El "modelo productivo con inclusión social" viene soportando límites cada vez más férreos en los últimos años, los cuales colocaron a la administración de Cristina Fernández en un presente que mezcla ansiedades propias del año electoral y paradojas impensadas si se tomara a pie juntillas el discurso oficial.
Un repaso de las últimas medidas económicas permite comprobar que al gobierno nacional le importaba mucho más de lo que admitía la disparada del dólar paralelo —casi tanto como al resto de los jugadores del mercado—, y que los negocios canalizados por esa vía eran mayores a los que subestimó la presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont.
Por esa razón, la Casa Rosada decidió jugar fuerte a través de la ANSeS, al no renovar plazos fijos depositados en los bancos obligando a las entidades financieras a subir las tasas (18% anual) para captar depósitos.
El objetivo es que buena parte de los pesos que se estaban derivando al dólar blue se queden en el sistema. El gobierno apeló así a una medida puramente ortodoxa en un escenario supuestamente regido por la heterodoxia, lo cual constituye una paradoja de esta coyuntura compleja.
Sin embargo, todavía no alcanzó a bajar la divisa en el mercado negro a los niveles que desearía, ya que su cotización ($7,90) dista mucho de los 6,50 pesos que fijó como meta el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Igual, descomprimió un circuito en el cual hubo inversores dispuestos a pagar 10,50. Otra paradoja que presenta el modelo está vinculada con los sectores más favorecidos por su aplicación.
¿Industria, construcción, minería, sectores de alto valor agregado, agro? No, los bancos, en su momento el sector más atacado por la sociedad argentina en medio del corralito del 2001-2002, se convirtieron ahora en estrella y sostén del poco crecimiento que queda.
Son el principal impulsor de la economía y la actividad financiera creció 22% durante el primer trimestre por el incremento de depósitos y préstamos.
Esta realidad, que se viene consolidando desde al menos el 2009, explica también que uno de los mejores acuerdos salariales por paritarias lo hayan logrado los bancarios.
En el primer trimestre del año, la actividad financiera —mala palabra para algunos economistas heterodoxos que dan sustento intelectual al modelo— creció 22% con respecto al mismo período de 2012.
En el mismo período las ganancias del sistema financiero rozaron los 5.600 millones de pesos, un 24 por ciento más que en el primer trimestre del 2012, aunque fuentes privadas los ubican en el 15%.
Igual, las ganancias del sector financiero al menos triplican en promedio a las de otros sectores de la economía.
En este contexto, el gobierno decidió también acelerar el ritmo de devaluación del dólar oficial, ya que el precio acumula una depreciación del 24 por ciento en el año.
El problema es que el real brasileño se está devaluando a un ritmo mayor y eso genera problemas para la competitividad de las exportaciones argentinas hacia ese país, principal cliente de la Argentina en el juego de comercio mundial.
El otro interrogante coyuntural cierra el círculo de las dificultades que atraviesa el modelo y está vinculado con la desconfianza.
Para ciertos actores económicos, la mayoría de las medidas adoptadas desde que Cristina Fernández llegó al poder no hicieron más que desalentar las inversiones y poner en alerta a quienes podían traer sus dólares al país.
Eso, y la especulación financiera internacional, explicaron buena parte de la masiva fuga de capitales soportada por el país desde la crisis del 2008-2009 y la caída de reservas, que se intentó cortar de raíz con el cepo cambiario.
La fuga logró cortarse, pero lo que llama la atención es que la caída de reservas siguió a un ritmo riesgoso, en buena medida porque las empresas y el público retiraron los dólares que tenían en los bancos, pero sobre todo por la fabulosa cifra que se debe pagar cada mes para saldar la cuenta de la importación de combustibles.
Es que, a pesar de las ironías lanzadas por el gobierno, las advertencias de ex secretarios de Energía empezaron a cumplirse: el país acumula un fuerte déficit en materia energética, se profundizaron los cortes de suministro de gas a las industrias y el proyecto "Vaca Viva" —como lo rebautizó la presidenta— es tan a largo plazo que plantea más dudas que certezas.
Tal vez eso ocurra porque, como dijo alguna vez el genial economista inglés John Maynard Keynes, "en el largo plazo todos estamos muertos".