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¿Quién gana si abolimos lo popular?

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SOBRE POPULISMO Y PERONISMO
SOBRE POPULISMO Y PERONISMO

A pocos meses de la elección presidencial de 2015, uno de los sonsonetes que más retumban entre las opiniones de la oposición, refieren a la necesidad de terminar con el llamado “populismo”.

 

Pero ¿qué es, o qué vendría a ser, exactamente, el populismo?

Y, más precisamente, en la Argentina y en la política, ¿debemos asumir que “populismo” es sinónimo de peronismo?

La verdad es que no existe el populismo como corriente de pensamiento político, y mucho menos existe como forma de gobierno.

De hecho, el populismo apenas aquilata módicas e imprecisas apariciones en algunos diccionarios. Parece una cuestión demasiado menor como para darle tanta entidad.  Pero hay tantísimos argentinos interesados en política que desesperan por abolir esta extraña entente, que entonces la situación amerita, de mínima, un poco de desarrollo.

Lo que se debe mirar, cuando se quiere ver en qué consiste este asuntito, se define tantísimo mejor a partir de los términos “popular”, y “demagogia”.

Sabido es que lo popular es lo atinente a un pueblo, y sabemos también que la demagogia es todo un asco de actitud en cualquier orden de la vida.

Antes de que usted me lo aclare, amigo lector, quiero decirle que ya sé que los Kirchner fueron, son, y serán unos demagogos.  Y también sé, del mismo modo en que lo sabe usted, que han sido populacheros, en tanto machacan hasta el cansancio su pertenencia y defensa de lo popular, mientras apenas sostienen a los que menos tienen con dádivas estatales en forma de múltiples planes.

Pero las preguntas que me hago, y que les hago, son las siguientes.

¿Fueron y son los Kirchner los únicos demagogos populacheros?

¿Quiénes ganan realmente, si terminamos aboliendo lo popular?

 

Los militares

Las juntas militares de los setenta, declamaban a viva voz que habían logrado darle seguridad y paz a un pueblo que ya no podía vivir más en estado de permanente conmoción interna. Los propios Videla, Massera y Agosti celebraban junto al pueblo la obtención del mundial ´78; usted, o su papá, o el vecino de al lado pegaron en la luneta del Renault 12 la calcomanía “los argentinos somos derechos y humanos”, y hasta el etílico y majestuoso general Leopoldo Galtieri tuvo su plaza de Mayo colmada en vítores cuando lanzó la demencial aventura bélica de Malvinas.

Como el diario Crónica del inefable Héctor Ricardo García, aquellos militares estuvieron firmes, junto al pueblo.

¿Fueron populares, fueron populacheros, fueron demagogos, fueron populistas, fueron todo junto, o acaso, no fueron nada de eso?

La realidad es que mientras gran parte de la población suscribía con entusiasmo estas demostraciones populistas, Martínez de Hoz destrozaba la producción local con la apertura indiscriminada de exportaciones, endeudaban a la Argentina que habían tomado en 1976 con 4200 millones de dólares de deuda externa, y  que dejaron en 1983 con 65.000 millones,  permitían que grupos de poder económico como los Macri, los Fortabat, los Perez Companc y otras familias nada populares ni nacionales (los poderosos que ganan siempre), se enriquecieran ilegalmente mediante la estatización de sus deudas privadas, y, como quien no quiere la cosa, los tipos se cargaban a varios miles de personas luego de torturarlos, perpetrando obras maestras del horror como torturar con picana  en vagina, testículos y ano, o arrojar gente viva desde aviones al mar, y al Río de la Plata.

Visto lo acontecido, es innegable que los militares de los setenta fueron populistas. De hecho, aún hoy hay un montón de gente que los defiende.  La enorme mayoría de ellos, abjurando del populismo de los Kirchner.

Pero quienes fueron los que más ganaron con los militares? Los poderosos. Los de siempre. El 15% que decide.

 

Menem

Si hubo un gobierno popular por excelencia, fue el del semianalfabeto abogado riojano Carlos Menem. La popularidad del hombre lo llevó a ganar tres elecciones presidenciales. Perón, el único que lo había logrado.

8 millones de votos en 1989, 8.7 millones en 1995, y 4.7 millones de votos en 2003, en una presidencial que ganó en el ring, pero que perdió en el pesaje.

Si hasta Erman González se dio el gusto de ganar, para el peronismo, la elección de la recoletísima Ciudad de Buenos Aires con nada menos que un 36% de los votos, en las legislativas de 1993.

