Advertencia: si usted tiene o gana mucho más dinero del que necesita, o si usted es formador de precios, recomendamos no pierda tiempo leyendo este artículo. Está escrito para el 90% restante de los argentinos.

Todos coincidimos en que hay ajustes que deben hacerse en la Argentina. La discusión ya no pasa por la necesidad de sincerar del tipo de cambio (dolar pasando de $9.30 a alrededor de $14, o $ 15), ni por el levantamiento de los subsidios a las tarifas de servicios.

La discusión es, simplemente, si esto debe hacerse de golpe, o puede hacerse de manera gradual.

En materia económica, tanto Sergio Massa como Daniel Scioli proponen una transición gradual, de modo tal que afecte lo menos posible a la gente. Lo hacen desde la lógica necesidad de priorizar políticas sociales, supeditando las políticas económicas a estas necesidades.

Mientras tanto, el candidato Macri declama un ajuste tipo shock, liberando el mercado de cambios, eliminando subsidios a servicios y transporte de la noche a la mañana, y otras medidas que emparentan a su plan con el infausto Rodrigazo. (*)

Yo creo que no hay demasiado para discutir acerca de esta discrepancia, porque la experiencia y la realidad proporcionan un veredicto claro.

El modelo de los Kirchner fracasó, y hay que cambiarlo, pero el país no ha explotado. La inflación tocó 40% anual en 2014, para bajar unos 10 puntos en 2015. Ninguna corrida cambiaria dejó en cero las (magras) reservas del central, hay recesión, pero no ha habido una severa ola de desempleo.

Estamos mal y vamos mal. Hay que cambiar al gobierno que fracasó. Pero mucho cuidado con lo que ponemos de reemplazo.

Por una cuestión de honestidad intelectual, debo admitir que, tres años atrás, pensaba que este Agosto del año 15 nos iba a encontrar con no menos de un 65% de inflación anual, un dolar de cerca de 25 mangos, violentas y constantes protestas callejeras, clubes de canje, y alguna que otra olla popular. Humo en las calles, y un generalizado perfume a miseria.

Pero los tipos se las rebuscaron para hacer ese soft landing que ninguno de nosotros creía que podrían hacer, y ahí los tenés encabezando la intención de voto por casi 10 porotos.

Y es este panorama global el que ofrece la respuesta a la disyuntiva del principio. El ajuste no solamente puede, sino que debe ser hecho en forma gradual, sector por sector, y cuidando mucho el bolsillo y el trabajo de la gente.

Puede y debe ser hecho así porque aquí no se ha caído del todo ninguna estantería. Dicho de otra manera: Nos guste o no nos guste, a los Kirchner no les ha ido todo lo mal que esperábamos que les fuera.

Pero en momentos como éste, cuando es necesario corregir con políticas artesanales, ponderar y prometer liberalismo feroz equivale a soltar un elefante merqueado en El Emporio de la Loza.

Entonces, mucho cuidado con las voces que se elevan desde los medios de comunicación masivos, que aseguran que no hay forma de evitar un Rodrigazo.

Ojo con los Espert-os de turno, que apuestan al Rodrigazo, porque no les interesa para nada la gente. Sólo les interesan los números, y conseguir ese shock que les permita cobrar sus acreencias a los poderosos para quienes regularmente trabajan. (...en una de esas, ampliaremos).

Mucha atención a los economistas que pontifican tener la solución de todos los males únicamente desde la economía, su especialidad, porque en muchos casos carecen del enfoque político y social necesario como para dar la talla, y nos terminamos creyendo, (una vez más), que el país son solamente los números.

El país es la gente, y los números tienen que ser buenos para la gente. No conozco a nadie que le dé de comer a sus hijos sopa de estadísticas, ni souffle de cuadros comparativos.

Alguna vez en la Argentina se dio este mismo debate, cuando Domingo Cavallo fue el verdadero presidente en ejercicio, porque nos hicieron creer que la política venía detrás de la economía, cuando la economía es, apenas, un renglón más de la política. Quizá el más importante; quizá incluso el renglón rector, pero nunca debe ser tomado como un fin, sino como un medio.

Tengamos presente que el economista estrella, que presidía, cuando lo fueron a buscar desde el nuevo gobierno, no fue capaz de desarmar su propia bomba. Y que la bomba explotó desparramando miseria, desempleo record, y el lógico incremento de la delincuencia.

Y después fijémonos cual de las propuestas actuales es la que aplaude ese mismo tipo, y saquemos conclusiones serias.

No seamos boludos, que es nuestro bolsillo, nuestro trabajo, y es el futuro de nuestros hijos.

Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla.

Fabián Ferrante

(*) Se conoce como "Rodrigazo" al ajuste realizado por el ministro de economía Celestino Rodrigo en 1975. Consistió en devaluación de más de un 150% del peso en relación al dólar, suba promedio de 100% de todos los servicios públicos y transporte, suba de hasta un 180% en los combustibles, y, como contraparte, aumento de un 45% en los salarios.

Los efectos del Rodrigazo fueron más inflación, dramática pérdida de poder adquisitivo para salarios y jubilaciones, y la bancarrota de innumerables pequeños y medianos emprendimientos comerciales, con el desempleo que acarrea.