno para definir el plan definitivo, pero invitando también —en vistas de que las medidas deberán estar sostenidas por leyes— a los presidentes de las Cámaras legislativas, Mariotto y González.
La movida revela, entre muchas otras cosas, que los barones no están dispuestos a asumir más costos "individuales" creando o aumentando tasas municipales y aspiran a que el incremento de sus recursos surja de una medida de nivel provincial. Y el tiempo dirá si la unidad mostrada en el arranque se mantiene a lo largo de una batalla que, por lo pronto, refleja la magnitud de las estrecheces financieras de las arcas públicas.
Marisa Álvarez
NA