Los sucesivos pasos en falso del Gobierno para atrapar a los tres prófugos del Triple Crimen de General Rodríguez irradian sobre uno de los grandes desafíos de la administración de Mauricio Macri, que este domingo cumple un mes.
El "Combate al narcotráfico" figura como uno de los tres ejes de campaña y ahora de gestión del presidente, junto con la "Pobreza Cero" y el mentado objetivo de "Unir a los argentinos".
La huida argentina mostró a un país permeado, donde los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci se movieron con apoyatura del servicio penitenciario y policial, conexiones políticas y cobertura del narcotráfico.
Así lo establecen las distintas causas abiertas desde que el 27 de diciembre salieron casi sin despeinarse del penal de máxima seguridad de General Alvear.
La captura de Martín Lanatta quedó este sábado opacada por la noticia de que sus secuaces también habían sido atrapados, aunque finalmente esa información resultó falsa y sumió a los gobiernos nacional y bonaerense en un papelón inesperado.
En México y previamente en Colombia, el narcotráfico llegó a controlar regiones y montarse como un Estado paralelo. En la Argentina, la alarma la encendió en 2008 el Triple Crimen. El escape de los condenados por ese hecho y la red de complicidades muestra un retroceso ocho años después.
Estas tramas, cuando encienden las alarmas de las sociedades, causan impactos políticos.
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, quien a fines de 2012 devolvió al PRI al poder luego de doce años, cayó a su nivel más bajo de popularidad hace seis meses tras la fuga del "Chapo" Guzmán. Por eso se apuró ahora a anunciar la recaptura.
Autoridad presidencial
La gambeta de los narcos argentinos ya había dejado al desnudo la vulnerabilidad del naciente gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal. Con el correr de los días la crisis se nacionalizó y los traspiés para dar con los prófugos mostraron un sesgo de debilidad de un gobierno que buscó todo lo contrario, en algunos casos pecando por exceso: mostrar autoridad.
Una de las principales características de este mes de Cambiemos en el poder fue la determinación para tomar medidas medulares tanto en el ámbito político como en el económico, antagónicas con los gobiernos anteriores.
Esa voluntad se plasmó también en la baja tolerancia a las protestas. Pasó con los obreros de Cresta Roja que cortaron el acceso al Aeropuerto hace unas semanas y este viernes con empleados municipales de La Plata, echados de la administración del macrista Julio Garro por ser presuntamente "ñoquis".
La cuestión de los cesanteados cruza a prácticamente todas las nuevas administraciones, nacional, provinciales o municipales: el kirchnerismo regó de nombramientos su retirada y puso a los sucesores ante la disyuntiva de ser complacientes o despiadados.
Todos los ministros nacionales encontraron planteles engordados de empleados, con casos de funcionarios que cobran por encima de 40.000 pesos y nunca se presentaron a trabajar. Por ejemplo, en el Órgano de Control de Concesiones Viales (OCCOVI), ahora bajo la tutela del Ministerio de Transporte, se toparon con una planilla de 400 trabajadores, de los cuales 300 fueron designados entre mayo y noviembre pasado.
La mano de hierro del presidente se extendió al ejercicio del gobierno a través de decretos, algunos reprobables como el nombramiento en comisión de dos integrantes de la Corte Suprema de Justicia —luego puesto en suspenso— y la neutralización de la Ley de Medios, aprobada por el Congreso y convalidada por la Corte, aunque aplicada de manera sesgada por el kirchnerismo.
La vía del decreto complicó su intento inicial de abrir el diálogo con la oposición y envalentonó al ultrakirchnerismo en su contra. En esa pulseada, el Gobierno tiene de su lado que el Frente para la Victoria entró en una lucha por el liderazgo, entre K puros y peronistas "territoriales" o rebeldes como Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa, ahora posibles aliados.
La economía
Macri dio un volantazo en la política económica, empezando por la designación de un equipo surgido en su mayoría de gerencias ejecutivas de empresas o de la banca privada.
Eliminó retenciones a la producción agropecuaria e industrial, restricciones al comercio exterior y levantó el cepo cambiario, medidas que en principio generaron una transferencia de recursos hacia sectores de poder en detrimento de los salarios, pero que aspira a que sean punto de partida para volver a crecer.
Pasó el primer round y la moneda está en el aire. La gran apuesta inicial del Gobierno es contener la inflación, bajando expectativas de aumentos de precios. Por eso, el equipo económico renovó al menos hasta mayo una herramienta K con la que no comulga: el plan Precios Cuidados.
En ese marco, la anunciada convocatoria a un acuerdo social entre empresarios y gremialistas fue aplazada ante la resistencia sindical a acordar incrementos salariales sin contemplar el impacto de la devaluación y la inflación.
El gobierno espera también desbloquear inversiones a través de la diplomacia presidencial. Rápidamente Macri tendrá encuentros con jefes de Estado del mundo desarrollado, como Angela Merkel en el Foro de Davos, Francois Hollande en febrero en Buenos Aires y Barack Obama a fines de marzo en Washington.
En política exterior, el presidente marcó abismales diferencias en la postura del gobierno argentino hacia Venezuela y, pese a las disonancias ideológicas, entabló un relanzamiento de las relaciones económicas con Brasil y políticas con Uruguay.
Macri también prevé este año visitar al Papa Francisco. A sugerencia de la canciller Malcorra desistió de hacerlo en un alto de su visita a Davos. "Si vas a ver al Papa, vas a ver al Papa, no hacés una escala en El Vaticano para ir a otro destino", le recomendó la nueva jefa de la diplomacia argentina.