La obsesión de los gobernantes —o de sus asesores— por estar hiperconectados las 24 hs y utilizar las redes sociales para comunicar todo lo que suceda en el microcosmos de la Administración, tiene sus riesgos.
Durante la llamada "crisis de la triple fuga de General Alvear", cuando todo el país estuvo en vilo por la evasión de tres peligrosos criminales, condenados por el triple homicidio de General Rodríguez, las más altas autoridades gubernamentales "informaron" a la población a través de sus cuentas de Twitter y Facebook, sobre los avatares de la búsqueda de los delincuentes, con papelón incluido cuando se felicitaron mutuamente por una recaptura que al final no había sido, sino hasta varias horas después.
Evidentemente, las redes sociales han revolucionado el mundo de las comunicaciones interpersonales. Se han convertido en una herramienta muy valiosa para la difusión planetaria de ideas, posturas, noticias, chimentos, publicidades o simplemente, tonterías. Les cambió la vida a los periodistas, que ahora tienen fuentes a granel en el bolsillo de su jean o en su cartera. Hizo multibillonarios a sus creadores y muy ricos a sus accionistas. Y así.
Es decir, nadie —en su sano juicio— puede negar los beneficios de estas plataformas informáticas de alcance masivo. Pero su uso indiscriminado por parte de los funcionarios de alto rango, amén de banalizar sus importantes responsabilidades, puede transportarlos al grotesco en cuestión de segundos.
Un presidente, un gobernador, un ministro, un intendente, no puede —no debería— comunicar actos de gobierno por Twitter o Facebook. Tal vez pueda replicar en sus cuentas algún comunicado oficial —debida y prolijamente redactado— reenviando al link de las páginas oficiales o alguna fotografía o ilustración...
Pero hacerse los graciosos, los serios, los sarcásticos o los solemnes por las redes sociales, lleva a los funcionarios al pantanoso terreno del ridículo.
Y, como en otros aspectos de la vida, del ridículo no se vuelve... Aunque se puedan borrar los tweets, eliminar los posteos de Facebook o aclarar los yerros vía Whatsapp.
Pido perdón a los asesores tech por estas breves reflexiones.
Marcelo Carlos Romero
Fiscal del Ministerio Público
Especial para Tribuna de Periodistas