Con el apoyo explícito de Cristina Kirchner por cadena nacional, al conocerse que la organización de La Cámpora se introducía a las escuelas con diferentes motivos, haciendo trabajos comunitarios en dichos establecimientos o llevando libros etc., para luego adoctrinar a los alumnos, llegando inclusive a izar la bandera argentina con un sobre impreso de la cámpora, siguen ocurriendo estas verdaderas violaciones a los derechos del niño.
Tal, el último escándalo provocado por la obra de teatro infantil, desarrollada en una escuela de Santa Fe, cuando alguno de sus alumnos interpretaron personajes que terminan matando a una mujer porque quería comprar dólares. Según el texto publicado, la víctima dice que “quería ser rica”. Esto despierta algunas meditaciones, que van desde la mera falsedad que subyace en el contenido teatral, comprar dólares enriquece, hasta la idea de que se puede matar sin consecuencias, y se les niega la información, que la pretensión de comprar dólares por parte de las personas inteligentes y previsoras —cuando sobra algo de dinero para ahorrar— se debe a que nuestra moneda pierde valor diariamente, y que los intereses que pagan los bancos son 4 veces menor que la inflación, y que el ex presidente, cuyo nombre ostentan plazas, calles y otros lugares en todo el país, compraba hasta dos millones de dólares, sin que nadie pensara en matarlo por eso. Si bien se anunció una investigación para deslindar responsabilidades, no hubo voces que hicieran hincapié en la violación que se comete con el adoctrinamiento político de las mentes de los niños.
¿Por qué el kirchnerismo, al igual que todos los despotismos, llámese comunismo, fascismo, peronismo de perón, etc., pretenden adoctrinar a los niños?
Porque son mentes que absorben conocimiento sin discusión, y viniendo de sus maestros, o de los libros, hacen fe de ellos, lo que siembra para el futuro seguidores fanáticos, con lo cual se aseguran la permanencia en el poder.
Pero quienes cometen ese abuso, están orillando la criminalidad más abyecta. Tanto que si se estudia el tema, debería ser equiparado al abuso sexual que cometen los pederastas, cuando aprovechándose de circunstancias especiales, como parentesco o enseñanza, abusan sexualmente de ellos.
Los derechos del niño, ¿no contemplan el derecho sagrado de preservar su mente, sin contaminarla con ideas perversas (léase políticas de cualquier signo)? Incluso cuando extraños les enseñan a robar y matar sin piedad —algunas veces son sus propios padres— o a odiar a quienes tienen dinero, pero curiosamente los funcionarios del gobierno no son pobres precisamente. Por todo ello, sería muy importante castigar con toda severidad estas violaciones a los derechos de quienes confían en sus mayores (lo que incluye a sus maestros). El niño, en el aspecto político, solo debe recibir instrucciones sobre el funcionamiento de la democracia, la división de poderes y la Constitución Nacional, para que una vez llegado a la edad de votar, puedan volcar sus preferencias por el partido que le garantice cumplir fielmente con la CN, que no es otra cosa que el pacto que hace la sociedad para poder funcionar, con igualdad de derechos, y donde se encuentra anclado, el poder que reside en el pueblo, aunque no puede deliberar ni gobernarse a si mismo, sino por medio de sus representantes.
Será que como los políticos, que son los promotores de las leyes y los acuerdos internacionales, no quieren que se prohíba la violación mental de los niños, para cuando cada uno de aquellos que sueñan con el sillón de Rivadavia, (que son cientos) lleguen eventualmente a lograrlo, entonces fomentar el adoctrinamiento por organizaciones del propio gobierno, para hacerlos cautivos de su personalismo.
Debemos impulsar el reclamo contra la violación de las mentes de los niños, como una violación sexual, para que se entienda la importancia de afectar las mentes de los niños inocentes, violando también el derecho paterno.
Braulio Quevedo
Especial para TDP