Por aquellos años, y con un gobierno 100% peronista, decenas de miles de argentinos viajaban a Miami como quien toma el subte para ir al Once, disfrutaban durante varios años de una ficticia valuación del peso, y a casi nadie le importaba que el presidente no estuviera ningún fin de semana en el país (es sabido que Menem los viernes se embarcaba en un avión rumbo a diferentes islas del Caribe en compañía de adláteres, vedettes, travestis de moda, y demás integrantes de su corte,  para recuperar talante en medio de bacanales de drogas, sexo , y alcohol).

Las aventuras presidenciales a bordo de una Ferrari 348 yendo a Pinamar a 150 Km/h y sin pagar peajes, eran recibidas con sonrisas por esos argentinos tan republicanos y elitistas que hoy se ponen verdes cuando escuchan la palabra “populismo”.  Estaban ocupados en otros menesteres más lucrativos.

Los mismos tipos que hoy se sitúan a sí mismos en una especie de elite pensante, ilustrada  y racional,  aplaudían y votaban a dos manos a un presidente que tenía gravísimos e insolubles problemas con el idioma castellano.

Menem tomó al país con una deuda externa de 63.000 millones de dólares, y la dejó con 150.000 millones.

Finalmente, quienes se beneficiaron con Menem?   Los mismos que con la dictadura. Las familias patricias junto a la patria contratista. Más de lo mismo.

 

Los Kirchner

Íconos de la demagogia y el discurso falseado, los Kirchner comenzaron su demagogia colgándose pergaminos de supuestas luchas de resistencia contra la dictadura de los setenta, cuando en realidad al sonar el primer tiro en La Plata salieron corriendo despavoridos rumbo al sur, para ejecutarle propiedades a los laburantes que no podían pagar sus créditos atados a la circular 1050.

Para los más jóvenes, sintetizaremos la 1050 diciendo que era un sistema de ajuste crediticio que hacía que, cuanto más pagabas, más debías. Así, tal como lo leés, man.

¿Sabés cuántas marchas de protesta le hizo la elite porteña y de las grandes ciudades a los milicos, a causa de esa circular 1050? Ninguna.

Gracias a su proximidad de años con el gobierno, tanto el sindicalista Hugo Moyano, y algunos otros como Víctor Santa María, consiguieron prebendas extraordinarias para sus afiliados.  De este modo, cuando las papas de la guita sencilla comenzaron a recalentarse, la elite que hoy abjura del populismo se comenzó a enloquecer al darse cuenta que el camionero que le transportaba la mercadería ganaba lo mismo que él, y que el encargado de su edificio laburaba mucho menos, y ganaba mucho más.  No lo soportaron.

Pero cuando hacia el año 2007, o 2008, algunos comenzamos a advertirle a la gente que los Kirchner se estaban robando el país, la respuesta que recibimos fue un 54% de votos para Cristina Kirchner en 2011.

¿Y quiere que le diga algo? Nadie obtiene un 54% de los votos sin contar con el apoyo de las clases medias. Las clases medias son demasiado veletas, y desmemoriadas.

Luego de la recesión de 2009, vino el efecto luto, y la recuperación de 2010, de modo tal que a Cristina la votaron hasta los mismos tipos que la puteaban en 2008 por la crisis con el campo. Con la boca la puteaban, pero con una mano encanutaban los dólares de la cosecha, y con la otra la votaban.

Así nos debimos fumar 4 años más de una presidente inoperante e incapaz.  El bolsillo todavía estaba medianamente a salvo, y que se hubieran robado el país, que lo hubieran inundado de droga, y que fueran una banda de impresentables no les preocupaba prácticamente a nadie.

¿O acaso hay algo más popular que un 54% de los votos?

Incluso, al momento de escribirse estas líneas, tras 12 larguísimos años de gobierno y sin poder ser reelegida, el candidato que CFK designe para sucederla tiene una intención de voto del 30%.

11 millones de ñatos que los votan igual, pongan a quien pongan, lo que demuestra una popularidad aún mayor a la de Carlos Menem, luego de su década.  O, por ejemplificar distinto: Ya llevan gobernados más años que el propio Juan Perón, y contando…

Con el país en estado calamitoso, con la justicia y la división republicana de poderes seriamente amenazadas, midiéndose sus robos en puntos del PBI, con un fiscal que aparece muerto violentamente en Enero, y del cual, en Mayo, lo único que se sabe es que permanece muerto, con el peso destrozado, sin crédito, sin chances de ahorro, con recesión, descolgados del mundo serio, con una ola de crimen jamás vista y con la droga lloviendo en cada provincia, en cada ciudad y en cada barrio. Van, y los votan.

