Desde hace algunos años, José Alberto Fantini conduce los destinos de La Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne y sus Derivados, luego de que Carlos Alberto Etchehun estuviera a cargo de la misma institución por largo tiempo. Este hombre de Mercedes lucho por mantener el patrimonio de la Federación hasta que llegó una "patota" de Rosario. Durante días, luego de sacar la custodia de Policía Federal de la calle Hipólito Yrigoyen, ingresaron los “muchachos” rosarinos que se encargarían de la seguridad de la casa.
Lejos estamos de mencionar a aquel dirigente histórico Don Cipriano Reyes, el mentor del 17 de octubre de 1945. Si viviera, no podría creer esto, un hombre que luchó por el derecho de los trabajadores. Lo cierto es que, cuando llegaron los rosarinos, además de desaparecer un plazo fijo de 800.000 pesos se esfumó una flota de Ford Fiesta y Escort comprados por la conducción de Etchehun.
Durante días hubo que poner una tanqueta para poder mantener la puerta del garaje cerrada por miedo a que hubiera grupos que tomaran la “santísima” federación.
Rápido de reflejos y, luego de que algunos de sus guardaespaldas tuvieran severos problemas judiciales —hubo hasta un barra brava de la hinchada de Rosario central que se hospedaba en el departamento del “jefe” que fue detenido por personal de PFA, mientras se dirigía a encontrase con su mujer en la Plaza de Once—, Fantini tuvo que recurrir a buscar un aliado político, que le ayudara a sacar tanto la federación como a su obra social del descalabro económico.
El mejor candidato fue Hugo Moyano, junto a su incansable abogado protector Daniel Llermanos con quienes, tras largas tertulias con jugosos asados, convinieron en hacer una alianza. Moyano garantizaba los pagos del APE y Fantini se convertía en su aliado.
El contacto sería un militante radical que juraba tener “acceso directo” a la Casa Rosada: el multifacético Roberto Porcaro, amigo del ex gerente de la Superintendencia de Servicios de Salud, Néstor Vázquez.
¿Por qué siempre Vázquez, es casualidad? Cuentan algunos que en su quinta de la localidad de Canning, Porcaro negociaba con Vázquez y los abogados Pulla y Gómez como podían hacer para callarme. Luis Pulla es el encargado de que a Fantini no le ocurra nada en lo judicial, Rubén Gómez un abogado riocuartense actualmente ocupando un cargo en Sadaic.
Gómez todavia goza de la protección del menemista Humberto Roggero y fue uno de los pocos que podía ayudarlo en su campaña del año 1985 cuando este no tenía un cobre para bancarse por sí solo. Tuvo hasta el privilegio de poner al hombre que cuidaba al ex jefe de bloque justicialista cuando gobernaba Carlos Saúl Menem: Cacho Aime quien hace unos pocos años denunció a su ex jefe por enriquecimiento ilícito.
Lo cierto es que a Gómez le salió mal la jugada, quería que le dieran la plata a él, cosa que ninguno haría ya que sabían que el problema de Gabriel Brito no se solucionaría: el dinero enriquecería al abogado riocuartense.
Ellos sostenían que con la alianza con el kichnerismo y los aportes realizados por intermedio de Iter Medicina S.A. —que aportó 310.000 pesos— y All Medicine S.A. —con un aporte de 160.000 pesos— a la campaña de 2007, estaba “todo arreglado”.
Como sea, lo que no está arreglado es la pequeña investigación que lleva adelante el juez Ariel Lijo, donde está pidiendo los movimientos bancarios de cada uno de los que figuran aportando.
Un consejo al magistrado: debería investigar cuántos expedientes del APE son reales y cuántos no.
Gabriel Brito
Especial para Tribuna de Periodistas