Días pasados veía por televisión a un opositor al gobierno, de un partido de izquierda, afirmar que ellos estaban de acuerdo con la ley de medios pero que el gobierno la estaba usando con la idea de silenciar otras voces. También ese mismo opositor y de otros partidos suelen utilizar el mismo argumento para diferentes temas. Estamos de acuerdo con la ley de medio pero…, estamos de acuerdo con la Asignación Universal por Hijos pero…, estamos de acuerdo con confiscación de los ahorros que la gente tenía en las AFJP pero… y el listado puede seguir.
Es más, la mayoría de los opositores hablan de los problemas de inflación, pero no dicen cómo la solucionarían, de la misma forma que tampoco explican qué harán con el tema impositivo que se ha transformado en una carga agobiante para los contribuyentes, ni con el gasto público e infinidad de otros temas.
¿Cuál es el mensaje que envía buena parte de la oposición? El mensaje es, en lo económico vamos a hacer algo parecido al kirchnersmo pero con la diferencia que nosotros somos buenos y ellos son malos porque buscan el beneficio político personal, algo que es cierto. Lo mismo con la ley de medios, no cuestionan el fondo de la ley, sino el abuso que hace de ella el gobierno. En definitiva, en mi opinión, buena parte de la oposición cae casi en el mismo tipo de argumentación que el oficialismo, al fundar sus propuestas en la honestidad de las personas en vez de proponer reglas de juego totalmente diferentes a las que imperan hoy en día.
Se podrá argumentar que una estrategia de comunicación como la que propongo no es buena para una campaña política. Es posible, pero debe admitirse que la estrategia de comunicación que usaron en las últimas elecciones tampoco fue tan exitosa a juzgar por los resultados que obtuvieron. Y no fue exitosa porque no lograron diferenciarse claramente del oficialismo. Limitarse a decir: si me votan yo voy a ser más honesto que el oficialismo, algo que es probable que así sea, sobre todo en el respeto a los fallos de la justicia, no apretar a los jueces o dejar de atacar a los medios de comunicación pero, a mi entender, no alcanza con decir yo soy más republicano que el gobierno. Me parece que la oposición no logra invitar a soñar al electorado con un país diferente, en el que además de ofrecer más republicanismo y frenar esta locura autoritaria, le proponga a la gente un futuro de prosperidad.
No soy experto en campañas electores, aunque los expertos que asesoran a la oposición tampoco parecen serlo por lo que estamos viendo, y no sea recomendable decir en detalle todo lo que uno va a hacer si llega al poder, pero sí marcar un rumbo de esperanza de que el país puede ser mucho mejor para todos si se aplicaran ciertas políticas básicas como disciplina monetaria, fiscal y respeto por los derechos de propiedad.
Las encuestas serias marcan que la caída de imagen de Cristina Fernández de Kirchner no es capitalizada por los candidatos opositores. No es que la gente dice: este gobierno no me gusta, prefiero este otro candidato porque su propuesta es atractiva. Solo dice, este gobierno no me gusta, pero no veo en la oposición a alguien que me haga soñar. Que me entusiasme. Que me encandile con sus ideas.
Cuando todavía faltaba bastante tiempo para las elecciones del 2011, los candidatos opositores decían que ya iba a haber tiempo para juntarse y armar un frente común. La realidad es que cada uno terminó yendo por su lado, aun teniendo ideas similares, y les fue horrible. Hoy parecen estar en la misma situación. Me canso de leer la información política que sale en los medios, y lo único que uno encuentra es que unos hablan con otros, que uno espera a ver qué hace el otro, como si el tiempo sobrara, y mientras tanto el oficialismo sigue avanzando en la destrucción de la democracia republicana porque no hay una oposición fuerte que canalice el descontento en amplios sectores de la población por la situación económica, el atropello institucional y la soberbia del discurso descalificador desde el atril y de lenguaraces voceros presidenciales.
Es probable que el oficialismo encuentre un límite en las elecciones legislativas del año que viene y aborte definitivamente el proyecto re re, pero posiblemente no sea tanto por mérito de la oposición sino por mala praxis del oficialismo. Pero eso, a mi entender no alcanzaría.
Aclaro, no estoy pidiendo que escriban un tratado de economía para difundir, solo diferenciarse del oficialismo con algunos temas básicos como volver a la estabilidad de precios, la creación de puestos de trabajo, terminar con la inseguridad y un ambiente sin histeria, agresiones, descalificaciones y violencia verbal.
Me parece que el país está atravesando una situación institucional y económica muy delicada como para que la oposición no busque de inmediato un discurso claramente diferenciador y superador del oficialismo que canalice el descontento creciente de la población, y siga dedicándose a especular sobre cuál es el momento más oportuno para salir al ruedo. No vaya a ser cosa que, al igual que en el 2011, crean que tienen todo el tiempo del mundo para organizarse y terminen todos desperdigados. El país y la gente demandan una actitud más decidida y categórica de la oposición, porque lo que está en juego son las más elementales libertades individuales de un gobierno que, aún debilitado, utiliza todo el poder del Estado para seguir destruyendo la república.
Es hora que la oposición, deje de especular con los tiempos políticos, arme un mínimo de acuerdo de respeto institucional y propuesta de salir de esta decadencia económica y le diga al oficialismo: game over.