Realizando un análisis comparativo con la política mundial contemporánea, por lo menos lo más conocido por todos nosotros, es fácilmente establecer que se ha engañado al pueblo argentino al proclamar un “modelo nacional y popular” como si fuese una iniciativa de grandes estadistas, cuasi próceres que vendrían a dignificar y salvar a los habitantes de la nación con un movimiento efectivo y novedoso.
En principio, lo más básico de establecer es la comparación entre las políticas proteccionistas económicas y políticas sociales. En la base de las mismas, observamos el camino trazado por
En segundo lugar, tenemos la utilización de operaciones de los servicios de inteligencia vernácula contra opositores. Ya sea desprestigiando a los mismos (recordemos los pormenores del caso de Luis Juez y la supuesta cuenta en el extranjero, sólo por citar uno ejemplo), o bien mediante la utilización de datos privilegiados en cuanto a las circunstancias personales (expedientes judiciales en trámite, datos filiatorios personales o familiares) o de manera más compleja armando causas judiciales mediante falacias o incongruencias. Para los que conocemos mínimamente el “submundo” de la inteligencia, sabemos que esto es real y que sin perjuicio de la profesionalidad de algunos funcionarios, hay muchos otros que deshonran la función primordial por intereses políticos y personales. De esta manera, nos hallamos a lo más rancio de la ex Unión Soviética en lo que a persecución de opositores se refiere, esperando no se llegue a la acción letal (lo cual nunca es descartado de plano).
Asimismo por otro lado tenemos el discurso para al población en general y los adeptos en particular, más precisamente a los carentes de educación política básica. Con éste se pretende formar a chicos que nada conocen de la materia como adictos a un sistema corrompido oculto en bondades inexistentes comparándolas con sucesos que no han vivido ni estudiado. No obstante, también se pretende resaltar un falso nacionalismo basado en dogmas partidarios y discursos ambivalentes o contradictorios en si como la verdad de
Ahora pues bien, comparando este punto en particular con la historia política contemporánea, tenemos su congruencia con un discurso partidario procedente de una de las personas más oscuras de la historia como fue Adolf Hitler, no necesariamente por sus métodos, pero sí por la utilización del tipo de discurso. Se puede estar o no de acuerdo con las doctrinas nacionalistas, pero jamás deben ser utilizadas con una base errónea fundamentadas por ideologías partidarias, más bien debería ser al contrario, es decir una ideología partidaria basada en el nacionalismo no como sucede en el discurso público del poder de turno. Basta con entender las políticas de vaciamiento del erario público y permisión de actos corruptos por parte del poder y sus afines, para ver que no se halla en presencia de un real nacionalismo. Asimismo da lugar a la fomentación de la obediencia a la doctrina impuesta sin analizar los fundamentos en todas las áreas, presentando a aquello que se opone como errado, generando así la radicalización de las masas, su sumisión a la doctrina y sus disposiciones.
Por otra parte y más adentrado en las épocas actuales, la pretensión de la sumisión de la Justicia al poder político o su democratización, se asemeja a la mentada “mayoría automática” de los 90, proponiendo un manto de impunidad para el poder y sus amigos o la total ilegalidad para los procesos incoados a los enemigos. De esta manera se pierden los elementos fundamentales para la correcta organización y existencia del estado de derecho, existiendo una capacidad de violentar hasta la misma Constitución.
Es por todo ello, que se evidencia que el llamado “modelo nacional y popular” no resulta ser de origen genuino, sino un híbrido que recolectó partes de varios movimientos, no sin olvidar el salvoconducto para la corrupción de sus líderes y amigos en detrimento de la nación.
Por último, y como apreciación personal y subjetiva, se puede o no estar de acuerdo con estas políticas, pero jamás se debe permitir la decadencia de la nación a favor de intereses particulares, ya sean económicos, políticos o simplemente de reconocimiento popular, porque como mencionada el General Don José Francisco de San Martín, padre de la patria: “No esperemos recompensas de nuestra fatigas o desvelos” y “en defensa de
Darío Ezequiel Pulella
dariopulella_37@hotmail.com
Muy bien dicho. Pero a estas alturas el pueblo no tiene memoria. Se alimenta como puede y muy mal. los regalos, migajas desde el poder han mitigado la "voluntad" de hacer y pensar. Se han armado muy inteligentemente, estan bien organizado, el resto de la sociedad no esta organizado,en oposición, pero atomizado, hacen falta muchos mas 8N. Estamos en bolas ante el modelo, que si esta organizado.