En la actualidad se está transitando momentos bastante difíciles, y el hecho que la realidad vaya por un camino y el discurso oficial por otro es lo más preocupante.
La mentira está institucionalizada y naturalizada, y todos vemos cómo se trata a la gente como autómatas, sin que ya esto a nadie lo perturbe.
En general, los políticos tienden a la mentira para acomodar sus decisiones (o falta de ellas) a una mejor aceptación por parte de la sociedad, pero en el presente esto se ha ido de las manos. Desde el 2007 mienten burdamente sobre la inflación, y hasta la misma Presidenta en Harvard la desmintió, además de negar el cepo cambiario y el problema que tiene con la prensa independiente.
El Gobierno tiene la “habilidad” de poner sus defectos en los demás. Cuando hablaban de realidad virtual y acusaban a la oposición y a la prensa era exactamente eso. Los mismo pasa con la inflación. Echan culpas a los empresarios, cuando son ellos mismos quienes la generan a través la emisión monetaria.
Las mentiras son muchas y burdas, pero si mienten tan descaradamente con temas evidentes, ¿por qué no pensar que lo pueden hacer con temas más delicados, como las elecciones?
Hay que tener en cuenta que este será un año decisivo para el futuro del kircherismo (y para todos los ciudadanos) ya que en octubre hay elecciones legislativas donde se definirá si mantienen las mayorías en las Cámaras. No hay dudas de que se va a hacer lo imposible por mantenerlas con miras a tener el camino allanado para la reforma constitucional, y así imponer la “reelección in eternum”.
La perpetuidad en el poder es la mayor prioridad del Gobierno y es obvio que no lo reconozcan, pero tomando el ejemplo de Venezuela y comparando, Nicolás Maduro, vicepresidente del país, declaró en estos días: “Nuestro pueblo tiene hoy la educación y la cultura política para hacer continuar esta revolución por lo menos en lo que resta de este siglo”. Estas declaraciones no son inocentes. Quieren realmente perpetuarse en el poder más allá de Chávez, él solo es un instrumento funcional al sistema.
La Argentina viene siguiendo el modelo y el relato venezolano al pie de la letra y en estos temas que son claves para el Gobierno, lo intentará hacer sin dudas.
En relación a las elecciones legislativas que tendrán lugar en el segundo semestre del 2013, es fundamental que haya la mayor cantidad posible de fiscales para que se hagan en forma transparente.
Curiosamente, la misma empresa privada que utilizó el gobierno argentino y el venezolano en las últimas elecciones es la que se ocupará nuevamente de la organización. Esto no es casualidad y cuando la ética está perdida, las tentaciones son muchas.
Perón decía que la única verdad es la realidad y la actual no es precisamente muy transparente. Habrá que ver lo que pasa en el país para poder vislumbrar si realmente es la verdad lo que nos quieren vender.
A esta altura, cuesta creer tanto lo que dicen los gobernantes como la oposición. La realidad es que existe una corrupción generalizada. El INDEC informa estadísticas absurdas, hay educación con tendencia al adoctrinamiento y tanto los mandos del gobierno como la militancia aplauden cualquier cosa que diga la Presidenta sin siquiera analizar lo que está apuntando.
Si como sociedad se permite el avance de este gobierno totalitario, tanto los habitantes como las futuras generaciones pagarán el alto costo de haber permitido que hagan lo que quieran. Ese costo será ser una sociedad sometida, sin libertades individuales y auto censurada por miedo a reprimendas.
Es fundamental que no acostumbrarse al relato, ya sea que lo creamos o no, aunque lamentablemente hoy parece incorporado como parte de nuestras vidas.
Pablo Rodríguez
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