El jueves 27, la Corte Suprema de Justicia deberá decidir sobre el per saltum que, el Gobierno, ha presentado por la Ley Clarín.
Tal como trasciende desde fuentes tribunalicias, la Corte estaría empatada en tres, y el presidente, Ricardo Lorenzetti, debería dirimir la cuestión con su voto.
Como todos sabemos, la Ley Clarín es la estocada maestra, del montocristinismo, para cargarse de una vez la libertad, en Argentina.
Y detrás de la libertad planean cargarse, obscenamente, a la Justicia.
Para la República, es jaque mate en dos.
Lorenzetti tiene, con su voto, un compromiso sustancialmente superior al que le cupo a Julio Cobos en aquella madrugada de la 125.
Cobos debió salvar al campo, del saqueo kirchnerista.
Lorenzetti en cambio, deberá salvar a la República, del principio de su extinción tal como la concebimos. No es poca cosa. Tampoco es para tibios.
Los Ricardos
Hace ya casi 30 años, el pueblo argentino comenzó a observar, con ojos expectantes, a un Ricardo, que llegaba con la misión de reinstalar las instituciones de la democracia, de la república, y evitar la impunidad de los comandantes de las juntas militares, a quienes el candidato peronista Ítalo Luder, no quería procesar.
Raúl Ricardo Alfonsín debió salvar a la Justicia, instando a, y decidiendo que, justicia precisamente se impartiera, sobre quienes habían cometido el delito más atroz de la Argentina moderna. Sobre los responsables máximos de la guerra interna que vivimos en los setenta, y sus avances imperdonables sobre los derechos humanos. Y se procesó y encarceló tanto a los integrantes de las juntas militares, cuanto a los líderes de los movimientos guerrilleros. Los que hoy gobiernan, va de suyo.
Parece ser ahora otro Ricardo, Lorenzetti, quien deberá erguirse ante el totalitarismo para ponerle un freno republicano. No por Clarín ni por Magnetto, sino por el enorme iceberg que ellos, inmerecidamente, tienen debajo.
El iceberg de la libertad de expresión que es, al fin y al cabo, la Libertad misma.
Dudas y videos
No es un dato menor, y circula ya desde hace días, que allegados al gobierno estarían presionando a Lorenzetti, con la ladina exposición de un video que, supuestamente, lo pondría en aprietos. Extorsionando, dirían en mi barrio, donde los muchachos suelen hablar sin demasiados pelos en la lengua.
Se sabe que el presidente de la corte guarda un sueño de banda y de bastón, para 2015. La exposición pública de algún desliz no solo le abortaría el sueño presidencial, sino la carrera judicial misma. Y, por sobre todo, el prestigio, que un presidente de corte suprema debe cuidar como si de la vida misma se tratara.
Salga pato o gallareta
Lorenzetti está en un sitio nada envidiable por estos días. O sí, según se mire y según el temple de cada quien.
Si Cobos fue prócer con un simple voto no positivo, cuando los tiempos incluso, estaban más calmados que hoy, la decisión del Juez Ricardo, esta vez sí, lo pone a ser Carnera o San Martín.
Se juega el hombre entre la gloria y el posible escarnio. Frente al ex 46%.
Si este Ricardo fallara a tono con el deseo del ejecutivo, todos los argentinos comenzaríamos a estar en libertad condicional.
Sin demasiadas chances de expresarnos, incluso de quejarnos en defensa propia, y, en muchos casos, con la cuasi obligación de, como en los ´40, afiliarnos al partido para poder seguir. Entregarnos entregados.
Sin religión y sin Fe.
Pero si este Ricardo se inclinara por ser San Martín, a pesar de cualquier video o cosa rara que le pelen luego, más de ocho habrán encontrado a ese candidato que tanto buscan. Pero varios millones habremos encontrado, como en el ´84, la grata nueva de que la Justicia aún se yergue por sobre los apropiadores. Vengan de trajecito o de uniforme.
Tan solo usted sabrá, don Ricardo, hasta dónde lo lastiman sus miserias, las que tenemos todos, y desde dónde lo empieza a iluminar la gloria. Que se presenta acaso por vez única, y es de tomarse o de dejar.
Desde acá posiblemente lo lleguemos a entender, si es que decide ser Carnera, al cabo somos hombres y nadie califica para santo. Pero no se imagina cuánto, pero cuánto, estamos necesitando en estos pagos, un San Martín.
Fabián Ferrante
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