Durante los últimos años, a la mayoría de los habitantes de este país le fue mal. Había que hacer malabarismos para llegar a fin de mes. Para no caer debajo de la línea de pobreza, o para que pequeñas empresas no se fundieran. Cientos de miles de personas quedaron fuera del circuito laboral. Y miles y miles de negocios, como almacenes, farmacias o panaderías, cerraron sus puertas porque la gente no tenía plata para comprar. Como contrapartida, un reducido y selecto grupo se enriqueció en forma inexplicable al calor del poder. Una de esas privilegiadas fue Zulema María Eva Menem, la hija del ex presidente de la Nación. Zulemita reconoció en su última declaración jurada ante la Dirección General Impositiva (DGI) un patrimonio de 6.000.000 de dólares. Sí, leyó bien, seis millones de dólares. La fortuna está repartida en un millón de dólares en acciones y sociedades en el exterior, más de cuatro millones en la Argentina y el resto en propiedades compradas a través de una sociedad anónima uruguaya.
A esto hay que sumarle otras propiedades y autos que están a nombre de empresas de las cuales ella es dueña. O propiedades hasta ahora desconocidas en La Rioja y cajas de ahorro no declaradas.
Recorrer sus cinco últimas declaraciones juradas es sumamente revelador: Zulemita fue declarando su fortuna a medida que su padre se iba alejando del poder. O al compás de los descubrimientos que hacía la prensa sobre los bienes que Menem o Zulemita intentaban ocultar.
La lectura de la formación de sus empresas demuestra que todas fueron armadas entre 1992 y 1995, es decir, durante la época de mayor esplendor del menemismo. De esa lectura también surge que Zulemita, para justificar “egresos” o para “achicar” su fabuloso crecimiento patrimonial, habría realizado una “autocompra” de una propiedad que su padre declaró como propia. Para ese caso utilizó los servicios de un contador francés que giró millones de dólares a través de los bancos de Raúl Moneta y que está vinculado al cartel de Juárez.
“La princesa.” Así la llaman a Zulemita en su círculo íntimo. La vida que ostentó durante el reinado de su padre bien le valió ese mote. Acompañaba al ex presidente en sus giras mundiales como “primera dama” en reemplazo de su descastada madre, Zulema Yoma. Se mostró en Punta del Este tomando sol en un lujoso yate que no declaró ante la DGI pero que, según sus ex caseros ucranianos, le pertenecen. O conduciendo autos carísimos y luciendo elegantes vestidos hechos a la medida de la princesa.
Zulemita gastaba y gastaba dinero. Por ejemplo, entre ella y Claudia Maradona compraron íntegra y antes que llegue de París la última colección de bolsos, carteras y valijas de Louis Vuitton. Para tener una idea, la cartera más barata cuesta mil dólares.
En su último verano esteño entraba a los negocios de Gucci y compraba de a tres pantalones que costaban, cada uno, 600 dólares. Compró un piso en el Palacio Alcorta por 250 mil dólares pero invirtió 400 mil en remodelarlo.
Para justificar esa vida de lujos y placeres, y aventar, a la vez, la sospecha de dilapidar el dinero de los contribuyentes, Zulemita fue presentada por su padre como una “empresaria exitosa”.
Ella misma llegó a declarar una ganancia anual de 800 mil dólares por ventas en su concesionaria Núñez Autos. Sin embargo, los datos hasta ahora reunidos en el juzgado de Jorge Urso, el juez federal que investiga a Menem por enriquecimiento ilícito, desmienten semejante ganancia anual, pero confirman que Zulemita es una joven muy, pero muy rica.
Según sus propias declaraciones ante la oficina de impuestos, Zulemita pasó de tener un patrimonio de 425.916 pesos en 1996 a:
1.404.977 en 1997.
2.132.550 en 1998.
3.596.105 en 1999.
6.000.000 en 2000.
-¿A qué se debe semejante salto económico si las ventas de sus empresas bajaban sus dividendos al ritmo país? Los resúmenes de movimientos bancarios del Banco Río a nombre de Núñez Autos que constan en la causa demuestran que los cheques depositados por la empresa de Zulemita son por cifras que no pueden justificar su incremento patrimonial.
Blanca y Radiante
Por detrás de los fríos números se pueden encontrar historias que reflejan la historia argentina de la última década. En el año 2000, por ejemplo, Zulemita reconoció por primera vez la propiedad de la empresa Ondisur. Lo tuvo que hacer por culpa de su padre. Ondisur es la propietaria de la mansión de la calle Echeverría donde vivió Carlos Saúl Menem desde que se fue de la quinta de Olivos hasta que entró en la de Don Torcuato. Era, como se sabe, propiedad de una empresa uruguaya. En una de sus últimas entrevistas por televisión, Luis Majul le preguntó a Menem quién era el propietario de su residencia. Menem respondió que era una empresa uruguaya propiedad de Zulemita. Después de eso, apareció en su declaración jurada.
Ondisur fue constituida en diciembre de 1993 y tres meses después pasó a manos de su único directivo, aun en la actualidad, Julio Maino Errecart. Zulemita asegura que Ondisur tiene propiedades en el país por 728 mil dólares y bienes personales por otros 36 mil, una suma que se asemeja bastante a lo que asegura que le costó la casa de Martínez.