¿Pero son 10 millones de planeros cuasi indigentes los que revientan el municipio urbano de la costa desde San Clemente hasta Mar del Plata cada verano?  ¿O son 10 millones de clase media los que se escapan todos los jueves hasta el domingo rebalzando rutas y clausurando casi por completo la actividad en cualquier ciudad?

Son negritos peronistas indigentes los que no laburan casi nunca, o laburan solamente de Lunes a Jueves, o son parte de esa elite de clase media pacata que se declama diferente, pero hace exactamente lo mismo?

¿Finalmente, quienes se beneficiaron con los Kirchner?

Aunque con excepciones, terminaron saliendo airosos, otra vez, los mismos de siempre. Porque así como la dictadura y el menemismo introdujeron en los grupos de poder a la llamada patria contratista, de los Bulgheroni, los Macri, etc, el Kirchnerismo introdujo ante todo, a sí mismo, el grupo económico Kirchner, que además de robarse toneladas de dinero se quedó con empresas y poder. Pero ganaron los Ezkhenazi, los Cristóbal López, y por más que cacarearon y cacarearon, no les tocaron un pelo a los Grobocopatel, ni a la Sociedad Rural, e hicieron grandes negociados con los Macri, uno de los cuales es el principal gestor de negocios y negociados con China.

Con el jefe de gobierno Mauricio Macri se repartieron  los negociados inmobiliarios de la ciudad de Buenos Aires. Y le dejaron el campo expedito para que su padre continúe rigiendo todo lo atinente a China.

En resumen: A diferencia de todos los gobiernos anteriores, los Kirchner se metieron en medio de los negocios más grandes, y fueron parte.

 

Macri

En 7 años de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri hizo sapitos bajo nivel, corrió las paradas de colectivos al medio de la calle, y dejó en las calles perennes cuadrillas de asfalto que se dedican a levantar la calzada de las avenidas, para repavimentarlas, y volver a levantarlas para volver a pavimentarlas. La cosa es que usted vea que siempre están haciendo algo.

También apaleó indigentes en las calles mediante su infame UCEP,  reprimió a médicos, enfermeros y pacientes en el Borda, y metió alumnos a estudiar dentro de containers de chapa. Pero esas minucias no parecen preocuparle ni un poquito a nuestra clase media, que ni duerme en la calle, ni acude a hospitales públicos, ni manda sus niños a escuelas púbicas.

La realidad es que las clases medias con ansias de figuración no desean un cambio de políticas, sino un cambio de rostros y modales.  Les apareció un muchacho blanco, ingeniero, que no se pelea con nadie, y que les hace la obra pública que garpa electoralmente, y lo quieren como presidente ante el retiro inexorable, por cuestiones antes legales que electorales, de Cristina Kirchner. Se vuelven a equivocar. Vuelven a elegir al que, en la práctica,  no lo representa.

En estos siete años de gobierno macrista se registraron las siguientes delicias de la vida porteña.

- Incremento inusitado de población de asentamientos precarios, donde se vende todo tipo de droga, y que cuentan hasta con grupos paramilitares propios, mejor pertrechados que la mismísima gendarmería, dispuestos estratégicamente para cuidar el negocio de los narcóticos ilegales.

- Incremento extraordinario de prostíbulos, casas de citas, y travestis itinerantes, ofreciendo comercio sexual aún a plena luz del día, y sin que importe la eventual proximidad de escuelas y sitios de esparcimiento para niños.

- Obra pública de la ciudad realizada casi en su totalidad por el empresario Nicolás Caputo, amigo de la infancia y socio del Jefe de gobierno Macri,  que gana las licitaciones porteñas con la misma exacta facilidad con que Lázaro Báez gana las nacionales.

- Inauguración de estaciones de subterráneo realizadas casi en su totalidad por gestiones anteriores, y publicitadas como propias.

- Anuncio de que se ponen los dineros de la ciudad de Buenos Aires a disposición de los clubes de fútbol, para financiar la compra de futbolistas chinos (¿?)

- Incremento inusitado de máquinas tragamonedas y toda suerte de juegos de azar, que, como cualquiera sabe, son mayoritariamente apelados por aquellos que menos tienen.

- Condonación de deuda de 2000 millones de pesos al empresario capitalista de juego Cristóbal López, socio de Néstor Kirchner.

