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A partir del año 59 A.C., los generales de la antigua Roma tenían prohibido cruzar con sus ejércitos el Río Rubicón. De este modo, el ordenamiento legal de la época intentaba impedir la intervención de las milicias en las luchas políticas internas. Así, la sabia decisión de mantener a los ejércitos lejos de Roma, evitaba intervenciones militares peligrosas para la continuidad del sistema republicano.
En el 49 A.C., Julio César dio la orden a sus tropas de cruzar el Rubicón, pronunciando su famosa frase “alea iacta est” (la suerte está echada). Sabía el general romano que, una vez traspasado el Rubicón, le esperaba la gloria o la muerte. El destino le deparó la gloria, que fue el principio del fin de la Roma republicana.
Hace pocos días, un militar argentino, también General y también César, manifestó su voluntad de poner al Ejército al servicio del “proyecto nacional” encabezado por la Presidente. Vulneró, de ese modo, el principio de neutralidad política que debe regir en las Fuerzas Armadas, sencillamente porque las armas son para proteger a la Nación, y no a los intereses de una parcialidad.
Desde ya que es preocupante el pasado procesista de Milani, así como su imponente enriquecimiento. Pero también debe preocuparnos la existencia de un Jefe del Ejército que ha decidido cruzar el Rubicón para intervenir en la política interna.
Lo ha cruzado con su discurso de expreso respaldo político al gobierno de turno, y quizá lo haya cruzado antes, en secreto, si fueran ciertas las sospechas de que, lejos de haber espiado a potencias extranjeras, ha espiado a sus compatriotas.
Ahora bien, en este caso, pareciera que César cruzó el Rubicón con la anuencia del oficialismo, lo cual agrava el problema.
No es la primera vez que un gobierno legítimamente elegido se recuesta en los uniformados cuando ve que su poder se esfuma. Ya lo hizo otra viuda hace algún tiempo: los resultados son conocidos por todos.
En definitiva, la suerte estará echada, pero debiera echarse a Milani para preservar las instituciones.
José Lucas Magioncalda
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