Si hay algo que caracteriza al kirchnerismo es su manera incisiva de interpelar a la sociedad. Siempre dejó claro que no es su intención aplicar políticas de consenso, sino más bien armar escenarios que faciliten su plan de gobierno, apelando a la confrontación cada vez que lo considera necesario.
El tramo final de 2012 no escapa a esta lógica política. La Presidenta dio órdenes de no dejar pasar el 7 de diciembre como una fecha más en la búsqueda de lograr la instrumentación completa de la Ley de Medios. Eso derivó en una avanzada para destrabar el artículo 161 que establece la desinversión empresaria.
La política argentina gira por estos días en torno a esa orden de Cristina Kirchner, a tal punto que el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, se vio en la obligación de advertir que los jueces no están dispuestos a aceptan presiones ni del oficialismo, ni de grupos empresarios como Clarín. Aunque antes del bautizado 7D se ubica, en el calendario político, el 8 de noviembre, ampliamente difundido en las redes sociales como el #8N. Ese día, el Gobierno deberá afrontar una protesta que podría ser masiva, lo que llevó a advertir a Guillermo Moreno que se respira un "clima de desestabilización".
Se trata de una idea remanida, pero que a la vez explica la psicología de un grupo político que hace culto del "todo o nada". "Si no ganamos ésta, nos tumban", deslizó un funcionario y propuso una imagen deportiva: "Es como el último round de una pelea en la que uno los boxeadores va a buscar el nocaut a matar o morir". Por eso en cualquier ciudad argentina en la que estés leyendo esta columna, habrás notado que hay paredes pintadas con la consigna "Con la democracia no se jode", realizadas por la agrupación Unidos y Organizados, el último modelo del trasvasamiento kirchnerista.
Victorias pírricas
Sin embargo, podría acontecer que no suceda una cosa ni la otra. Es decir, que el Gobierno logre que comience a aplicarse el artículo de la desinversión —doblegando a su adversario de turno—aunque a un costo tan elevado que le termine deparando magros resultados, en lo que podría considerarse una "victoria pírrica". Ese escenario no contribuiría, por cierto, a detener la caída de la imagen presidencial, que se viene acentuando en los últimos meses, desde marzo pasado, hasta ubicar ahora la ponderación negativa (49%) por encima de la positiva (48%), de acuerdo al último sondeo realizado por la consultora Isonomía.
La propia Presidenta y sus principales asesores dieron cuenta de esta situación cuando decidieron dosificar la exposición pública de la mandataria, tras una forzada utilización de la cadena nacional que terminó siendo un boomerang político para la Casa Rosada. Tampoco pasó inadvertido el hecho de que algunos funcionarios comenzaran a aceptar preguntas de la prensa. No es el caso del canciller Héctor Timerman, quien en el par de semanas que lleva varada la Fragata Libertad en Ghana se limitó solamente a leer un comunicado en el que dio por sentado el fracaso de las negociaciones diplomáticas y abrió la puerta a un reclamo argentino ante los foros de las Naciones Unidas.
El Estado nacional no puede sentar el precedente de reconocer la demanda de un fondo especulativo que agrupa a tenedores de bonos de la deuda que no entraron a ninguno de los canjes de los últimos años. Por eso el Palacio San Martín descartó de plano la posibilidad de pagar la fianza impuesta por la Corte de Ghana en 20 millones de dólares. La reaparición del problema de la deuda también se materializó con el caso de la provincia de Chaco, cuya decisión de pesificar los bonos es ahora mismo objeto de análisis de las calificadoras de riesgo en Nueva York. Eso obligó al gobernador Jorge Capitanich a despegar a la Presidenta de esa iniciativa económica.
Faltan dólares
El trasfondo sigue siendo la falta de dólares en la economía argentina, reconocida por el viceministro Axel Kicillof cuando concurrió al Congreso para defender el proyecto de Presupuesto 2013. Justamente para el año próximo se espera un repunte de la economía, tras un período de vacas flacas en términos fiscales. "El Gobierno terceriza el ajuste sobre los empresarios y las provincias", denunció en este sentido el diputado opositor Claudio Lozano en el Coloquio de IDEA, que congregó esta semana a los principales empresarios del país en Mar del Plata. Allí, la máxima atracción fue el ex presidente brasileño Lula Da Silva.
Dotado del reconocimiento de un estadista, Lula desgranó su visión política y económica, en la que llamó la atención su consejo sobre la necesidad mantener la senda del crecimiento aunque con una "inflación controlada". También convocó a los empresarios argentinos a reforzar las alianzas con sus colegas brasileños. Otra figura destacada de la política sudamericana, José Mujica, fue homenajeado esta semana en La Plata, donde dejó una frase propia de un viejo sabio: "Los mejores luchadores no son quienes hacen más, sino quienes son capaces de dejar gente que los suplante con ventaja".
Mientras tanto, en el Congreso argentino Hugo Moyano acusaba al diputado Héctor Recalde —que por años fue su fiel ladero— de ser "servil al poder". Y Hebe de Bonafini, acompañada por La Cámpora en la Plaza de Mayo, definía al líder Camionero como el nuevo "candidato de la derecha" para enfrentar al kirchnerismo. Todas expresiones de una sociedad política con recurrente tendencia a la bipolaridad.
Mariano Spezzapria
NA