Además de estar en guerra contra Clarín, contra la clase media, contra los trabajadores a los que les cobra ganancias, contra los jubilados a los que llama buitres y caranchos, contra el periodismo independiente, contra el mundo que se le viene encima, contra los fondos buitre, y contra tantos otros actores internos y externos, el gobierno ahora también está en guerra contra la Justicia.
Hasta ahora, y conforme se acercaba el difunto 7D, venían atacando a la justicia de manera exponencial. Hicieron eclosión contra la cámara civil y comercial cuando extendió la cautelar de Clarín. Pero se venían cuidando muchísimo de ir sobre la Suprema Corte de Justicia. Su gema
Pero como en Argentina una semana es un año, un nuevo enemigo asoma ahora, en el horizonte del delirio kirchnerista.
Ahora, la Corte
Diversas fuentes de información indican que lo que adelantó como primicia exclusiva Christian Sanz, el director de este medio, puede ser el (otro) principio del (nuevo) fin.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación habría resuelto desestimar el reclamo del gobierno sobre el fallo de la cámara, rechazando el recurso de per saltum esgrimido por el ejecutivo.
Dicho en otras palabras. La Corte, de la que tanto se ha enorgullecido el kirchnerismo, pasaría a ser considerada, también, un enemigo.
Si bien el fallo de la corte no se conocerá oficialmente hasta el próximo lunes 10 o martes 11 de diciembre, todo indica que el gobierno conoce desde últimas horas del viernes 7 que, en la justicia, cosechará una nueva derrota. Y el panorama, entonces, se le podría terminar de nublar.
Para la maniquea visión del kirchnerismo, que no conoce de tibios ni de grises, un fracaso en la Corte derivaría en uno de dos posibles escenarios.
-Imposibilidad de gobernar y renuncia.
-Reenvido denunciando golpe de estado institucional. Y caos
Pero invalide la primera, son los Kirchner.
Nada de 1 al as: Borrame la doble.
El Golpe Institucional
Probablemente querría en estos momentos, Cristina Fernández, atravesar situaciones similares a las del hondureño Zelaya y el paraguayo Lugo.
Ser víctima de una genuina destitución constitucional de parte de la justicia. No lo logrará.
La justicia, en realidad, está tratando de mantener el equilibrio sobre la delgada soga republicana. Se lo dicen de a poquito, hasta con ternura, pareciera. Como se le habla a alguien peligroso.
“Vea señora, no tenemos forma de ponerle sello y firma a este relato. Si Clarín no desinvierte no se termina la democracia, pero si usted no afloja lo que se termina es la República”.
Se rumorea que un anuncio tratando de instalar este nuevo “relato destituyente” podría llegar a tener lugar, incluso, hoy mismo, 9 de diciembre, al cabo de “El festival que perdió el lema”.
El show del amor, donde toca FP, el profeta del asco. Síntesis K.
Sería demencial de su parte. Pero podría hacerlo, ya sabe usted por qué.
La sola idea de imaginar al kirchnerismo, movilizado junto a muchas otras personas independientes con motivo de un festival de música, y recibiendo esa noticia de parte de la presidente, aterra.
Porque cambiaría el festejo en desazón, y la (triste) alegría en odio.
Consecuencias impredecibles. Tanto como el Kirchnerismo, esa nueva malformación peruca. Tan nuestra.
¿Cómo esperar que prime la razón en un irracional?
Esta noche puede cerrarse en paz y amor, o con Buenos Aires incendiada.
Raciocinio o demencia. Las 12, un momento de meditación.
Fabián Ferrante
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