El gobierno parece haber comprendido que buena parte de los males económicos, como la falta de inversiones y la parálisis del mercado inmobiliario, son consecuencia del cepo cambiario.
Pero el problema es tan complejo que hay dudas sobre si podrá resolverse en menos de un año que queda de gestión.
Envalentonada por lo que considera un primer éxito en su puja con el mercado cambiario, la administración de Cristina Fernández bucea la posibilidad de empezar a normalizar uno de los sectores más distorsionados de la economía.
La especulación no está exenta de cálculo político: el kirchnerismo sabe que el cepo fue una de las medidas más impopulares implementadas por Cristina, en especial entre las clases medias, habituadas a ahorrar en dólares para defenderse de la inflación y las devaluaciones.
Sin haber bendecido aún a un candidato por el oficialismo, la jefa de Estado parece decidida a mantener las riendas del poder, tratando de que un dirigente leal la suceda el 10 de diciembre de 2015, y poder mantener los "fundamentos" del modelo.
La especulación, que combina como nunca la "rosca" política con los avatares económicos, incluiría una combinación considerada "fantástica" por sectores que suelen pisar la Casa Rosada en forma asidua.
"¿Y si dejamos arreglado el problema de la deuda y normalizado el mercado cambiario, y le sumamos una economía en recuperación? Seríamos Gardel", razonan los más entusiastas. Son los mismos que por estas horas impulsan tempranamente la candidatura de Axel Kicillof para acompañar a quien termine siendo bendecido por la mandataria, se llame Daniel Scioli, Florencio Randazzo, Sergio Urribarri u otros que pugnan por entrar en ese listado de expectativas.
En esa lógica que va cobrando fuerza, el jefe del BCRA, Alejandro Vanoli, se animó a sugerir que el gobierno está dispuesto a revisar las restricciones cambiarias el año próximo, aunque sin dar detalles.
Desde que asumió hace menos de tres meses, Vanoli echó mano a todo el poder del Banco Central para poner en caja a las cuevas del microcentro porteño mediante múltiples allanamientos, suspensiones y clausuras.
Tampoco dudó en reflotar sumarios que dejaron fuera de combate a reconocidas casas de cambio del microcentro.
En paralelo, activó el acuerdo ´swap´ de intercambio de divisas con el gobierno chino para tratar de cerrar el año en un nivel de reservas de 31.000 millones de dólares.
El objetivo fue reducir las expectativas de devaluación y, de paso, quitarle presión a la escalada de precios.
La inflación mostró una desaceleración en el último tramo del año, más como consecuencia de la caída del consumo -es récord para los últimos diez años la cantidad de locales vacíos en la zona metropolitana- que por obra y gracia de medidas de fondo por parte del Poder Ejecutivo.
Las distorsiones del esquema económico siguen al rojo vivo: el gasto público cedió muy poco, el déficit fiscal aumenta y la emisión monetaria no cesa.
Mientras tanto, el billete de mayor denominación, el de 100 pesos, se sigue depreciando y provoca derivaciones insólitas: como la gente necesita ir cada vez más seguido a extraer plata a los bancos, es récord el nivel de cajeros automáticos averiados.
A su vez, es más complicado repararlos: cuesta conseguir muchos de los repuestos, fabricados en el exterior (NA).