Por la memoria de Alberto Nisman. Por la corrupción y la falta de Justicia. Por la ausencia de respuesta ante los reclamos ciudadanos. Por la frialdad que muestra el poder frente al fallecimiento de uno de los más importantes fiscales del Estado.
Por ello y por mucho más, hay que salir hoy a la calle, en silencio pero sin dejar de mostrarse. No solo se trata de Nisman, hay mucho más.
La muerte del fiscal es la gota que rebasó el vaso, que dejó expuestas las arbitrariedades de un sistema mafioso encabezado por el kirchnerismo, apenas disfrazado de republicanismo.
Es hora de decir basta. No solo por Nisman, sino también por la corrupción, los funcionarios enriquecidos y los pactos con los barones de la droga para financiar campañas políticas.
Por el apriete contra los medios y los carpetazos contra la oposición. Por la presión a la justicia. Por la burla a la sociedad.
Es un día de recogimiento, de marchar en paz y sin emitir palabras. De escapar a las consignas políticas.
Como bien dijo alguna vez Miles Davis: “El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos”.