El cepo cambiario pasó a integrar este jueves la galería de ideas argentinas más polémicas y si bien el mercado financiero reaccionó sin histeria, el riesgo es que se desate una espiral inflacionaria que pulverice salarios.
Para preparar el terreno financiero, el Gobierno negoció créditos con bancos, con cerealeras y hasta con China, para evitar una disparada del dólar, pero la devaluación del 40% representa una amenaza latente sobre millones de asalariados.
Con este ajuste cambiario, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso de Prat Gay, quedará también en la historia entre las 20 devaluaciones más grandes de la economía argentina.
En lo coyuntural, la city porteña mostró este jueves un panorama habitual, sin nerviosismo, con ahorristas consultando pero lejos de aquellas multitudes que tras las salida de la convertibilidad en 2002 transitaban las calles del microcentro porteño.
En el Gobierno esperan que no haya un traslado directo a los precios, lo que de ocurrir significaría un hecho inédito en la historia argentina.
Muchas empresas, industrias y distribuidoras vienen ajustando precios "en forma preventiva" desde el balotaje, cuando tras el triunfo electoral de Mauricio Macri vieron venir la salida del cepo y el aumento del tipo de cambio.
Cuando eliminó retenciones, Macri le pidió encarecidamente a ruralistas e industriales que no aumenten, y a los gremios les reclamó bajar el ausentismo y la conflictividad.
Desde esferas oficiales insisten con un Pacto Social, una idea que en el país tuvo tantas ediciones como fracasos. A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, la depreciación del peso argentino constituye un hecho traumático y de inmediata repercusión inflacionaria.
"Esto tiene un aroma a los ´90", dijo sin dar lugar a interpretaciones el líder de la CGT, Hugo Moyano, quien se mostró en varias oportunidades durante la campaña electoral con el presidente Mauricio Macri.
El dirigente de los camioneros agregó: "Espero que no hayan sacado el cepo al dólar para ponérselo a las paritarias", que sonó a advertencia de cara a las negociaciones salariales que están empezando en diversos sectores.
En igual sentido se expresó el líder de los gastronómicos, Luis Barrionuevo, al anticipar que si hay aumentos y quita de subsidios el reclamo llegará al 50%.
Hasta ahora, la gestión macrista anunció eliminación de retenciones a ruralistas e industriales, en una medida elogiada no sólo por la dirigencia de ambos sectores sino también por un amplio abanico de economistas ortodoxos.
En igual medida comunicó la simplificación de procedimientos para importar, que puede resultar vital para reanimar diversos sectores industriales que están a punto de paralizarse, pero también un riesgo para las pymes.
En paralelo, el Gobierno tiene decidido eliminar subsidios a tarifas de gas y luz desde enero, lo que también impactará en los bolsillos de sectores medios.
Con menos retenciones, un dólar alto, menos subsidios, devaluación, el Gobierno apunta a reanimar el aparato productivo, alentar exportaciones y recortar el déficit.
Todos los anuncios favorecen a exportadores y grupos económicos: la gente aún no escuchó medidas que le puedan mejorar directamente el golpeado poder adquisitivo.