Pasadas largas 4 horas del cierre de los comicios, alguien tenía la verdad en el correo, pero ni siquiera se animaba a revelarla. Había recibido una foto impensada, inexplicable, e indigerible. Repentinamente, todo lo analizado, escrito, encuestado y desarrollado, perdía sentido.
Nadie consideraba el escenario que finalmente se verificó, con Daniel Scioli ganando por escasos 2.5 puntos a Mauricio Macri.
Encuestadores, analistas, sociólogos, comandos de campaña….absolutamente todos manejaban números en alrededor de 40 – 32, y eso fue precisamente lo que “Cambiemos” tenía constatado, aún hasta el mismo momento en que, sin datos oficiales, Macri salió a dar su discurso nocturno.
Podemos analizar un montón de cuestiones concomitantes para entender el escueto 36.8 de Scioli, con apenas 2.5 de diferencia, y los inesperados 34.3 de Macri.
Mirar a Randazzo negándose a ser el candidato a gobernador de Bs As, a Clarín y Lanata, (dos de los grandes ganadores de la elección), derrotando a Aníbal Fernández….a CFK errando feo con la designación de Zannini como vice de Scioli...
Realmente podríamos analizar políticamente un montón de cuestiones. Pero el análisis que aparece como más atinado, un día después de la elección, es el social.
Porque el análisis político no sirve para explicar la reacción de las 96 hs anteriores al comicio, donde aparecieron más de 2 millones de personas que no habían votado en PASO, y que no aparecían en ninguna encuesta ni análisis, para votar, casi masivamente, (2/3 de ellos), a Maria Eugenia Vidal y Mauricio Macri.
Debe decirse que, el domingo, hubo una silenciosa pero contundente revolución electoral. Y muchísimo antes que la confianza y la Fe depositada en candidatos bastante menores, como Macri, Vidal, o Morales, lo que la gente priorizó fue terminar con los fantasmas de Zannini, Fernández, Milagro Sala, y demás impresentables de similar tenor.
Los candidatos de “Cambiemos” fueron la herramienta para quitarse de encima al kirchnerismo.
Uno advertía que gran parte de la ciudadanía estaba viendo a la Argentina como si estuviéramos en 2012, y el ”Vamos por todo” se mantuviera vigente como en aquél entonces. Se escuchaban muchísimo cosas como “con Zannini somos Venezuela”, “a Scioli lo van a matar”, y cuestiones de similar naturaleza. Una interesante porción del electorado votó con esas consignas en mente. Temor e incertidumbre.
Ahora se abre un compás de espera, donde deberán analizarse cuestiones diferentes.
La primera de ellas, y la más importante, es conocer cómo se repartirán los 5 millones de votos que obtuvo Sergio Massa, y que serán los que arbitren el destino del ballotage.
La segunda es saber si Daniel Scioli conseguirá modificar la foto de derrota que presenta, aún habiendo ganado por 2.5 puntos. Es poco el tiempo de que dispone como para redibujarse, y concitar interés.
Probablemente la dirigencia política opositora vaya en el sentido del voto “fresco”, y directa o indirectamente le ponga sus fichas a Macri, lo que sería bastante entendible, dadas las circunstancias.
Si esto ocurriera, podría uno decir que todas las tendencias previas al domingo, se han revertido, y hasta que Scioli podría llegar a revisar su presentación al ballotage.
Pero después de las sorpresas que depararon las urnas, analizar este peculiar momento de la Argentina, a un lapso mayor de 48 hs vista, parece temerario.