El lunes 12 de septiembre de 2011, Tribuna de Periodistas publicó una nota titulada Timerman, su viaje a China y un curioso fallido, en la que se hacía referencia a un comentario del canciller cuando, sin que nadie se lo preguntara, explicó: “No vemos como una amenaza las inversiones chinas. Argentina es receptor de inversiones productivas sin límite alguno".
Ante semejante declaración, en aquella ocasión nos preguntábamos “¿Y por qué aclara eso el canciller? ¿Cómo debería interpretarse en este caso la vinculación de la palabra “amenaza” con la palabra “inversiones”? ¿Hay algo que se nos esté ocultando a los ciudadanos en cuanto al “tipo de precio” que pueden ponérsele a esos créditos?
Hoy, con el escenario geopolítico que se va descubriendo a nivel internacional, algunas de las preguntas que podrían anteceder a la noticia sobre el avance chino en Argentina son: ¿Cuántos trascendidos sobre los planes chinos de perpetrar un ataque sorpresa sobre los EE UU circulan desde hace meses? ¿Cuánto se publica de la millonaria inversión hecha por el gigante asiático en armamento de altísima tecnología y perfeccionamiento de su tecnología satelital? ¿Cuánto se conoce de su superproducción de misiles antibuques con capacidad de ataque a portaaviones, optimización de radares, expansión de su flota de submarinos de propulsión nuclear y buques de guerra?.
Por supuesto que no se trata de victimizar justamente a los EE UU, sino todo lo contrario. De hecho, nunca han dejado de invadirlo todo, sea por derecha o por izquierda (y esta parece ser la esencia misma de la cuestión).
Hacia Argentina, y bajo la aparente cordialidad de simples acuerdos comerciales, China viene por mas, mucho mas, quizás “viene por todo”: alimentos, tecnología satelital, bancos, minería, ferrocarriles, transporte de carga, sector hidroeléctrico, explotación de hidrocarburos. Los capitales chinos parecen dispuestos a inundarlo todo.
"Argentina es el tercer país en cuanto a inversiones chinas” asegura el ministro de Producción santacruceño, Héctor Gilmartin.
Yin Hengmin, embajador de China en Argentina, tiene la directiva precisa de su gobierno, de recorrer la Patagonia buscando oportunidades de inversión, consecuente desembargo de más capitales chinos que manejarán el destino de nuestro país a su antojo, imponiendo sus reglas de juego, despojándonos cada vez mas.
Así por ejemplo, con Río Negro existe un acuerdo para la producción de soja en 200 mil hectáreas regadas de manera artificial, y en Sierra Grande, producir un millón y medio de toneladas anuales de acero.
Por estas horas, dos empresas chinas Gezhouba y Sinohydro, se muestran muy interesadas en participar de la licitación para la construcción de dos represas en Santa Cruz.
Asimismo, otros capitales chinos están proyectando desarrollar en nuestra Patagonia, tres parques eólicos en Caleta Olivia, Koluel Kayke y Pico Truncado. El primero, con una planta para la fabricación de turbinas y componentes para los aerogeneradores en Puerto Deseado en una plataforma off shore.
Para rehabilitar el servicio del Belgrano Cargas, se estaría cerrando un acuerdo con el Gobierno Argentino por unos 10 mil millones de dólares.
Y por supuesto el petróleo, empresa demasiado estratégica en términos globales como para que se le escape a China. Por eso avanza sin pausa a través de sus compañías como CNOOC asociada a Pan American Energy, en actividades inherentes al refinamiento y comercialización de combustibles en las más de 400 estaciones de servicio que ESSO tiene en territorio argentino y refinerías como la de Campana.
Del igual modo compra activos, como los adquiridos a la compañía norteamericana Occidental Petroleum por casi 2.500 millones de dólares, con los que ya opera en Vaca Muerta, Neuquén, adelantándose a las definiciones de YPF
También opera en La Pampa, Jujuy y San Luis, interesados tal como se describió más arriba, en invertir tanto en el sector energético, como en el bancario, de biodiesel, turístico, tabacalero, agrícola, ganadero, maderero, áreas hidrocarburíferas.
En Mendoza, tiene la mira puesta sobre el corredor bioceánico, área estratégica por su acceso al Pacífico y al Mercosur.
Concluyendo, China ya ha penetrado todo nuestro territorio, meticulosamente en aquellas actividades económicas altamente estratégicas por varios factores, y en ese contexto, no resulta soslayable la idea de que la nación que ostente semejante control, no tardará en erigirse en la nueva potencia del mundo, a expensas de otras, cuyos recursos naturales son explotados para su beneficio y el de los funcionarios locales de turno.
Pero el problema no es China, sino los titiriteros de siempre, aquellos que nunca se ven, los que van mutando en función de lo que convenga.
Nidia Osimani
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