En diciembre de 2011, la Secretaría de Educación Pública de México decidió endurecer las reglas y sanciones para alumnos de educación básica. Lo hizo luego de haber fracasado en la flexibilidad en colegios e instituciones educativas.
A partir de entonces, en México se regularon —y endurecieron— no solo las calificaciones sino también lo que tiene que ver con la convivencia escolar.
"La portación de armas blancas, que pueden ser limas de uñas, dagas o cachiporras’; la posesión de explosivos, armas de fuego, aire, de resorte o de imitación, el consumo o distribución de drogas y bebidas alcohólicas en el interior de los planteles será castigado con la intervención de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), la suspensión de hasta por 10 días del estudiante o el cambio de escuela", dijo entonces el diario La Jornada de México.
Eso en un extremo, pero también se decidió que el plagio de un trabajo, la copia, el hurto o la compra de un examen en la secundaria se castiga con una suspensión de tres a cinco días dentro de las instalaciones del plantel, con actividades dirigidas y supervisadas por personal de los servicios de apoyo educativo.
También se volvieron objeto de medidas punitivas el uso de celulares u otros equipos de comunicación o entretenimiento, hacer ruido excesivo, comer en el salón, estar en un sitio dentro del plantel que no corresponda a la actividad escolar, presentar comportamientos públicos lascivos, obscenos o indecentes y ver pornografía en Internet.
"¡Se acabó!", exclamó en esos días el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, harto de la laxitud del sistema educativo. "Se terminó la ambigüedad", agregó.
A contramano de esa tendencia, que se da en otros lugares del mundo, en Argentina se ha decidido flexibilizar la educación en la provincia de Buenos Aires.
Ello en el marco de la polémica resolución 1057/14 de la Dirección General de Escuelas bonaerense que se conoció este jueves y que establece que no habrá más aplazos.
Esto cambia el actual sistema de evaluación en las escuelas primarias tanto públicas como privadas de la provincia y se aplicará a más de 3 millones de alumnos.
A partir de la decisión mencionada, la nota más baja será un 4 y la máxima un 10, para los alumnos que van de cuarto a sexto año. Entre el primero y el tercero deberán ser calificados con bueno, regular y muy bueno. Especialistas que realizaron las modificaciones aseguran que las notas 1, 2 y 3 son "estigmatizantes" para los nenes.
¿Está bien igualar para abajo? ¿Es un buen momento para hacerlo?
Hay que recordar que en enero de este año, luego de que se conocieran los malos resultados de Uruguay en las pruebas PISA, el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Wilson Netto, desplazó al director de Secundaria, Juan Pedro Tinetto.
En esos mismos días, el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni —que hoy avala la medida impulsada por la administración de Daniel Scioli— admitió: "No tuvimos buenos resultados. Y esperábamos otros resultados, sobre todo haber evolucionado más en matemática y haber persistido en ese ascenso en el que veníamos en lengua".
Pocos meses después de esas palabras, en lugar de mejorar la calidad educativa, en Buenos Aires se decidió avanzar en una educación más laxa. Nada que agregar.