La mayoría de los comunicadores sociales que colaboran en los medios periodísticos, desde hace algún tiempo apelan a la frase “pato rengo” (utilizada en los EEUU) para calificar las limitaciones políticas de quien, por razones electivas, debe dejar el gobierno de una Nación.

En el convencimiento de que la frase es aplicable a nuestra realidad, se internaron cada vez más en un futurible con conceptos diversos: “el fin de un ciclo”, “el alejamiento del poder”, “la culminación de un modelo”, etc.

Estimo que la apreciación es errónea, el “modelo” aplicado al presente no se termina, no caduca, no se extingue. Porque esta finalización no está en la mente de los principales protagonistas de su aplicación.

Ellos están convencidos de su permanencia sustentada en una trama de intereses que sobrepasará las fechas electorales, los cambios políticos nominales y las circunstancias internacionales.

Quien quiera rastrear los orígenes del conflicto y su vigencia, puede empezar por el inicio de la Guerra Fría con sus choques de intereses aparentemente contrapuestos, resueltos algunos por medios bélicos limitados, y otros con posicionamientos territoriales apropiados para el gran ajedrez mundial.

Hoy, continúa el enfrentamiento entre las dos “excusas ideológicas” no ya ideologías: “liberalismo” y “marxismo”, con un agravante, las dos excusas diseñadas y aplicadas desde Londres han confluido en una síntesis que siempre existió, pero que hoy se expone sin tapujos.

El marxismo es aplicado para que los intelectuales manejen a las masas, y las cúpulas administrativas de los regímenes operan con un liberalismo capitalista entre los amigos del poder, que se convierten, por ejemplo, en los supermillonarios rusos o en los millonarios chinos que trasladan a sus familias a occidente. En Latinoamérica también tenemos lamentables ejemplos.

El “modelo” llegó para quedarse, “vinieron por todo” aunque los países se sumerjan en la miseria, con desocupación, hambre, salud desatendida, etc.. Los marxistas contentos por aquello de "cuanto peor, mejor” por los privilegios marginales que generan, administran y aprovechan; y los capitalistas en plenitud explotando todo tipo de negocios, acumulando ganancias y desentendidos de los conflictos sociales, porque para eso están los marxistas, hábiles manipuladores de los conceptos y acostumbrados a la violencia mercenaria para controlar a los díscolos.

El modelo se está preparando para quedarse, mediante numerosos nombramientos en lugares clave de la administración nacional, con un marxista que cumple al pie de la letra su función de desarticulador de la estructura productiva nacional, todo agravado por el desorden de la emisión sin control, el cambio arbitrario del destino de las partidas presupuestarias y la permanente confrontación con los sectores productivos. No debemos olvidar que los mejores “negocios” no se hacen en tiempos de bonanza sino en los de crisis, cuando los especuladores cuentan con efectivo de orígenes diversos o con posiciones bancarias ocultas en el exterior.

Que nadie se llame a engaño, los supuestos opositores que se presentarán como alternativa electoral son una continuación del “modelo”. Uno, que es rama del mismo árbol de la gestión caprichosa, nos avisa que su persecución a la corrupción se iniciará cuando él asuma, pero sólo hacia adelante. Otro, aspirando a un liderazgo que no moleste a nadie, que le permita llegar al podio como en las “competencias” deportivas que él administraba entre amigos (no sé porqué me vino a la memoria el Karadajian campeón del mundo de lucha).

Y el tercero, que intenta ayudar a las provincias a resolver sus problemas teniendo en cuenta la exitosa gestión porteña, les sugerirá que permitan instalar manteros para abaratar los precios; que opten por el transporte subterráneo para el cual, para evitar sorpresas, aconsejará primero colocar los coches sobre las vías y luego construir los túneles alrededor; perdonar impuestos millonarios y elevar, para compensar, la tarifa de los subtes o del alumbrado, barrido y limpieza.

En síntesis, el modelo no se va y todos los responsables, tampoco. Como dije en otra nota: a la ética cero debe combatírsela con la injusticia cero. En esa lucha el protagonista es el pueblo libre. Que la sociedad, en defensa propia, se constituya en difusor de los temas judiciales que están pendientes, no sólo los del vice con los que intentan hacer olvidar a los otros. Que quienes están en condiciones de hacerlo, rastreen los juicios iniciados contra funcionarios nacionales, provinciales o municipales, y qué jueces los tienen cajoneados.

Esta es una información que la opinión pública debe conocer, porque cuando encendemos la luz quedan en evidencia las miserias y los miserables. Sería un buen empuje para esta etapa en la que algunos jueces se empiezan a animar a defender su dignidad, con el beneplácito de la ciudadanía. “Si la prudencia se convierte en inacción, eso es cobardía” (SS Francisco).

Esta movilización informativa generaría la motivación para que la opinión pública libre empiece a condicionar las incongruencias del modelo, a los eventuales continuadores y a los sueños de permanencia indefinida necesaria de acuerdo a las órdenes recibidas por los gestores del nuevo orden mundial, y por el miedo que tienen todos los funcionarios que se saben culpables, a la condena social por el ejercicio pleno de la corrupción en tiempos de miseria.

Ignacio Beltrán