Este gobierno nació corrupto, porque su arquitecto ya lo era en Santa Cruz, y construyó su poder tanto allá como aquí, con la misma receta.
Se rodeó de iguales a los que enriqueció con negocios prebendarios asociado a ellos. Por medio del retorno institucionalizado de todas las partidas aplicadas a la obra pública, social y subsidiaria, repartió el peculado en un 50% para la corona y 50% para el perraje.
Es tan grande el monto desfalcado, que la imaginación más desbocada, se asombrará cuando la investigación concluya.
Ante tamaño crimen cometido contra la patria, es necesario, que todos los argentinos que tienen la convicción de esta situación, nos unamos, para detener el enorme daño que se le está causando, y que puede llevarnos a la disolución como país.
La inflación provocada por la emisión sin respaldo a causa del despilfarro desenfrenado, nos enfrenta hoy a una caída estrepitosa. Y este gobierno, el más corrupto de la historia, en lugar de tomar las medidas correctivas necesarias, redoblando la apuesta, ofrece blanquear dineros del delito, convirtiéndonos en un país pirata de la economía, un verdadero nido delictivo global. Restaurar el daño causado a nuestra imagen como país, demandará años de ejemplar conducta económica, y décadas de austeridad gubernamental.
Es por ello que debemos encolumnarnos tras un proyecto nacional, cuya única bandera sea derrotar en las urnas al kirchnerismo en las próximas elecciones legislativas, para quitarle la mayoría parlamentaria en ambas Cámaras.
El compromiso ineludible de los candidatos deberá ser derogar todas las leyes inconstitucionales aprobadas por el actual desgobierno. Aumentar las penas que combaten el delito en general y el narcotráfico en particular. Legislar sobre la coparticipación federal, reconociendo a cada provincia el principio del mérito productivo y estudiar el fomento a la producción de los bienes exportables, que puedan aumentar el ingreso de divisas legal y legítimamente. Recuperar los poderes cedidos al ejecutivo, contradiciendo a la CN. Velar por la independencia de todos los jueces. Y trabajar para revitalizar la democracia, con leyes que actualicen el sistema de elecciones, para prevenir el fraude electoral.
El meollo del problema, radica en ponernos de acuerdo en los objetivos, y lo más difícil, despojarnos de los afanes personales de liderar la elección.
El tiempo apremia, por lo tanto, no queda otra alternativa, que todos los partidos políticos formen una coalición transitoria, una cruzada patriótica por la libertad y la democracia, repartiendo los cargos proporcionalmente al peso político de los intervinientes. En última instancia, reunidos los representantes de la oposición, adoptar por esta vez, el sistema de cónclave, donde cada uno vota por la persona que cree más capaz para cada puesto.
Habrá que hacerlo ya, o someternos a otra década de latrocinio. Elegir entre esta patriada, o un futuro como el de la nación que en este hemisferio nos precede en el camino de la autodestrucción, y que hoy ya se enfrenta el racionamiento de alimentos y productos de limpieza.
Braulio Quevedo