- Aumento constante de impuestos (principalmente inmobiliario y ABL) arbitrariamente, y por encima de cualquier tasa de referencia verificable.

- Endeudamiento de la ciudad de Buenos Aires en la módica suma de 1450 millones dólares.

La elite porteña que declama contra el populismo y exige decencia, exalta valores de trabajo y honradez, y mira para otro lado cuando se le acerca un negro, le puso medio millón de votos a Rodriguez Larreta, responsable directo del suicidio del Doctor René Favaloro, en 2000, y más de 800.000 votos al PRO, el background ejecutivo que sostiene la candidatura presidencial de Mauricio Macri.

Y uno se pregunta pues. ¿Es que con el 47% de los votos en capital, esto no es populismo? 

¿Es que acaso, gastar 2 millones de pesos por día en publicidad, no es demagogia?

La “elite”, como se ve, exige moral, pero muy selectivamente. Acaso estén exigiendo aquello de lo que probablemente  carezcan.

 

Conclusiones

Demostrada que fue la inexistencia del llamado populismo, (porque los que nos comprende a todos, no puede ser enrostrado a ninguno), nos queda analizar el comportamiento de las supuestamente diferentes clases sociales, para determinar si son, como algunos piensan, tan diferentes.

Tengo para mí, que no lo son.

Lo que acontece aquí es algo muy diferente a populismo vs antipopulismo. Aquí lo que hay se llama “odio social”. Es antiguo, es indeleble, y es una mierda que nos posterga desde siempre.

Hay un sector humilde y trabajador que no suele tener demasiadas voces , ni meterse con los demás, porque es consciente de su condición.

Y por supuesto que ese sector social está infestado de delincuentes, porque no tiene cómo evitar que les copen la parada. Pero a nadie, o a muy poca gente le interesa enterarse que esa gente sufre la inseguridad, la droga y todo tipo de crimen, en proporción de 10 a 1 respecto de la llamada clase media.

Hay un sector de clases medias que odian a los anteriormente descriptos, porque se consideran superiores, porque acaso han tenido estudios terciarios, o han tenido acceso a otras cuestiones, pero no reconocen que poco o nada de ese acceso ha acontecido por mérito propio, sino, antes bien, por el esfuerzo y la determinación de sus mayores, y que cuando se expresa lo hace de manera no muy diferente a esos a los que tanto odian.

Beben tanto o más que los anteriores, bailan las mismas cumbiambas que los anteriores, aman del mismo modo Tinellizarse desde hace 25 años, y los engañan con la exacta misma facilidad que a los anteriores.

Esa clase media que nunca fue consciente de su legítima pertenencia, porque siempre quiso tener el inodoro más alto que el instrumento orgánico de micción, que cree que en la Sociedad Rural lo van a recibir con los brazos abiertos, sin darse cuenta que, si es que lo dejan entrar, le van a poner una escoba en la mano y una cofia en la cabeza.

Esa clase media que, en sus más jóvenes generaciones, prácticamente no ha hecho nada en la vida per se, sino merced a lo que trabajaron y les dejaron sus mayores. Algo que muy difícilmente ellos estén en condiciones de hacer con sus propios hijos.

A esa clase media joven que desistió del techo propio, porque alquilar le permite tirársela toda encima, le pregunto: ¿Cuál es la diferencia entre vos y el negrito que se toma lo que gana?

Y después está la minoría determinante. Las clases altas que encabezan los grupos de poder económico, que dentro del sistema democrático, por cantidad, no le pueden ganar una elección a nadie, y eternamente pulularán tratando de infiltrar sectores políticos populares, para conseguir lo único que les interesó, y que les interesa: Continuar teniendo el poder, sobre todos los demás.

Los identifica usted sencillamente, toda vez que circule algún paper con listados de cuentas de argentinos en el exterior: Siempre son los mismos, con las incoporaciones de rigor que cada nuevo gobierno posibilita.

Así vinieron detrás de los militares, sus tradicionales candidatos, así se encolumnaron, desde la UCEDE, detrás de Carlos Menem, para lograra que un presidente peronista termine gobernando con Alsogaray y Cavallo, y así van ahora detrás de Mauricio Macri, que es el primer candidato de su propio cuño, con chances posibles.

En efecto, hace alrededor de 25 años que esas clases de poder dominantes vienen preparando a este candidato propio, que llega ahora bien frappé para acceder a la presidencia mediante el voto popular.

