El mensaje que pronunció el gobernador Daniel Scioli ante la Asamblea Legislativa y el "ambiente" en el que se desarrolló la ceremonia fueron buenos reflejos de las tensiones existentes en el seno del oficialismo y de un dato que para algunos sectores podría resultar una novedad: los intentos por diluir el clima de pujas y "diferencias" que se ha instalado desde el desembarco de una nutrida representación de grupos ultrakirchneristas en la Legislatura.
Esos intentos fueron notorios durante la ceremonia. Scioli aportó lo suyo, con un elogio expreso al vice Gabriel Mariotto —punta de lanza de las fricciones de grupos K con el Gobernador— por su decisión de someter proyectos de ley al debate en foros ciudadanos; y un reconocimiento a los jóvenes que conforman la militancia, mayoritariamente nucleados en la agrupación La Cámpora.
El Vicegobernador, en tanto, se esmeró en los gestos. Siguió con atención la lectura del discurso, inició más de una vez los aplausos ante alguna frase y en más oportunidades aún mostró, asintiendo con la cabeza, su aprobación a conceptos que iba expresando Scioli. Al final, lo felicitó con un abrazo y le pidió quedarse con el texto del mensaje.
Pujas que se diluyen
La búsqueda de esa imagen de armonía y "buen clima" tiene que ver, en principio, con una especie de falta de efecto de las "diferencias" que se explayaron en los últimos tres meses. Es que, a lo largo de este tiempo, algunas controversias planteadas por Mariotto fueron dejando en evidencia que no todos los sectores K comparten la posición que sustentó en esos casos el Vicegobernador, y mostraron que la mayoría del universo oficialista provincial —centralmente, los intendentes— no se interesaba en esas incipientes disputas y tomaba distancia de ellas.
Así, la embestida que se desató contra la secretaria de Derechos Humanos de Scioli, Sara Cobacho, no sólo encontró escasos apoyos sino que generó, incluso, solidaridades públicas de algunos dirigentes del peronismo bonaerense con la funcionaria.
La decisión del Gobernador de pedirle al titular de la CGT, Hugo Moyano, que reviera su renuncia a la conducción nacional del PJ, en cambio, generó críticas más extendidas —aunque no todas se hicieron públicas— en el espectro kirchnerista, incluida la Casa Rosada, y aún con intendentes del peronismo tradicional bonaerense, que mantienen una vieja mala relación con el sindicalista por su "influencia" en el servicio de recolección de residuos. Pero con el correr de las semanas, esa movida de Scioli fue archivada como un capítulo menor superado.
Tampoco los cuestionamientos al "estilo" del Gobernador que Mariotto y otros dirigentes kirchneristas comenzaron a marcar con alguna dureza —un rubro que tuvo su máxima expresión en el partido de fútbol que Scioli jugó con Mauricio Macri— lograron instalarse como temas que generen posicionamientos en el universo oficialista provincial.
Seguridad y policía
Pero hay un tema que sí genera en el kirchnerismo un posicionamiento fuerte y extendido de confrontación con Scioli: la Seguridad. Una pulseada que incluye el objetivo de forzar cambios de hombres y de políticas, y que tiene eje en la Policía, a la que desde aquel sector se considera cruzada por problemas de complicidad con delincuentes y de corrupción y, sustancialmente, caracterizada por una fuerte tendencia a cometer "excesos de represión".
En el ancho y heterogéneo mundo del oficialismo, ya nadie tiene dudas de que detrás de la embestida que Mariotto viene encabezando públicamente en esa materia, está el visto bueno de la Casa Rosada.
En rigor, han sobrado las señales de que los cuestionamientos a la política de Seguridad de Scioli, centradas en la Policía, tienen como motor principal el ministerio nacional del área, conducido por Nilda Garré, una funcionaria que cuenta con un respaldo sin fisuras de la Presidenta en su accionar, y suelen ser expresados tanto por Garré como por asesores de esa cartera, como León Arslanián.
Informes especiales
Scioli dejó en claro ayer en su mensaje ante la Asamblea Legislativa que conoce la dimensión de esa embestida, dedicando buena parte de su mensaje a defender, una vez más, su política de Seguridad y a pedir que sean tratados los proyectos de ley que envió o elevará en el curso del año sobre esa materia.
En la Gobernación saben, también, que más allá de los nuevos gestos de "buena onda" y la posible moderación de las críticas por cuestiones de "diferencias de estilo" o asuntos menores, la embestida por la Seguridad no cesará.
Por lo pronto, Mariotto le ha encomendado a su senador de confianza, el integrante de La Cámpora Santiago Carreras, que le elabore informes sobre los casos de "mal accionar policial" —para lo que cual el senador desarrolla sus propias investigaciones— y haga un seguimiento de esos episodios.
Marisa Álvarez
NA