De pronto, la versión corrió como reguero de pólvora: alguien del oficialismo le habría ofrecido a Zulemita Menem ser candidata a diputada por La Rioja.
Pronto, la propia mujer salió a desmentirlo: “Sólo aclarar que no soy candidata a nada y no lo seré, amo mi provincia, voy a seguir ayudando desde el lugar que lo hice siempre, sin banderas políticas desde el corazón que es algo que algunos políticos de nuestra provincia olvidaron”.
Entonces, en medio de esos rumores, comenzaron a recobrar fuerza viejas historias que involucran a la propia Zulemita. Tramas truculentas, con muertes suspicaces y todo.
Por ejemplo, cuando Martina Kambic, su compañera de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), sufrió un oportuno "accidente" poco después de denunciarla por copiarse en sus exámenes. Pero hay otra trama, aún más turbia, que relato en mi libro “Poli Armentano, un crimen imperfecto” (2003, Editorial Cien*).
Entre tantas llamativas muertes podemos destacar la que quitó la vida de quien fuera proveedor de motocicletas de Zulemita Menem y que el 30 de diciembre de 1993 apareció muerto dentro de su propio auto estacionado frente al Jardín Zoológico.
Aunque sólo era un comerciante, Miguel Aboud tenía en su auto una pistola profesional 9 mm Pietro Beretta, que trató de empuñar antes de caer asesinado. El juez y la familia descartaron la hipótesis de un robo.
Días antes, un hombre había ingresado detrás de Aboud al depósito donde guardaba los containers con motos. En ese momento le puso una pistola en el pecho y, sin decir media palabra, disparó dos veces.
El arma, para suerte de Aboud, se atascó, lo cual fue aprovechado por el sereno del lugar para armarse con una escoba y correr al agresor, quien al huir llegó a improvisar un “te mato!”. El sereno reconoció –luego- el arma como una 11.25, la misma con la que Aboud fue asesinado días después.
Algo que ha llamado la atención del juez de la causa, César Mario Quiroga, es que ni la novia de Aboud, Verónica Zar (que sobrevivió con una herida de calibre 32 en la cabeza), ni el padre del occiso, se presentaron como querellantes.
Sólo pidieron la devolución del ostentoso BMW valuado en U$S 80.000. De manera extraña y por capricho del destino, los nombres de Miguel Aboud y Zulemita Menem aparecieron tiempo después en la agenda de Ramón Solari, un delincuente que lleva preso 15 de sus más de 40 años.
Conocedor de la vida carcelaria, a principios de los 90 se dedicaba a “conectar” presos con abogados y contadores y a “aliviar sumarios policiales de detenidos” a cambio de dinero, según confesó él mismo.
Luego cayó preso en la brigada de Vicente López y se lo acusó por el caso conocido como el triple homicidio de Benavídez. Allí conoció al ex comisario Juan José Ribelli, con quien trabajó luego codo a codo.
Evidentemente, Solari era una persona de quien nadie podría sentirse orgulloso por aparecer en su agenda.