La realidad es imposible de maquillar, los indicadores que viene mostrando la economía hasta ahora, al menos en lo que va del año, no son nada alentadores.
Con medidas totalmente desacertadas como el cierre de la economía argentina y la restricción a la comercialización de dólares —entre otras—, la contracción financiera del país ya es un hecho hace tiempo. La prueba más concluyente es la insistencia de la presidenta Cristina Kirchner en explicar lo inexplicable a través de incesantes conferencias de prensa.
Sin embargo, han comenzado a aparecer números y datos que mueven al optimismo. Según un informe publicado por la consultora Analytica, el superávit comercial durante el primer semestre del año fue de US$ 7.336 M, lo que significó un ingreso de divisas 26% superior al obtenido un año atrás. Un dato no menor: el salto fue posible gracias a las restricciones a las importaciones (-6% i.a.) ya que las exportaciones se estancaron (-1%).
Según el mismo documento, dos efectos fueron predominantes en la magra dinámica de las exportaciones. Por un lado, la sequía provocó una caída de 19% en la producción de soja y maíz en comparación a la cosecha anterior. A su vez la crisis que atraviesa Europa y, en menor medida, Brasil disminuyeron la venta de manufacturas de origen agropecuario (MOA) en un 3% y la de manufacturas de origen industrial (MOI) en un 2% i.a. en el primer semestre.
“Brasil es destino de casi uno de cada cinco dólares exportados. Las exportaciones a este mercado cayeron 8% en el primer semestre. En el desagregado se destacan el retroceso de 7% i.a. en las MOI y de 26% i.a en combustibles”, según Analytica.
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José María González