La semana pasada una serie de partidos políticos constituyó una alianza, UNEN, para las elecciones del 2015. Algunos analistas políticos consideran que tienen buenas chances electorales o, si se prefiere, son competitivos electoralmente. Es probable, pero lo que no me cierra es que una persona como Carrió, que hace muy bien en insistir con el tema de la república, esté aliada con Pino Solanas que se abrazó con Chávez. Realmente me resulta muy difícil de imaginar una república democrática chavista. Es decir, suena raro tener una república democrática chavista en que se respeten los derechos individuales, la libertad de expresión y, mucho menos, implementar una política económica consistente que no termine en un desbarranque como el que están pasando los venezolanos.
La diferencia marcada en el párrafo anterior no es solamente una cuestión ideológica, sino que también tiene que ver con el éxito en el gobierno si ganan las elecciones, porque las diferencias que se observan entre sus integrantes es muy marcada. ¿Piensan lo mismo Aguad que Solanas o Victoria Donda sobre la economía?
En 1999 no voté por De la Rúa, obviamente tampoco voté por Duhalde, pero confieso que cuando el elegido presidente dio a conocer su gabinete, tuve cierto entusiasmo. Había gente muy valiosa como Ricardo López Murphy en Defensa, Adalberto Rodríguez Giavarini en Relaciones Exteriores, Juan Llach en Educación y José Luis Machinea en Economía. Con todo respeto, Machinea no me entusiasmaba demasiado en Economía, no porque no tenga calidades profesionales, pero para ese momento no era la persona indicada para lidiar con una economía que requería de mucha disciplina fiscal, severidad en el gasto público y confianza.
Y justamente pasó eso, para enfrentar el déficit fiscal comenzaron con un impuestazo que generó más desconfianza que entusiasmo. Las expectativas de la gente fueron de una recesión en puertas y así ocurrió.
¿El error de la Alianza? Creer que se podía solucionar el problema fiscal ajustando al sector privado con más impuestos en vez de bajar el gasto público. Ahí surgieron los problemas económicos que luego no tendrían vuelta atrás. Recordemos que Machinea renunció, López Murphy asumió con un muy buen equipo económico y propuso un recorte del gasto público que era nada frente a la licuación del gasto que finalmente terminó haciendo Duhalde con la devaluación y la llamarada inflacionaria.
Teniendo este dato como antecedente, uno ve UNEN y se pregunta: ¿estarán dispuestos los candidatos de izquierda a bajar el gasto público que es lo que hoy necesita Argentina? ¿O volveremos a las divisiones internas que terminan en políticas que se quedan a mitad de camino y finalmente fracasan?
Varios de los integrantes de UNEN ven como un horror aliarse con Macri, pero no se espantan de tener en sus filas a Martin Lousteau que no solo hizo el zafarrancho de la 125, sino que, además, ingresó al gobierno de los K cuando ya se veía el comportamiento autoritario del matrimonio. ¿Acaso Lousteau no debería haber puesto como condición para asumir que volara Moreno de la Secretaria de Comercio? ¿No fue el radicalismo el que llevó como candidato de presidente a Lavagna, un hombre del peronismo, partido al que pretenden arrebatarle el poder en el 2015 porque dicen que es corrupto? Me parece que Ricardo Alfonsín, siendo una persona que me merece todo mi respeto, tiene un lío bárbaro en la cabeza.
Con esgrimir el argumento de la honestidad no alcanza para sostenerse en el poder. Hay que combinar honestidad con eficiencia en la gestión y, sobre todo, barrer con el populismo que destroza nuestra Argentina, y ahí tenemos un problema porque varios integrantes de UNEN votaron felices la estatización de YPF, la confiscación de nuestros ahorros en las AFJP y la reforma de la Carta Orgánica del BCRA que ha dado lugar a al destrozo patrimonial e inflacionario de estos años.
Si la gente de UNEN cree que podrán sacar al país adelante hablando solamente de luchar contra la corrupción, de recuperar la república y otra serie de puntos muy importantes pero que son insuficientes para recuperar la economía del país, entonces estamos frente a otra Alianza, que por sus contradicciones internas quedará paralizada en la gestión y no podrá lidiar con la terrible herencia económica que le deja el kirchnerismo. Además, hablar de terminar con la corrupción dejando las empresas estatales y una madeja de regulaciones y controles es una contradicción. La corrupción surge, justamente, cuando el funcionario público tiene el poder de decidir ganadores y perdedores. ¿No veo al ala más de izquierda de UNEN terminando con la corrupción si, al mismo tiempo, siguen con la repartija de planes sociales, regulaciones y estatismo? Todo eso es un fantástico negocio de cajas que no se evitan diciendo yo soy honesto. Se eliminan eliminando la causa de la corrupción.
Ojo, el próximo gobierno tendrá que tener muy en claro que además de terminar con la corrupción y sancionar ejemplarmente a los corruptos, de recuperar la división de poderes y tener una Justicia independiente, también hay que tener un plan económico que atraiga inversiones y lograr la disciplina fiscal y monetaria para poder combinar honestidad con eficiencia.
¿Acaso Pino Solanas pretenderá solucionar todo el problema energético estatizándolo? ¿O haciendo lo mismo con los trenes, rutas, etc.? ¿De dónde va a sacar el dinero para reconstruir la infraestructura de país si el fisco está agotado?
Por otro lado tenemos al PRO que yo no lo definiría como un partido liberal ni de derecha o conservador. Es un partido de centro que tiene a Macri midiendo muy bien en las encuestas, estando entre los tres posibles presidenciables.
En mi opinión, lo mejor que le podría pasar al país es que aquellos de UNEN que tienen más afinidad con el PRO hagan una alianza con dicho partido y que la parte más dura de izquierda de UNEN conformen su propio espacio político.
El escenario electoral quedaría dividido en cuatro. Scioli, Massa, UNEN representando a la izquierda y PRO junto con buena parte del radicalismo que nada tiene que ver con el chavismo con que simpatizan varios de los integrantes de UNEN. Es decir, el escenario quedaría con el peronismo dividido en dos, un partido de izquierda, UNEN y un partido de centro surgido de una alianza PRO y parte del radicalismo que podríamos denominar alvearista, agregando tal vez a Carrió si opta por sumarse a ese espacio. Creo que sus ataques a la corrupción y la defensa de ciertos valores republicanos son un aporte muy importante, particularmente en el Congreso.
Algunos podrán argumentar que mi propuesta implica dividir al radicalismo. La verdad es que no sería la primera vez que ello ocurriera, y en todo caso sería más saludable separar corrientes de pensamiento bastante diferentes en vez de ir juntos y después quedar inmovilizados por las luchas internas si llegan al poder.
Más de un político de la oposición ha sostenido que hay que unirse pero no hacer un rejunte. Me parece que UNEN, así como está, es un rejunte.
En definitiva, creo que, por el bien del país, es mejor tener un rejunte de partidos con ideas de políticas públicas similares, a tener un rejunte con buenas chances electorales pero con propuestas de políticas públicas diferentes que no son operativas a la hora de gobernar.
A esta altura de mi vida ya no pido el óptimo, me conformo con algo racional en lo económico, honesto y republicano. Con eso, por ahora, me doy por satisfecho.