No hacen falta datos económicos, ni realizar una comparación con otros países de la región. El fenómeno de la transformación política del gobierno, cuestionada tanto por los resultados como por sus métodos, ha incursionado en el último bastión virgen de la avalancha ideológica, el de los datos estadísticos. Cualquier tipo de proyección, o argumentación sobre la situación actual viene acompañada de una cartelización, anexada a una concepción patriótica o antipatriótica según quien lo analice. Pareciera que existe una lectura de entrelineas perfeccionada y sustentada en un planteo binario. Inclusive hay una paradoja, ellos son hábiles, rápidos y audaces en la articulación de las defensas más insólitas apoyadas por las generosas variables que ofrece el mundo político y económico, pero al mismo tiempo se vuelven obtusos, lineales, y predecibles cuando se trata de calificar los contra-argumentos de sus adversarios.
Llama la atención esta escalada inversamente proporcional al apoyo de la sociedad y el efecto de los últimos acontecimientos sociales. Pareciera que las movilizaciones, los reveces judiciales, las urgencias económicas y las privaciones de libertad, factores reales que suelen desencadenar un debilitamiento político, los han utilizado como impulsos que convergen en el lema de vanguardia el “vamos por todo”. Probablemente, un especialista diría que tal actitud demuestra un signo de profunda vulnerabilidad y que no se hacía presente en los últimos años de gestión. Sin embargo es una vulnerabilidad implícita porque en los actos siguen sólidos y enérgicos.
Esto es posible porque, más allá de algunos alejamientos previstos y alguna que otra tímida expresión de discordancia, no se ha visto una fractura en cuanto al poder político central se refiere y dudo que lo haya en algún momento. La formación homogénea de una masa política especializada en estigmatizar es consciente de los efectos que tendría un eventual distanciamiento de uno de sus miembros, sostenido por casos de notoriedad pública, como lo fueron Cobos, Moyano, Sola, Scioli etc. Por el otro lado, es innegable que existe una identificación partidaria, que subyace de un refugio que otorga la dimensión política del partido.
El partido es una composición de garantías políticas y económicas que le instauran una gran fortaleza tanto en la ofrenda como en la venganza. Es difícil escaparle a un resguardo tan confortable en medio de un ambiente tan salvaje y amenazante. Los enemigos están a la vista y saben que serán implacables con ellos, y temen no poder sostenerlo en la soledad de la intemperie. El viaje del gobierno es solo de ida y no tiene espacio para una retractación porque su debilidad principal es la incapacidad para mostrar debilidad. El asentamiento del no dialogo, la instigación por pensamiento, la formalización de lo espurio en la administración son algunas de las cosas que obligan al confinamiento político, y al no retorno. También esta el lado mas ideológico y funcional, el de una creencia fundada en una afiliación en contra de, o en pos de, a pesar de que dudo que sean muy distintos. Habría que ser extremadamente minucioso para saber si tal sentimiento de pertenencia antecede a las ventajas de realización profesional, personal, política o económica del cual gozan o pretenden gozar o bien se sustenta en esto, y no es algo para denostar porque es una cualidad humana, pero que debe tener en cuenta.
La frontalidad de un gobierno se debe en gran parte a la existencia de enemigos o adversarios considerados como amenaza a su estabilidad. La instalación de un mentalidad combativa ayudan a ignorar los defectos y estimulan la segregación de cualquier debilidad propia. En una escala jerárquica el combate contra estos adversarios se ubican en el tope de la pirámide relegando a puestos secundarios problemas de gravedad social, pero con poca proyección política. Estamos frente a una distorsión de la importancia de los objetivos, y se debe a la excesiva politización de la política. Esta excesiva politización política también es parte del porqué de la solidez del poder oficial y su homogeneidad. Los asuntos políticos basados en la confrontación no admiten plegarias de consenso, la sustancia ya está demasiado concentrada.
La politización política deriva en una politización de la sociedad. Los medios, docentes, periodistas, sindicatos, estudiantes, civiles, jueces, empleados públicos, toman posición y enfatizan sobre temas de administración política y social. En esta disputa también resurgen los temas de gravedad social inclusive con mayor fuerza, pero el debate se enturbia, porque las posiciones se politizan y vuelven al plano político indefectiblemente. Pero luego uno se pregunta si la intención del debate ya no partía de una intencionalidad política. El problema no es la polarización, que no es necesariamente mala, sino el enfrentamiento poblacional. Estados Unidos tiene una sociedad equitativamente polarizada y antagónica en muchos temas, pero no es una sociedad fracturada.
El enfrentamiento no es grave solamente por la propensión al conflicto permanente, sino como dije antes, por la negación de un debate serio sobre los temas que verdaderamente perturban a la sociedad como es la inseguridad, la pobreza, la educación, la salud pública, el hacinamiento, la justicia... El gobierno entonces se refugia en la trinchera, escudado en un núcleo fervoroso con axiomas presuntamente patrióticos y originariamente juveniles.
Estos jóvenes que se hacen oír desde los palcos del congreso o de algún acto infunden un sentimiento de contemporaneidad y vitalidad en esos funcionarios, que con espasmos de nostalgia se alimentan de esas consignas, diezman sus dudas, y se encauzan nuevamente en el camino del no retorno.
Juan Arambarri
juanarambarri@gmail.com
Demasiado optimista me parece tu comentario Juan Arambarry y te consulto, Quién se esconde, no da la cara o enfrenta y responde ante las requisitorias de administrados de uno ??? El que tiene pánico, cola de paja o ineptitud ya sea un director de colegio o un administrador de edificio como ejemplo, por eso sostengo que este gobierno desde la presidente hasta sus funcionarios disimulan muy bién el terror que tiene de enfrentar una simple pregunta periodistica. El día que se dejen de tragar el sapo que detrás de la máscara de soberbia manifiesta (típico de los inútiles) que demuestran realmente , tienen un terror padre para enfrentar las realidades, las cosas cambiarán dramáticamente para bién de todos