Aunque todavía no se perciba, el gobierno de Cristina Fernández, sigue avanzando sobre los negocios privados, en especial en áreas de las comunicaciones, obsesión permanente del modelo kirchnero-cristinista.
La acción concreta se puede desprender siempre del principal apotegma K: “Hegemoniza la comunicación, e impondrás lo que es verdad”.
Es un nuevo jalón de esta guerra sórdida, comenzada y emprendida en distintos niveles y estratos hace casi 10 años, emprendida siempre por el heterogéneo grupo (staff permanente) y homogeneizado por lo que ayer fuera el matrimonio patagónico, que hoy tiene como única cabeza a la titular del Ejecutivo. Es una guerra contra toda oposición, no solo en el plano de la política tradicional, sino en de la cultura, con lo cual se abarca tanto a la economía y a los otros estamentos de la sociedad.
Hoy, en un nuevo capítulo, empieza a tomar forma el plan para adueñarse de un espacio primordial: el de las comunicaciones de telefonía celular e Internet, a través del emprendimiento denominado “Libre Ar”.
Es un nuevo apartado de la gran “Matrix K”, como desde el mismo emprendimiento se propaga: “Arsat opera la red federal de telecomunicaciones y la televisión digital. Además, el plan TDA exporta conocimiento y con Venezuela se desarrolla el Plan Patria Grande Conectada. Argentina Conectada es la mejor política de telecomunicaciones del mundo. Más de
En concreto, se podría publicitar así: “Ya tenemos los canales de TV, los diarios, las radios y los periodistas militantes, ya le regalamos la netbook a tu nene, ya te dimos la antenita TDA, ahora te vamos a dar un celu e Internet, todo bajo la supervisión del Estado nacional, que tanto nos quiere”.
Y el estado es “ella”, qué lindo va a ser cuando prendas la compu, el celu o lo que fuera, y salga algún “jingle K” con su respectivo video. Ni George Orwell pudo imaginarlo.
La operatoria
Así, se desempolvó el sello Ar Sat, que manejaba el par de satélites nacionales (un medio en baja), y como según se anuncia, esta empresa procedería, en principio, a monopolizar el 25% del mercado al adueñarse sin licitación previa o concurso de un espacio que, si bien es del Estado nacional por definición, su uso debe transparentarse y a la vez mostrar algún mecanismo que blanquee el porqué el Estado apropia, hace o deshace bienes y derechos.
Un sistema republicano o constitucional, aún sin serlo, exige no solo la publicidad de los actos del Estado, sino sus intenciones, además de asegurar a todos que no va a confiscar bienes y derechos (cuando se le antoje) Así, de un saque, y sin vaselina.
La cosa planteada de esta forma, si bien no explotó para la mayoría del público ni se ven amplias campañas, aparece como el acaparamiento de un espectro que hoy aparece como del 25% (no sabe por qué este porcentaje, o si mañana el Estado decide ampliar o achicarse lo hará por confiscación sobre la operatoria de las empresas que operan) y publicitan que el fin es que “Libre.ar es el nuevo servicio de telefonía e internet móvil, operando el 25% del espectro de telefonía, convirtiéndola en operador mayorista que podrá equilibrar el mercado de la telefonía móvil. De este modo las cooperativas y pymes podrán sumarse a la oferta de servicios”.
En realidad, Libre Ar no es más que una nueva movida, y es el instrumento y mecanismo ya se usó contra Clarín, Fibertel y otras empresas privadas o concesionarias: golpear desde el Estado, hacer mermar a las empresas, adueñarse de un espacio, volver a golpear y así sucesivamente (final abierto).
Ahora, Libre Ar dice que las cooperativas y pymes ingresarán en el mercado celular e Internet, pero no dice cómo. Y el cómo consiste en una especie de “dumping” público, mecanismo argento y demencial de los típicos que venimos acostumbrados a ver, del estilo de TDA (Televisión Digital Abierta) otro engendro mediante el cual los argentinos gastamos millones de dólares para que algunos grupos etarios, sociales, de clase o simplemente ideologizados, en especial esos sectores del denominado “voto cautivo”, se indigesten bien y contentos con bodrios como Paka Paka, que vean Tele Sur, 23, u otros intentos de propaganda bolivariana.
Así, la táctica oficialista será, una vez colocados los aproximadamente 3 millones de celulares (que vamos a pagar todos y todas), liberar las tarifas de Movistar, Personal y Claro, a fin de lograr una diferencia tarifaria que motive —en especial a los más jóvenes— a “pasarse” a Libre Ar, por algo “billetera mata galán” como es sabido, con lo cual, los subvencionados por todos y todas (los que pagamos impuestos) gozarán de poder contar con un telefonito Nac&Pop y construir la revolución del socialismo del siglo XXI desde su unidad celular: El fusil de los camporistas del nuevo milenio.
Otra vez el correo oficial
La frutilla de la torta, otra vez, y desnaturalizando las funciones para las cuales fue creado hace mas de cien años, será el Correo Oficial, empresa que también reparte las antenas de
Si todo sale bien y las acciones de las monopólicas concesionarias Telecom y Telefónica en un tiempo mayor o menor se desploman lo suficiente, quizá avancen con el Plan B, o sea, pasar al Estado el paquete global de la red de telefonía de base, y con la cual se podría volver a un sistema de telefonía estatal (pero en especial de internet a través de la red ADSL) y público, en definitiva, el gran sueño de la Reina. No, Máxima no, Cristina Elizabet, viuda de Kirchner.
Así estamos.
José Terenzio