El proceso viviente, se puede comparar con un río que cae y dibuja una cascada, o con una fuente de agua surgente cuyos chorros diseñan una figura ornamental. Las moléculas fluyen, la imagen permanece. Pero esta imagen a su vez se torna cambiante con el tiempo (envejecimiento orgánico).
Todo esto parecerá ser muy simple, porque son ejemplos sencillos. ¿Explican qué es la vida? En realidad ofrecen tan sólo una idea burda y simplista.
Sin embargo, más profundamente, no dejan de ser, los seres vivientes, más que auténticas imágenes, algo así como fantasmas, ¡verdaderas figuras fantasmagóricas!
¿Cómo? ¿Y la materia? ¿Qué es esto que parece ser “ciencia ficción”? ¿Espiritualismo o acaso algo semejante a los “cuerpos glorificados de los resucitados”, según la mitología judeocristiana?
Nada de eso. Recordemos que un organismo viviente es casi todo él un vacío, comparado con lo que nos queda de materia” (materia es un decir, en realidad es esencia universal) si comprimimos a un ser humano de unos 80 kilogramos de peso al grado superlativo, esto es hasta llegar a la densidad de una estrella neutrónica, por ejemplo, esa persona ocuparía ciertamente ¡el volumen de una esferita del diámetro de un puntito!
Luego, sin ser propiamente fantasmas en el sentido de cuerpos etéreos, (pues los fantasmas y espíritus, terminantemente sólo pertenecen a una mera “ciencia ficción”) o visión quimérica, como la que ofrecen los sueños; si somos figuras dibujadas por la sustancia del universo, imágenes muy parecidas a las que traza un punto electrónico en la pantalla de televisión, con la diferencia de que somos tridimensionales y ofrecemos resistencia cual “sólidos” que somos (en realidad casi líquidos porque contenemos un muy alto porcentaje de agua),
Somos un engaño como figuras recortadas del entorno; somos casi un vacío por separación molecular y a lo más, imágenes resistentes y persistentes por un tiempo. Imágenes en cuanto a las estructuras atómicas que nos forman, e imágenes en cuanto al flujo molecular proveniente del exterior que pasa por nosotros y nos da el ser al “dibujarnos”.
En definitiva, somos un proceso físico, químico, biológico.
Puede asombrarnos que ese conjunto de átomos que somos, se pueda deleitar con vibraciones de otros conjuntos de átomos como las moléculas del aire, traducidas en música. Todo esto es un proceso físico, tanto nuestra audición como lo que elabora con ella nuestro cerebro (música).
Pienso en mi madre. A ella le gustaban los valses vieneses. ¿Un proceso físico más, mi madre? Pareciera que no, porque esto suena muy grosero para nuestros sentimientos. Más ¿qué son los sentimientos? Paradójicamente, otro proceso físico traducido en psiquismo.
Todo está conectado, nadamos en un campo físico y formamos parte de él; estamos rodeados de trenes de ondas que nos atraviesan, que nos chocan.
Repitiendo las palabras de uno de mis libros, estamos conectados con el entorno frente al que “elaboramos” mayor o menor tamaño.
El deleite musical, los placeres sexuales, del olfato, del gusto, de la visión, de panoramas cambiantes; el dolor; el sinsabor, el estado de terror, la angustia… son todos procesos físicos que paradójicamente se gozan o padecen a si mismos.
En fin, el mundo en profundidad, continúa en parte siendo un enigma, pero sin duda la Ciencia Empírica nos ha iluminado con creces gracias a la investigación y el raciocinio, comparada con las “oleadas” de pseudociencias que nos rodean sin compasión.
Ladislao Vadas