En rigor de verdad, el escenario mundial no es para nada alentador y todo apunta a esperar que la crisis se profundice aún más.
La economía norteamericana atraviesa una etapa sumamente compleja cuyo desarrollo se ha tornado demasiado lento, con muy pequeños avances y constantes retrocesos.
China, esa enorme burbuja, ya presenta déficit en su balanza comercial y en la eurozona, los indicadores de recesión son irrefutables, en tanto a nivel local, Brasil, se sigue desacelerando.
Desde aquel “estamos blindados ante la crisis” que supo proclamar no hace mucho el inefable economista, actual vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, a lo que agregara que Argentina no sufriría “ninguna consecuencia gracias a las bondades de la política económica kirchnerista”, pasamos abruptamente a la fase de la “sintonía fina”.
El Gobierno Nacional necesita desesperadamente inversiones para incrementar la oferta y a la vez, le es imprescindible que la demanda no decaiga. Pero mucho mas necesita los dólares para cancelar vencimientos de la deuda externa que para este año fueron presupuestados en unos U$S 10 mil millones. Dólares que, Argentina entrega en definitiva y paradójicamente, para ser utilizados en el financiamiento de la banca internacional.
Pasaron ya mas de cuatro años desde que comenzó la crisis bursátil, la estrepitosa caída del sistema financiero y sus consecuentes multimillonarios salvatajes que solo redundaron en mas pobres y desocupados europeos y norteamericanos.
Remontarse solo un poco en la historia, implicas recordar que hacia finales del 2008, las grandes corporaciones multinacionales industriales, comenzaron a recortar gastos suspendiendo horas extra y hasta personal, eliminando turnos de producción y adelantando vacaciones. De este modo, se perdieron varias fuentes de trabajo genuino que, en muchos casos, fue resuelto desde el Gobierno con la proliferación de contratos de locación en el ámbito público, entre otras modalidades.
Para el 2009, una vez mas el viento de cola, la suba en el precio internacional de los commodities, especialmente la soja y el petróleo, permitió el ingreso a la región de capitales de tipo especulativo que reactivaron la economía, aunque de manera artificial, lo que la constituyó ni mas ni menos que en otra burbuja.
Pero continuando con el origen y consecuencias de la crisis, y la cruda realidad de que la Argentina no está blindada, es que desde el Ejecutivo Nacional se tomaron diversas medidas entre las cuales se destaca el protagonismo del Banco Central como casi exclusivo comprador de divisas, a lo que se suman las trabas emanadas desde la Administración Federal de Ingresos Públicos para que solo unos pocos privilegiados puedan buscar cobertura frente la inflación en la tan preciada moneda.
Además, si bien en las últimas horas se prorrogaron los plazos, se habían impuesto a los exportadores solo quince días para que liquiden sus ventas en el mercado cambiario.
El dólar blue entonces, llegó a los casi $ 5,20.- lo que decidió al Gobierno a reducir los controles esperando así que el precio del mismo baje como consecuencia de que los exportadores empezaran a liquidar la cosecha gruesa.
Esto finalmente ocurrió, permitiendo al Central volver a retener divisas, aunque los exportadores vendieron menos billetes verdes.
Lo narrado, impulsó nuevamente al Gobierno a incrementar la velocidad de la depreciación con el objetivo de que una liquidación mayor los incentive, pero redundó en ampliar la brecha entre el dólar oficial y el paralelo.
Finalmente, la reacción inmediata de la AFIP fue cerrar la posibilidad de compra de dólares a minoristas, y es lo que se vivió en las últimas jornadas, cuando, contrario sensu a lo que se había estado anunciando acerca de la intención de ese organismo de flexibilizar los controles, se los endureció por completo.
Todo sea por pagar la deuda externa y evitar así volver a utilizar las reservas, cuyo destino principal es el financiamiento del exorbitante gasto público en el que incurre el Tesoro.
Nidia Osimani
Twitter: @nidiaosimani