La destitución exprés y polémica de Fernando Lugo obedeció principalmente a una pulseada doméstica por el poder en Paraguay, pero también profundizó tendencias en una región que no tiene el mismo vigor político y económico del pasado reciente. Una de las preguntas sin respuesta que surgió al ver la caída de Lugo es si el desenlace hubiera sido el mismo con Néstor Kirchner en vida —al morir era titular de la Unasur—, con Lula Da Silva en el poder y Hugo Chávez en plenitud física.
Lugo venía sufriendo intentos desestabilizadores desde pocos meses después de haber llegado al poder. Por eso, el choque entre campesinos y policías durante el desalojo de un campo tomado al norte de Asunción sirvió como detonante para una acción de pinzas entre el Partido Liberal y el Colorado. A los pocos días de asumir, en abril de 2008, el entonces vicepresidente Federico Franco tomó distancia de su compañero de fórmula al considerar que no era tenido en cuenta en las decisiones de Gobierno y lo puso rápidamente contra las cuerdas.
Franco llegó a integrar la gobernante Alianza Patriótica para el Cambio, como referente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). En cambio, el ex "obispo de los pobres" no tenía un partido propio dispuesto a ser orgánico y leal a su jefe, ni se ocupó de construir ese poder durante su mandato. En Paraguay, además, mantiene su influencia el Partido Colorado que gobernó desde 1947 hasta la asunción de Lugo el 20 de abril de 2008, con 35 años de dictadura de Alfredo Stroessner incluidos.
Antecedentes
Ya en la Cumbre de la Unasur que se celebró en mayo de 2010 en la localidad de Campana los presidentes del bloque sudamericano habían expresado preocupación por la situación de Paraguay, aunque evitaron un pronunciamiento público. En esa reunión y tras un trabajoso acuerdo con Uruguay que lo resistía por el caso Botnia, Néstor Kirchner fue consagrado como primer secretario general del bloque. Ante aquella inquietud regional, el santacruceño decidió que su primer viaje en el cargo fuera a Asunción donde se entrevistó con Lugo y con las autoridades del Congreso paraguayo.
Más allá de los problemas políticos y de salud —sufrió un cáncer linfático—, Lugo se sostuvo en el poder sobre la base de ese apoyo regional y del inédito crecimiento económico del país que llegó al 14,7% del PIB en 2010. Sin embargo, en ese mismo lapso favorable, los niveles de pobreza se mantuvieron cercanos al 40 por ciento de la población y no se solucionaron problemas estructurales como la concentración del 85% de las tierras del país en pocas manos.
La expansión se revirtió en 2011 y para este año el Banco Mundial, el Banco Central del Paraguay y el FMI pronosticaron una contracción de 1,5%, debido a una prolongada sequía y a dos focos de fiebre aftosa que redujeron drásticamente la producción agrícola ganadera del país. Con el nuevo panorama, Lugo lanzó un plan anticrisis con el aumento de algunos impuestos; y el ajuste contribuyó como sedante social para su destitución en un juicio sumarísimo y sin los tres días que la Constitución le otorgaba para presentar su defensa.
Ciclos
No solo en Paraguay la economía evidencia un proceso de desaceleración, aunque la Cepal mantuvo la estimación de crecimiento regional para 2012 en 3,7%. En la Argentina esa contracción también está teniendo consecuencias políticas y acaba de hacer eclosión con la ofensiva del titular de la CGT, Hugo Moyano, contra el Gobierno. A diferencia de Lugo, Cristina Kirchner tiene una estructura política donde apoyarse y la institucionalidad no corre peligro, pese a que la disputa grande por el poder parece fecundar nuevamente —y por anticipado— dentro del peronismo.
Otro fenómeno que podría impactar en la Argentina en los próximos turnos electorales es el tránsito hacia gobiernos más moderados en una región propensa al contagio político. Es cierto que Lugo no era un radical y le faltó convicción para llevar adelante transformaciones acordes con sus antecedentes y posiciones políticas, pero su sucesor seguramente engrosará el eje conservador en Sudamérica. La supremacía de los gobiernos de izquierda —algunos muy radicales— ya se veía amenazada por la convalecencia de su principal exponente, Hugo Chávez. Sin haber podido superar un cáncer, el presidente venezolano jugará su reelección el 7 de octubre frente al moderado gobernador de Miranda, Hernán Capriles.
Los gobernantes de la Unasur, donde conviven radicales, moderados y conservadores, reaccionaron desconociendo al nuevo presidente Federico Franco, aunque es difícil que el proceso tenga vuelta atrás porque el propio ex mandatario la aceptó. El antecedente de Honduras muestra que con el tiempo el gobierno de Porfirio Lobo, surgido por el voto popular pero tras el golpe contra Manuel Zelaya, logró reinsertarse en los distintos foros internacionales.
Lo que queda en el caso de Paraguay es ver cómo lidian las administraciones sudamericanas con un vecino indeseado. Parte de ese debate se dará en la Cumbre del Mercosur que se desarrollará entre jueves y viernes en Mendoza, donde paradójicamente Paraguay debía recibir la Presidencia Pro Témpore del bloque. Es posible que este desconocimiento se mantenga hasta que Paraguay elija nuevo presidente en abril de 2013 —asumirá en agosto—, pero el hecho de que un gobernante no llegue a concluir su mandato es un mal antecedente y la cuña ya fue hendida.
Gabriel Profiti
NA