“El periodista Fabián Polosecki se suicidó ayer por la tarde al arrojarse bajo un tren del Ferrocarril San Martín, en la localidad bonaerense de Santos Lugares.
"Polo", de 32 años, logró ganarse el reconocimiento del público en 1993, con El otro lado, un programa que se emitía por ATC. Al año siguiente ganó dos Martín Fierro con ese ciclo: Revelación y Mejor Programa Periodístico.
Tanto en El otro lado como en El Visitante —el programa que condujo hasta 1995— "Polo" supo crear un personaje original. Se mostraba como un visitante inoportuno movido por la compulsión de conocer a los "otros". Con la finalidad de recorrer la condición humana, Polosecki mostraba la realidad del hombre común en sus reportajes. Para eso entrelazaba la ficción de su personaje con las palabras de sus entrevistados. Un recolector de basura, un travesti, un ladrón, desfilaron a lo largo de los programas que llevaron a Polo y su equipo de producción a lograr el reconocimiento de la gente y sus colegas.
A Polosecki, sin embargo, no parecía importarle la fama que cosechó en la televisión. "No quiero ser un artista en el sentido de tener la necesidad de un público para vivir, no puedo orientar mi vida al hecho de que siempre haya alguien ahí para aplaudirme", declaró después de haber ganado los Martín Fierro. Antes de llegar a la televisión de la mano de Roberto Pettinato, Polosecki estudió sociología y periodismo gráfico. En esa área trabajó en el Diario Popular, en Página 12 y la Revista Fierro, entre otras publicaciones. Junto a Sebastián Borensztein y Eduardo Milewicz, Polo fue considerado como parte de la generación que oxigenó la pantalla chica con sus producciones. Su programa El visitante fue levantado de ATC, cuando el canal realizó una convocatoria de acreedores, entre los que se encontraba el propio Polosecki. Desde entonces no volvió a trabajar.
Polosecki, que estaba separado y tenía una hija de dos años, será velado en una casa fúnebre de Acevedo y Jufré”. (Clarín, miércoles 4 de diciembre de 1996).
El 3 de diciembre se cumplió un nuevo aniversario de su suicidio, y ningún medio se dignó ni siquiera elaborar una mínima evocación. Como cuando sumido en la desesperación, Polo acudió a algunos jetones, que cuando estaba todo bien se la daban de amigos, para que lo ayudaran pero siempre se encontró con puertas que se le cerraban en la cara. El relator de historias inusuales, se vio cercado de espaldas al abismo del sin sentido, y resolvió arrojarse a él.
“En la estación San Martín de la Línea "C" del subterráneo porteño, hay un anciano que pide limosna, en medio de una multitud de apurados residentes en la metrópolis porteña. En la intimidad de esa vorágine es simplemente uno más, entre otros tantos que se apoyan en el último escalón de su dignidad para sobrevivir sin incurrir en decisiones trágicas. Ese hombre se llama Santiago Pinetta, es periodista y quienes conocen su historia a fondo, coinciden en que está allí, en esa situación, pagando el precio de buscar la verdad.
Pero ¿quién es en realidad Santiago Pinetta? Su nombre quizás dice poco, pero él fue quien investigó y denunció el primer caso de corrupción del menemismo que fue posible esclarecer casi en su totalidad, gracias a los arrepentidos que aceptaron y confesaron haber cobrado millonarias coimas en dólares.
Fue éste el caso IBM-Banco Nación, el único en el que gracias a la colaboración suiza lograron recuperarse siete millones de dólares, una buena parte de las coimas que de no haber sido por la investigación de Santiago Pinetta, estarían hoy en el bolsillo de vaya a saber cuántos funcionarios corruptos”, según un despacho publicado por Urgente 24 el miércoles 1° de diciembre.
Las dos caras de lo inverosímil
Mientras el súper poderoso Alberto Fernández digita la tapa de los matutinos, recibe a periodistas adictos y se enoja con lo publicado en Noticias y en este sitio, el suicidio de Polo y la reducción a la indigencia de Pinetta no merecen no conmueven un ápice a tantos caras de piedra. Y el presidente Néstor Kirchner frunce el ceño cuando sus allegados le muestran como, humor ácido mediante, este cronista compara sus contradicciones con las ridiculeces ingeniosas de Krusty el payaso.
Si el poder desbocado es terrible, peor es cuando se va de boca y luego no puede volver de su incontinencia verbal.“Con Kirchner y con el ministro De Vido, vamos a construir algo más que viviendas y obras públicas: vamos a construir el hombre nuevo”, declaró más gordo que nunca Luis D’Elía el lunes 29 de noviembre, según señala José Antonio Díaz en la última edición de Noticias. Es que en ese instante, Kirchner y sus adlátares evaluaban la decapitación de Lavagna y el piquetero virtual ya se veía integrando un movimiento de alcances quiméricos. Pero nada de esto ocurrió, y otra jugada magistral del curioso engendro denominado transversalismo era desmentida por sus mismos detentadores.
Por todo esto, resulta repetido señalar que la realidad y los deseos oficiales se llevan de pelos, Bart Simpson dixit.“Por tercera vez, en pocas semanas, se planteaba una comedia de enredos (y desmentidas): 1) Kirchner había desmentido en público a los periodistas que hablaron de un mega-acuerdo con China de u$s 20.000 millones, especie que el mismo Presidente y sus voceros más cercanos habían comentado en “off” a esos mismos periodistas; 2) Alberto Fernández, después del retiro del BoNY de la operación de canje, había dicho que igualmente se lanzaría sólo en Buenos Aires y, pocas horas después, citó a sus periodistas amigos para decirles que Kirchner debió convencer a Lavagna de levantar el lanzamiento (Lavagna comentó exactamente todo lo contrario) y 3) la reforma a la Carta Orgánica del Central, según la Unidad Presidente, la planteó Lavagna, cosa que el ministro niega y atribuye a una operación para hacerlo quedar mal y debilitarlo. “Es un absurdo, en el Banco Nación hay, por ahora, u$s 1.600 millones disponibles”, contraataca”, puntualiza el citado Díaz.
Es más que evidente que muchos ultrapinguineros, enemigos acérrimos de la independencia de criterio, se solazan con sólo pensar que la mala suerte corrida por los nombrados más arriba, pueda ser extensible a aquellas pocas voces discordantes. Pues se sienten más cómodos en sus despachos, cuando pueden comprar los favores periodísticos de algunos, y con eso seguir levantado el muro de la irrealidad de cartón pintado.
Pero como la verdad sigue estando allá afuera, fuera del alcance de la fashion politics (esto es, la política al servicio del teatro del absurdo), se seguirán levantado manolitos en honor de tipos como Polosecki y Pinetta, mientras que con el correr impiadoso del tiempo, los fatuos de abultadas chequeras pasarán a integran la enciclopedia interminable de la infamia humana.
Fernando Paolella