La decisión la tomó Cristina Kirchner en la soledad de El Calafate, no sin una cuota de enojo personal luego de los incidentes que se vivieron en los últimos días. Desde su “lugar del mundo”, la mandataria instruyó a sus principales funcionarios para que se movieran en tres frentes al mismo tiempo:
1-El frente mediático: es el más importante de todos. Es el que obsesiona a la Presidenta y que tiene a mal traer a Juan Manuel Abal Medina y Martín Sabbatella. Es que ambos funcionarios son los más presionados por la mandataria a través de sus intermitentes celulares.
A ese respecto, Cristina los instruyó para que los medios oficialistas borren —de una vez y por todas— la palabra “saqueos” de sus coberturas y la reemplacen por “robos”. El recuerdo de 2001 es demasiado fuerte y la Presidenta teme que se haga carne la teoría de la “profecía autocumplida”.
Ya mismo puede verse cómo canales, radios y diarios alineados al kirchnerismo — el 80% de los medios argentinos— hablan de “robos organizados”. ¿Es casual que diarios como Página/12 y Tiempo Argentino muestren notas periodísticas casi calcadas aunque firmadas por diferentes autores? Para nada, así han sido instruidos esos medios. En Página/12, como siempre, el trabajo sucio le fue asignado al siempre inefable Raúl Kollmann.
2-El frente judicial: mientras estas líneas se escriben, cientos de horas de filmaciones de saqueos e incidentes ocurridos en todo el país son analizadas por un cuerpo de personas a cuyo comando se encuentra otro inefable: el ex agente de la SIDE Sergio Berni. De la mano de punteros de diversos puntos del país, se busca identificar a los revoltosos para aplicarles todo el rigor de la ley.
Se vienen en los próximos días denuncias varias por delitos que contempla el Código Penal, con un agregado inquietante: la utilización de la polémica Ley Antiterrorista.
La movida mediática se sincronizará codo a codo con la judicial: se conocerá a través de medios oficialistas el “minuto a minuto” de las decisiones de la Justicia respecto a los saqueadores y se intentará imponer la teoría de que estos fueron comandados y organizados grupos y referentes opositores. Habrá que prestar atención a las movidas de La Cámpora.
De esta manera, se desactivaría la intención a futuro que pudieran tener otros de generar incidentes como los de los últimos días. ¿Quién estaría dispuesto a que lo denuncien penalmente y eventualmente lo “escrachen” públicamente?
3-El frente político: se viene una semana de interminables declaraciones políticas —calcadas también entre sí— por parte de funcionarios del oficialismo y legisladores ad hoc. Todos repudiarán lo sucedido e insistirán en que todo fue armado adrede. Se pergeña incluso una posible “declaración de repudio” por parte de legisladores del FPV.
Nada nuevo bajo el sol
Como puede verse, lejos de aceptar los errores propios y asumir el malestar social, el Gobierno insiste en ver conspiraciones donde no las hay, como sucedió durante las masivas movilizaciones del 13S y el 8N.
Es cierto que existió un impulso extra detrás de algunos de los incidentes ocurridos en estos días en la provincia de Buenos Aires, pero ello no da explicación a lo acaecido en otros puntos del país, donde la mayoría de los saqueos fueron espontáneos y responden a la necesidad de subsistir por parte de ciertos ciudadanos que viven en una suerte de inframundo.
¿Acaso Cristina cree que los que se movilizaron en Rosario, Bariloche y Tucumán se disfrazaron de pobres para llevar adelante esa movida? ¿Se puede ser tan imbécil para no ver la realidad que quedó al desnudo luego de los incidentes de marras?
Mal que le pese al Gobierno, la pobreza existe y su crecimiento es imparable. Quien lo dude, solo debe viajar a Rosario y observar la periferia, abundante en barrios de emergencia que se multiplican. Es solo uno de los tantos botones de muestra que el kirchnerismo se niega a ver.
Es que, mientras la sociedad se ve degradada en sus derechos más esenciales como el de tener una vida digna, Cristina y su séquito gastan todas sus fuerzas en llevar adelante una pelea que no le interesa a nadie: la que intenta eliminar al grupo Clarín de la faz de la Tierra.
La postal de los días que pasaron es una muestra de lo que quiere la Presidenta: medios que no digan una sola palabra sobre saqueos o incómodos incidentes sociales. El oficialismo escuda esa movida en la ineficaz Ley de Medios, lo cual ha quedado al descubierto luego de los continuos “sincericidios” del errático Sabbatella. Con una mano en el corazón: ¿Quién hubiera transmitido los saqueos de no haber existido TN?
Un dato final a este respecto: en estas horas, el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, está siendo presionado por el Gobierno a través de un video que lo perjudica para que vote el próximo jueves a favor de los intereses del kirchnrismo y contra el grupo Clarín.
La cuestión la ha desnudado el propio magistrado ante sus íntimos, no sin elocuente preocupación. ¿Es esta acaso la democratización que pedía Cristina por cadena nacional hace unos días?
Mientras existan presiones como la descripta —de lo cual no son ajenos otros jueces, especialmente del fuero Federal—, nadie del oficialismo está habilitado para hablar de democracia y, mucho menos, de republicanismo.