La sinceridad brutal del intendente de Pergamino, Héctor Gutiérrez, quien reveló en declaraciones públicas supuestos dichos de un dirigente del ultra kirchnerismo bonaerense vaticinando la renuncia de Daniel Scioli en el mes que comienza, habrían provocado una orden emitida en Balcarce 50, de cumplimiento obligatorio para los habituales voceros oficiosos de la Presidenta: alejar cualquier versión que deje a la Casa Rosada como impulsora de una salida anticipada del Gobernador, cuentan fuentes del oficialismo.
Muñidos de encuestas que evidencian un desgaste de Cristina Fernández en la reciente pelea con Scioli por la cuestión financiera, en lo más alto del poder evidentemente estarían prefiriendo cuidar un poco más las formas. Se reitera: no cesarán en la idea de condicionar al Gobernador —quien nunca conseguirá la confianza presidencial— pero tampoco quieren quedar etiquetados como un movimiento que busca su destitución.
Varias voces
El vicegobernador Gabriel Mariotto, quien a pesar de su formación académica vinculada a la Comunicación Social suele ser reacio a hablar con la prensa, rompió ese estilo y aseguró en un reportaje que es falso que su rol en la Provincia sea el de desgastar a Scioli para precipitar su salida. Es lo que, en rigor, piensa la mayoría del arco político provincial por diversas actitudes "diferenciadoras" que ha tenido respecto a la gestión sciolista.
El diputado provincial del Movimiento Evita Fernando Navarro, que fue el apuntado por Gutiérrez en aquella revelación, salió a desmentir al jefe comunal y juró que para él Scioli debe terminar su mandato en tiempo y forma. En un clima de cierta tensión política dentro del oficialismo, se potencian las especulaciones sobre los armados electorales para el próximo año.
Siempre ácido, el diputado nacional Carlos Kunkel opinó que el Gobernador sería un buen jefe de gobierno porteño en el próximo turno. Como augurándole una salida de la Provincia pero no "hacia arriba" —esto es: la candidatura presidencial— sino hacia la Capital Federal. De donde, recordemos, se mudó Scioli en 2007 por pedido del fallecido Néstor Kirchner para asegurar un triunfo en la Provincia.
Ni remotamente se le cruza eso por la cabeza a Scioli, cada vez más decidido a apuntalar su postulación nacional. Al respecto, en ambientes políticos se comenta con insistencia la versión de que Scioli ya tendría decidido presionar a la Casa Rosada con el fantasma de la ruptura política si huele que la Presidenta, una vez más, pretende imponer ella sola los nombres de los candidatos que integrarán las listas legislativas de 2013.
Voceros informales del sciolismo dejan trascender informaciones venenosas que hablan de supuestas conversaciones embrionales entre los gobernadores de las provincias más grandes del país, todos alejados de la Rosada, para consensuar una fecha común para fijar el comicio del año próximo. El rival de todos sería, claro está, el ultra kirchnerismo. Es que para el Gobierno nacional es una elección de medio término muy importante, en la que apostaría a obtener un resultado demoledor para mantener con chances el proyecto de reformar la Constitución nacional.
Hablamos del porteño Mauricio Macri, del santafesino Antonio Bonfatti, del cordobés José De la Sota y, claro, del propio Scioli. Salvo Macri, que maneja un distrito con buen flujo de fondos propios, el resto de los mandatarios vive discutiendo con la Nación sobre partidas de dinero que nunca llegan y deudas que nunca se cobran.
¿Conversaciones?
En el caso de Scioli, también se escucha con insistencia la versión de que existen conversaciones muy avanzadas con el intendente de Tigre, Sergio Massa, para competir en un espacio común. Es cierto que el tigrense, con aspiraciones a la gobernación, tiene decidido competir por un cargo de proyección más nacional el año próximo. Pero no es menos verdadero que también es un candidato apetecible para el propio kirchnerismo, que por ahora tiene como gran apuesta la candidatura a diputada nacional de la ministra Alicia Kirchner.
En rigor, en el Gobierno no quieren demasiado a Massa pero tampoco han roto lanzas definitivamente. De hecho, el joven jefe comunal ha mostrado una destreza admirable para correrse de la pelea económico-política que se desató entre Scioli y la Nación el mes pasado y que obligó al bonaerense a desdoblar el aguinaldo. Se le atribuye a Massa una frase a Scioli para convencerlo de que ellos dos jamás serán aceptados en la mesa chica del poder. "Daniel, ellos no nos quieren. Nunca nos quisieron ni nos van a querer", habría sido el análisis, palabras más o menos.
Es por eso que ya empezó a trascender una idea que los sciolistas más enojados con la Rosada aplauden a rabiar pero que en Tigre preferirían congelar durante un tiempo más: que Massa sea primer candidato a diputado nacional de un esquema peronista, en acuerdo con Scioli pero que no contemple al kirchnerismo puro. O sea: enfrentar a la Presidenta. En esa lista legislativa hipotética suena Karina Rabolini —cuya imagen ya fue medida por los consultores que trabajan para la Gobernación— como número dos.
A priori, sería un verdadero giro de 180º en el estilo conciliador y antirrupturista de Scioli. Y de consecuencias imprecisas. Porque, aunque suene a verdad de perogrullo, una cosa es que esa eventual lista no kirchnerista triunfe en la legislativa y otra muy pero muy distinta sería que pierda. Sencillo: Scioli tendría dos años de gobierno por delante, con las misma penurias financieras y económicas pero, en ese caso sí, definitivamente peleado con la Casa Rosada. Es un escenario, dicen en La Plata, que el Gobernador analiza cada noche con su almohada.