Viendo el informe del domingo ultimo del programa de Jorge Lanata y, en referencia a este tema, me siento en la necesidad de comentar al respecto. Como ciudadano de nuestro país, entiendo que la hay sectores a los que no se les puede pedir parar el odio y el fanatismo (sea de uno o de otro lado de la discusión).
La República se construye desde el consenso, el disenso y el intercambio de ideas y me refiero a disenso y no tolerancia ya que esta ultima implica cerrarnos en nuestras ideologías y pensamientos sin permitir que lo que el otro piense lo podamos internalizar, sobre esa concepción, es imposible que podamos incorporar aspectos positivos de conceptos e ideas de personas que no piensan en la misma línea nuestra. Los fanatismos son un karma, cerrarnos nos deja en un lugar cómodo pero sin profundidad y sin posibilidad de desarrollar nuestros pensamientos abiertamente.
Del lado del estado, la confrontación y embates contra los que piensan diferente son aun peores ya que debería ser el primero en fomentar la diversidad de ideas y porque por sobre todas las cosas es muy difícil defenderse del un ataque del aparato estatal. ¿Cual es el objetivo del estado en callar o intentar callar todas voces que no son afines al extremo de hacerlo aun con dirigentes del mismo sector político? Es muy claro que la perpetuidad en el poder, ¿que otra cosa podría ser? El ejemplo más claro fue cuando Daniel Scioli expresó su idea de presentarse a las elecciones presidenciales “siempre y cuando CFK no lo hiciese”. El ataque fue feroz
También están los filósofos afines al gobierno, de los que no dudo de su inteligencia por lo menos para hablar, muchos de ellos (me refiero a los filósofos en general) les han dejado un importantísimo aporte a la historia de la humanidad, pero en uno de los casos más resonantes fue en los últimos días en el cual J P Feinmann le faltó el respeto a tanta gente con argumentos que hablan de una ignorancia brutal de lo que pasa realmente en la sociedad. Así, podríamos nombrar a muchos sectores (empresarios, actores, ni hablar del periodismo) que a través de la bajeza de la descalificación tratan a un amplio sector de la sociedad (sobre todo me refiero a los ataques a las clases medias) como el mal de la República… que distorsionado esta todo, ¿no?
Sé que es un esfuerzo grande para mucha gente pero no miremos al que piensa diferente (aunque sea rentado) como nuestro enemigo, ellos están en esa posición por distintos motivos —fanatismo, conveniencia, convicciones genuinas o ignorancia— como también los sectores opositores también los tienen. Ahora bien, si creemos en un sistema republicano no deberíamos perder energía en quejarnos ni desacreditar sino en participar, de la forma que sea pero todos debemos aportar nuestro granito de arena en defender nuestros principios y valores. Por este motivo creo que poder expresar nuestras ideas sin entrar en agresiones es fundamental, la confrontación nos cierra, permitámonos el intercambio de ideas, es el camino más fácil para hacerle entender a alguien que está equivocado pero para esto debemos estar abiertos a escuchar al otro y ser recíprocos. Argentina tiene que madurar en muchos aspectos y este es uno de los más importantes.
Desde ningún sector se habla contra la democracia ni la libertad pero este es el mismo ejemplo que usan los países al entran en guerras, JAMAS un país ha atacado a otro argumentando otra excusa que no fuese la defensa propia, la historia nos muestra que muchas guerras han sido llevadas a cabo sobre todo por intereses económicos o de colonización, este caso es idéntico sería muy poco inteligente ir contra los principios y derechos básicos siendo sinceros y si tomamos por no nombrar otros ejemplos, el caso el del INDEC, nos damos cuenta el grado de sinceridad que este gobierno tiene… el “vamos por todo” me resuena cuando escribo estas líneas.
Vuelvo a repetir una frase que he escrito en una nota anterior, “los responsables somos nosotros, la sociedad, no los políticos y hasta que esto no cambie tampoco cambiaran nuestros representantes”. El cambio está en tomar conciencia en no dejar que nos arrebaten la dignidad, las ganas de seguir apostando al país, de educar a las personas que hoy viven de un plan social de que esa no es la solución a sus problemas.
Hoy no merecemos otro país del que tenemos pero esto se puede cambiar, con mucho esfuerzo y voluntad. Hoy se ve una luz en el horizonte y es la expresión masiva de los que no estamos de acuerdo con muchas de las acciones y actitudes de los que "nos representan", cuando esta termine, la luz debe continuar ahí...un poco más cerca.
Pablo Rodríguez
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