Esta tarde, Cristina Kirchner decidió intervenir la ex Ciccone Calcográfica a través de un inesperado decreto de necesidad y urgencia que, según quien lo analiza, muestra dos lecturas totalmente opuestas: para algunos, la Presidenta intenta salvar a Amado Boudou; para otros, acelera los tiempos de su eyección del seno del gobierno.
Como sea, en el mismo acto la mandataria nombró como interventores de la misma firma al ministro de Economía, Hernán Lorenzino y a la titular de la Casa de la Moneda, Katya Daura. El dato curioso es que ambos son funcionarios que supieron responder al Vicepresidente y que hoy aparecen como los controladores del negocio que este nunca pudo concretar.
Independientemente de ello, sorprende que Cristina haya decidido seleccionar para tan delicada tarea a una persona tan cuestionada como Daura. Debe recordarse que en marzo pasado Alejandro Sánchez Kalbermatten, abogado de Tribuna de Periodistas, formuló una denuncia penal contra la funcionaria —junto a otros funcionarios de Casa de la Moneda— por defraudación a la administración pública y violación de los deberes de funcionario público.
"Daura habría permitido la extracción —desde la entidad que preside— de insumos claves y estratégicos, tinta ópticamente variable (OVI, Optically Variable Ink) y cargamento de papel específico —elementos clave para garantizar la seguridad de la emisión monetaria de billetes de $100— a la ex Ciccone Calcográfica, durante la última semana de diciembre", según la denuncia de marras, la cual lleva el número 2823/12 con intervención del Juzgado Federal Nro. 3, cuyo titular es Daniel Rafecas.
No es la única mancha que Daura ostenta. Según publicó revista Noticias en junio pasado, la funcionaria "metió en el organismo, según fuentes de la entidad, a más de un centenar de empleados fieles, entre ellos cuatro parientes cercanos con sueldos abultados". Dice Federico Mayol en esa misma nota:
Cuando asumió al frente del enorme edificio ubicado en el porteño barrio de Retiro, Daura blanqueó su relación con Boudou. “Somos muy amigos, a veces hasta me ha llamado a las 2 de la mañana para contarme sus problemas de trabajo”, fue su carta de presentación ante los empleados de mayor antigüedad en su remozada oficina del primer piso de la avenida Antártida Argentina al 2000.
Al poco tiempo, la presidenta del organismo encargado de la impresión de billetes empezó a ponerle el sello a su gestión: permitió el ingreso de más de un centenar de empleados que responden directamente a ella y desplazó a otros de carrera. Pero lo que más llamó la atención en las oficinas del edificio fue el ingreso de cuatro parientes de la mujer, que fueron ubicados en distintas áreas. Se trataría de Martín y Juan Soler y de Patricio y Francisco Daura, que tendrían la categoría 16 –una de las más altas dentro del edificio del barrio porteño de Retiro–, con sueldos cercanos a los 12.000 pesos. Martín y Juan Soler, según la AFIP, están inscriptos desde el 1 de mayo del 2011 como monotributistas clase B, cuyas actividades principales son “servicios generales de la administración pública”. Según las fuentes de la Casa de la Moneda, el primero trabaja en el área de Compras y el segundo en Almacenes, mientras que Patricio y Francisco Daura –que comparten el apellido con Katya– revistarían en la oficina de Personal.
Dos de las fuentes consultadas por esta revista confiaron que algunos de esos empleados serían sobrinos de la mujer. Noticias consultó a la Casa de la Moneda por la contratación de los familiares de la presidenta de la entidad. “Desconocemos la información”, explicaron primero, y cortaron la comunicación abruptamente con un “hasta luego”. Después de unos minutos, llamaron a esta revista para explicar que los sobrinos de Daura tienen “entre 6 y 8 años”, y cortaron de nuevo el teléfono.
No hay nada más para agregar; sabrá la Presidenta por qué se eligió a una persona con semejantes antecedentes para comandar una empresa que aparece salpicada de las sospechas más variadas.
José María González