Era un candidato con coherencia política, definió a su partido como de centroderecha. En entrevistas televisas definió una clara política liberal afirmando que en el caso de llegado a la presidencia él volvería a privatizar YPF, Aerolíneas argentinas y los derechos de emisión televisiva del fútbol de la AFA.
Además declaró su intención de volver al sistema de jubilatorio de las AFJP. Coherente, claro, conciso. Eso era él, era coherente política e ideológicamente.
¿Qué ocurrió para que en las declaraciones del domingo 19 de Julio de 2015 Mauricio Macri defienda y prometa sostener el proceso estatizador llevado a cabo por Cristina Fernández de Kirchner?
O bien miente para ganar, es decir, las encuestas le indican un alto grado de aceptación del proceso estatizador por parte de la ciudadanía argentina, por ende, no quiere perder caudal electoral para la elección presidencial; o quizás es consciente de que existieron cambios estructurales a nivel económico muy difíciles de desarticular en el corto o mediano plazo.
Es que, desde 2003, tejiendo cada retazo del tejido social y productivo destruido en los ´90 se logró reconstruir un rol protagónico del Estado en la economía, con un fuerte eje en la producción, la industrialización, el consumo y el empleo.
Esto me recuerda a aquellos logros alcanzados por los gobiernos peronistas entre 1946 y 1955 ya que las diferentes dictaduras militares y los gobiernos civiles posteriores no pudieron desarticular ni el Estado de Bienestar, ni el proyecto industrializador, ni el proceso de estatización de empresas públicas.
Es más, surgió un presidente civil, condicionado militarmente, que propuso profundizar el proceso industrializador a través del modelo desarrollista, por supuesto que hablamos aquí del Presidente Don Arturo Frondizi. Dicho presidente incentivó la inversión extranjera para el desarrollo de la industria automotriz, siderúrgica y petroquímica.
Macri se define ahora como un desarrollista, dentro de sus filas se encuentra un descendiente del cerebro de aquél plan implementado por Frondizi, un descendiente de Rogelio Frigerio.
Esta impronta desarrollista tiene que ver con un fuerte lobby de la Unión Industrial Argentina quien pugna por una profundización de la industrialización pero con un ajuste en los salarios, la UIA reclama el fin de las paritarias, es decir, el fin del proceso de redistribución del ingreso para saltar hacia un proceso de desarrollo, inversión y modernización.
Por el momento no existe un consenso social que permita una ola privatizadora, tampoco el nivel de endeudamiento es alto, por lo tanto no existe la necesidad de vender las joyas de la abuela, las joyas nacionales que son YPF, Aerolíneas y el sistema jubilatorio estatal.
Tampoco existe una crisis económica como la de la hiperinflación de 1989. Crisis que disciplinó a la sociedad y generó el consenso para el proceso privatista noventista.