Mientras que Hebe de Bonafini escracha a los jueces de la Corte Suprema de Justicia que fueron nombrados, durante la génesis del kirchnerismo, por Él, guarda silencio sobre el accionar del juez federal, Norberto Oyarbide, en la investigación que involucra a su propia hija. Sin embargo, con el correr de los meses y la aparición de un libro, comienzan a animarse a contar sus experiencias testigos directos que coinciden en que la Madre sabía todo.
El escándalo por “el asado” en la Ex Esma aún estaba presente en los medios nacionales y hacía pocas horas que me había presentado en el programa televisivo de Nelson Castro, “El Juego Limpio”, para conversar sobre mi libro “El negocio de los derechos humanos” cuando me llegó un mensaje de una persona que quería contarme su experiencia con los hermanos Schoklender y la titular de las Madres de Plaza de Mayo. Jamás había hablado con nadie sobre el tema pero la difusión del libro, sumado a la bronca que le daba haberse quedado sin trabajo dos años atrás, le daba fuerzas para hablar. Se trataba de un ex trabajador de Leanity, droguería que funcionó hasta mediados del 2009 en la calle Irigoyen del partido de Lanús.
Los fragmentos más importantes de la entrevista son los siguientes: “Walter Bocca era el vicepresidente y el presidente era Juan Manuel Digón, quien nunca trabajó y tenía contactos con la barra de Boca por el padre, dirigente de Boca. La madre era la que tenía el enganche con el gobierno, la ex diputada Lili Domínguez. De ahí vino todo, esta Domínguez tenía una mano con las madres y con los Schoklender. Ella dijo que iba a conseguir que el IOMA, el PAMI y todas las obras sociales les compren a ustedes los medicamentos, entonces armaron una droguería, porque también necesitaban tener un establecimiento para ser los que les proveían a las Madres cuando inauguraban un hospital en las supuestas licitaciones”.
¿Cuál era el contacto de ustedes? ¿Sabía de la situación Bonafini?
“El contacto era Hebe, sí, claro, directamente, la íbamos a ver directamente. Ella decía que no tenía un avión, Hebe iba con nosotros en el avión para el Chaco. Es una caradura, le llevábamos la plata directamente. Nosotros ganamos una licitación en el Chaco para un hospital que no había nadie, armamos el hospital, teníamos un presupuesto de 4 millones de pesos para comprar un tomógrafo nuevo, pero lo comprábamos usado, nos daban la orden para que consigamos alguien que pinte como nuevo los aparatos, los llevábamos para allá y lo vendíamos como nuevo y después iba la Presidenta e inauguraba todo. Pero el hospital se caía a pedazos, colgábamos cuadritos para disimular las paredes que, venía un viento fuerte, y se caía todo. Eso pasaba con la empresa que los construía que era de los Schoklender”.
¿Por qué le soltaron la mano a Schoklender?
“No sé. En un momento iba a cambiar los cheques a lo de Caparrós, ¿si ellos se conocían? ¡Ellos se recontra conocían! Yo venía de un lugar de otro trabajo que tenía donde conozco a un empleado que es íntimo amigo mío, e iba a cambiar cheques a Monetización. En Leanity también me mandaban ahí. Ahí me lo encontré y le digo: ¡qué casualidad! Y me responde: “Ah Fernando (por Caparros) es amigo de Sergio. Íbamos siempre. Lo que hacía Sergio es que, a veces, faltaba plata, y el ponía cheques y se la mandaba a cobrar, o sea se autofinanciaba, para que subsistiéramos en la droguería. Después se pelearon Digón y Bocca y hubo una licitación que me fui a Salta (fui directamente a hablar con la jefa del IOMA, casi entramos pero no ganamos porque no teníamos buenos precios, éramos una empresa fantasma, teníamos una superestructura en Lanús pero con dos cajitas de remedios en las heladeras con estantes vacíos)”
¿Qué eran? ¿Una tercerización de remedios?
“Comprábamos a otras droguerías, ni a laboratorios porque no teníamos los permisos. No había ganancia. La máscara era tener una droguería para que los Schoklender pudieran vender a la Fundación los equipos. El negocio quedó a mitad de camino, por eso no se qué pasó. Pero empezó a mover lo de los medicamentos porque comprábamos remedios afanados hasta que un día cayó una inspección y se pudrió todo. Nosotros nos juntábamos en el barcito de la esquina de Fitz Roy y Nicaragua donde Pablo Schoklender nos daba los cheques para cambiarlos”.