En la declaración de bienes de 1998 Zulemita aparece con un crédito de casi un millón de dólares, es decir, debiendo plata. En los papeles del juzgado la millonaria deuda aparece justificada de la siguiente manera: Zulemita, como representante de Videncia S.A., aparece comprando el 27 de marzo de 1998, por 980.000 dólares, el inmueble ubicado en Figueroa Alcorta 7576. O sea, el local donde funciona y funcionaba la empresa de Zulemita. La vendedora era Kirgal International Corporation, una firma con domicilio legal en Road Town, Tortola, Islas Vírgenes Británicas. El representante de la empresa fantasma fue el francés Julio Duthilleul. Sus antecedentes en el país no son los mejores: aparece ligado al lavado de dinero. El domicilio legal de su estudio, Juncal 1327/55, era el mismo de South Pacific Trade, la empresa utilizada por el Cartel de Juárez para lavar los millones de dólares en el país que circularon a través de Mercado Abierto, la casa de cambio de Aldo Ducler. Según una investigación de la diputada Graciela Ocaña, a nombre del mismo francés figuran varias empresas uruguayas que hicieron circular millones de dólares a través de los bancos de Raúl Moneta.
Kirgal le compró el taller a Carlitos Menem el 30 de septiembre de 1991. En los papeles no aparecen ni el ex presidente ni su fallecido hijo. En ese momento el titular de Kirgal era Marcelo Mazzini, hermano de Liz Fassi Lavalle, la mujer de Omar Fassi Lavalle, el ex secretario de Turismo de Carlos Menem, el mismo que fue preso por evadir impuestos.
Hay más ejemplos de su intento por justificar la fortuna de manera, por lo menos, vidriosa. En 1999, cuando su patrimonio ya superaba los tres millones de pesos, Zulemita no declaraba, por ejemplo “acciones y fondos comunes de inversión”. En su última declaración Zulemita asegura tener en el país acciones de empresas que no detalla por 3.214.163 pesos. También declaró en el 2000 un millón de dólares en títulos y acciones en el exterior, hecho que negó cada vez que se le preguntó.
Hay algunas cosas que Zulemita aún no blanqueó. Por ejemplo, la cuenta en Suiza que ya está acreditada y el yate al que enviaba a sus mucamos ucranianos a limpiar.
Las empresas
En el juzgado de Urso hay sobrada documentación que prueba que Zulemita es dueña de una serie de empresas ya publicadas por revista Veintitres: Núñez Autos, Moto House S.A., Videncia S.A. y Scatter S.A.
Lo que siguen son detalles hasta ahora desconocidos de esas firmas:
-Scatter S.A. Zulemita figura como presidente del directorio. Su madre, “Zulema Yoma de Menem”, fue directora suplente de la sociedad. Fue creada en marzo de 1995. Es decir, durante la presidencia de Menem. La dirección de su “sede social” es Marcelo T. de Alvear 1261, piso 2, oficina 24. Como publicó esta revista, allí funciona el estudio de Jorge Alberto Gamondes, el contador y testaferro de Menem. Esa es también la dirección de Karte S.A., la única sociedad que Carlos Menem reconoce como propia en su declaración jurada pero que está a nombre de Gamondes.
-Moto House S.A. A fines de marzo de 1997, Zulemita, presidente de esa firma, decidió trasladar el domicilio legal de la firma al estudio jurídico del ya famoso contador Gamondes. La empresa fue constituida en julio de 1992, también durante la primera magistratura de Carlos Menem.
Asimismo, en el Registro Nacional de la Propiedad Automotor, Zulemita figura como titular de:
-Un Suzuki Vitara 3 puertas.
-Un Mazda cupé 2 puertas.
-Un Isuzu todo terreno modelo Rodeo.
-Un Twingo.
-Otros tres autos importados, Honda y Yamaha, aparecen a nombre de Moto House S.A., la empresa de Zulemita.
-A nombre de Scatter, figuran tres camionetas Toyota doble cabina. Dos Ford Transit. Un Megane cupé. Un Escort. Un Renault Clio.
-Núñez Autos S.A., otra de las empresas de Zulemita, es titular de un Mercedes-Benz modelo SLK 230, modelo 99. Un Renault Clio Sport, modelo 2001. Un Peugeot 605. Seis camionetas Toyota Turbo Diesel. Un Toyota Corolla.
Zulemita también es presidenta de la Fundación Carlos Saúl Menem Hijo. Esa institución, cuyos balances no figuran en Inspección General de Justicia ni fueron aportados a la causa, figura como titular de un BMW.
-¿El futuro me absolverá?
Como la de Menem, la historia económica de Zulemita es imposible de justificar para cualquiera que la observe con imparcialidad. Luego de la decisión de la Corte de liberar a Menem, y su cambio de rol de presidiario a presidenciable, el clima en la Justicia ha retrocedido casi hasta las viejas épocas de la década del 90. Los Menem y los Yoma están divididos, se odian entre sí, pero en lo fundamental —o al menos en lo fundamental para ellos— siguen funcionando como un clan: no permitirán que nadie los investigue en serio. Las filtraciones sobre lo que ya está documentado producen escalofríos. Zulemita se hizo de seis millones de pesos. -¿La Justicia? Bien, gracias.
Gracias por compartir esta información... Que tremendos delincuentes que tenemos.. Esto es irrecuperable..
realmente van a tener que comenzar a investigar a los jueces, que bienes a su nombre o de familiares tienen, es evidente que tienen que estar comprados, de otra manera no se entiende que no actúen como corresponde.
Al comienzo son dolares y al final dice seis millones de pesos