Al cabo de 100 años, la patria contratista de los noventa le instala a la Argentina blanca y poderosa un candidato propio, que viene a hacer lo único que le interesa hacer. Gobernar para aquellos a los que representa

Popular es pueblo y pueblo somos el 85% de los argentinos. Ese 85% que lleva ya casi 100 años tratando de gobernar este país, y siendo sistemáticamente vulnerado por golpes de estado, por sus propios ladrones intestinos,  y por infiltraciones de los poderosos, para hacerlos fracasar o para llevar agua para sus respectivos molinos.

Así como en el final del gobierno de Raúl Alfonsín, la consigna instalada era “radicales nunca más”, ahora la consigna instalada es “peronistas nunca más”.   Y el 85% de los argentinos no puede advertir que, precisamente, radicales y peronistas, han sido los únicos que intentaron, y pocas veces lograron, hacer gobiernos realmente populares. Popular aplica al 85% que va desde el más humilde de los obreros, hasta el  médico, el empleado bancario, o la diseñadora gráfica.

En tanto y en cuanto mantengamos ese odio de la clase media hacia los que vienen debajo de ellos en la escala social, el negocio de los poderosos estará garantizado.

Es cuestión de darse cuenta alguna vez, y para siempre, o continuar matándonos entre nosotros, mientras los poderosos, los verdaderamente poderosos, se nos ríen en la cara.

Bienvenido sea lo popular, en tanto responda al pueblo, y no a los poderosos.

Las clases medias deben aprender a elegir referentes que verdaderamente los representen, pero para poder lograr esa quimera, primero deben acometer la tarea que nunca quisieron llevar a cabo: Enterarse que no son quienes creen ser, y que tienen intereses comunes mucho antes con aquellos a los que odian, que con aquellos a  los que admiran.

"Te encanta caretear...ser aceptada dode te odian más.......velocidad mental, estratagemas y saber actuar....quien más, quien menos, conoce el juego....si así es como nos tratamos, esto va mal, muy mal"  (Charly garcía - Perro Andaluz - 1979).

 
 

18 comentarios Dejá tu comentario

  1. Otra vez Ferrante atacando al PRO, mijito sino le gusta, no sea tan alevoso, veo q no soy la ùnica que le critica lo mismo, no soy del PRO, pero hay que reconocer que son los ùnicos que han hecho algo... no hay mas ciego q el que no quiere ver... vaya y vote a mamita, veo q eso le gusta mas...

  2. en resumen: todos son socialistas-comunistas CON LA PLATA DE LOS DEMAS y la clase media es la que labura y paga.

  3. Muy buena la nota. Sus ideas sobre la clase media se parecen mucho a las de Jauretche en el libro "El Medio Pelo"

  4. Mientras llega "el asunto*', hablan de fútbol, de carreras, de política, de economía. Cuando tocan estos dos temas últimos, nunca faltará quien diga: "Lo que pasa es que los obreros no producen". Ahí está el tilingo. No se le ha ocurrido averiguar qué es lo que él produce y qué producen todos ellos, puntas sueltas, mallas erradas en la enorme red de intermediación que es Buenos Aires. Inevitablemente, éstos y otros representantes de la tilinguería son los que, ante la menor dificultad, califican al país: "Este país . de m...", colocándose fuera del mismo a los efectos de la adjetivación. Y la verdad es que el país lo único que tiene de eso son ellos: los tilingos. http://www.babeldigital.com.ar/noticias/val/4538/tilingos-por-arturo-jauretche.html Ferrantes,su nota es ejempar y que le quepa el sayo a quién se lo ponga.

  5. Sr. Ferrante, en algunas cosas se puede coincidir con Ud.. Pero el problema que tiene Ud. con Macri le quita objetividad. Pierde seriedad su análisis. Ademas, habla de lo popular sin tener minimamente en cuenta que radicales y peronistas han fracasado reiteradamente por falta de estudio profundo de nuestros problemas, prefiriendo la guitarra facil que no soluciona nada. VENDIERON EL FUTURO POR EL EXITO DEL CORTO PLAZO. Y este gobierno lo vuelve a repetir... Han usado el Estado como un botín y no como un servicio a la comunidad. Y eso se ve fácil. LUEGO SE SORPRENDEN QUE, PESE A ESTAR SUPUESTAMENTE BIEN LAS COSAS, AL FINAL TODO TERMINA MAL... Ahora tenemos un gobierno que dice que todo va fantástico, y cuando en algún momento nos alcance la realidad, veremos que era una fantasía que unos vivos la estiraron como si fuera chicle.

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