¿Cómo era Pablo?
“Tanto no lo conocí. No era divertido, era seco. Por lo menos en las reuniones en las que estuve, venía siempre con el contador Gotkin que era el que facilitaba los cheques para Digón. Parece que tenía una debilidad con las mujeres pero tanto de la vida privada no se…”
Hebe de Bonafini.
“Nada. Mucho silencio, todo hermético en la Fundación pero entrábamos y salíamos como queríamos de ahí. Digón andaba con el primo de él, que después lo pasaron a gerente de ventas, pero eran todos pibes que eran de la barra de Boca, todos puestos, por eso la empresa fracasó. Porque Juan Manuel no tenía ni idea. Yo no sé si él llegó a saber lo que había detrás de la empresa que le armó la madre. De un día para el otro apareció con un Audi, también Bocca e iban los dos con el Audi de acá para allá.”
¿Cómo es lo del tráfico de medicamentos?
“Sé que compraban medicamentos que enganchaban que estaban al vencer. Lo mismo que hacían otros sindicatos. No solo en el IOMA, donde teníamos una persona adentro, donde íbamos todos los meses y le dábamos el 10% pero en la Fundación Favarolo también teníamos a alguien que nos pedía un ANA ANA, que son las coimas que se dan por los medicamentos. Un médico te deriva a un centro de rehabilitación, después ese centro le paga el ANA ANA, porque los médicos no les gusta hablar de coimas.”
¿Cuáles eran sus contactos políticos”
“Estaba metida Domínguez que dirigía a Juan Manuel. Cuando fue lo de la gripe aviar (2009), en vez de vender los medicamentos, que no teníamos ni los permisos, comprábamos alcohol en gel grande y lo embotellábamos en envases chiquitos. Te lo cuento para que entiendas que no era misión de la empresa ganar plata, sino que todos sabíamos que había algo detrás que bancaba a semejante infraestructura. Digón se terminó yendo a España.”
La causa.
“Mucho no me metí en eso. Sé que los Schoklender estaban metidos y hay mucha gente detrás que debería caer, desde la gente de la Fundación hasta el gobierno, estaban todos entornados. De los 4 millones de la licitación, Digón me decía, un millón va para la Fundación y el otro sube para la Presidencia. Entre los 2, lo tenemos que repartir para pagar todo lo que comprábamos, la mercadería como un proveedor que era importador de materiales hospitalarios enfrente de la facultad en la avenida Córdoba, frente a la Facultad. Pero ellos nos vendían, no tienen nada que ver.”
¿Qué más recordás de esa experiencia?
“Me iba a Salta, he ido con ellos a Corrientes, no ganaba plata, pero me dediqué medio año. Se abrió rápido y terminó antes de que estalle el escándalo. Cuando me enteré en la radio, pensé, algún día encontrarán la droguería. Sé que hay 10 millones de cosas más, por ejemplo, en Colegiales tenían un par de departamentos donde vivían el contador Gotkin. Esos deptos los alquilaban. Efedrina no vendíamos pero los medicamentos que vendíamos podían venir de camiones robados, no teníamos las certificaciones pertinentes. En la Fundación entraba con Walter y con Juan Manuel y los seguía. Ellos entraban como en su casa. Los aviones sabía que ellos los tenían, íbamos en vuelos para hacer lo del Chaco y caían después pero lo veíamos re normal y no lo era. Averiguábamos de termotanques, de paneles de durlock, todo estaba relacionado. Schoklender sabe mucho, esto llega a Cristina y Néstor, te lo aseguro que hasta ahí llegaba la plata y por eso sé que terminará arreglando”.
El pasado lunes 1 de febrero, luego de la feria judicial, fui citado a declarar como testigo en la causa. Esta entrevista formó parte de una extensa declaración de casi tres horas en la que se sumará al libro “El negocio de los derechos humanos” como elemento de prueba de la estafa que se produjo en la Fundación Madres de Plaza de Mayo en convivencia con organismos de control que miraron para otro lado y un poder legislativo y ejecutivo, al menos cómplice. En las últimas horas, una mujer íntima de la titular de las Madres de Plaza de Mayo, promete vencer sus miedos y romper el silencio. Esta historia continuará.
Luis Gasulla
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