En el filme “La noche de la expiación” (2013) se presenta un hipotético futuro de Estados Unidos en el 2022, dónde su Gobierno deja que 12 horas de un día al año todos los delitos, incluidos asesinatos, robos y violaciones, sean legales. El escenario es previsible: 85 minutos de horror y caos total recorren todas las ciudades, presas del pánico y la desesperación. En las últimas horas, Córdoba emuló tristemente una película que parece un delirio sociológico y fue vista de reojo por algunos críticos, siempre inflexibles, del séptimo arte. Córdoba vivió su propia noche de la expiación.
¿Qué cambiamos desde 2001? ¿En dónde se puede ver la década ganada?
Miserabilidad política al extremo: José Manuel De la Sota, Gobernador de la Provincia de Córdoba, pidiendo ayuda por la red social Twitter. El súper secretario Sergio Berni respondiendo que eso era una “payasada” y las mil vueltas del Gobierno Nacional para mandar a la Gendarmería, en medio de una protesta policial que dejó sin seguridad a la provincia.
La sombra de 2001: saqueos, robos, disparos y muerte. Una mujer llora mientras filma desde un balcón cómo un grupo de personas arrasa con todo y acecha en las calles, mientras los vecinos comienzan a armar “barricadas” barriales para defenderse y tomar justicia por mano propia. Un tiroteo es grabado desde otro edificio en torno a lo que podría ser un intento de robo a un automóvil. Las bandas de “motoqueros” entrando como pirañas a locales de diversos rubros, electrodomésticos, ropa y comestibles, y los jóvenes subiendo a Facebook las fotografías de su botín de guerra tomado de los comercios. Al menos un muerto y centenares de heridos dejaron la noche (y día) de furia cordobesa en dónde ni el estado Provincial ni el Nacional hizo algo para evitar el infierno, que se extendió hasta asaltos a casas.
El desborde fue de tal magnitud que ni siquiera respetó un depósito de Cáritas que tenía alimentos para chicos y fue arrebatado por un grupo de personas, en el barrio de Villa Revol. Cuándo no hay ley, como se ve en la “Noche de la expiación”, la ópera prima de James DeMonaco, se desata la guerra entre ciudadanos, tal como sucedió en Córdoba.
Para el mediocre repertorio kirchnerista, más allá de su evidente concepción unitaria del país, los únicos saqueos que eran sólo por hambre fueron los de 2001, dato que es falaz. Aunque en el imaginario pueda recordarse de esta manera, también existieron robos a electrodomésticos, con lo cual el fenómeno es más complejo. Desde falta de igualdad de oportunidades hasta pobreza y operaciones políticas desde las sombras, y, desde ya, la indignación de observar cómo los principales funcionarios del país se vuelven ricos en pocos años.
¿En qué se avanzó en la calidad de vida desde aquellas espantosas postales de 2001?, tan citadas como punto de referencia de una supuesta mejora. Si bien en los últimos años algunas leyes instalaron nuevos debates y conquistas sociales, no por las fuerzas políticas si no por la militancia de diferentes sectores (matrimonio igualitario, identidad de género o fertilización asistida) la situación del desempleo, los índices de inflación y de pobreza / indigencia marcan una realidad preocupante y no muy lejana al fatídico 2001.
Una ironía es que en estos días se conoció por medio de un estudio internacional de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) que Argentina sigue retrocediendo en la calidad educativa ubicándose en el puesto 59 entre 65 naciones. Peleando por no descender si fuese un tabla de un campeonato de fútbol. Las causas del malestar social pueden ser múltiples pero es imposible no mirar ciertos parámetros básicos de un país para determinar en dónde estamos parados. Argentina en 2013 revive lo peor de otras épocas en un Diciembre castigado otra vez por los saqueos como un flashback insoportable que no quiere terminar.
Sebastián Turtora
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