La sociedad argentina está atravesando un momento de mucha ansiedad, y distintos tipos de ansiedad; por ejemplo ansiedad judicial y ansiedad económica, si es que se pueden calificar y clasificar los distintos tipos de, valga la redundancia, ansiedad.
Hoy por hoy, la ansiedad que tenemos la inmensa mayoría de los argentinos es la de justicia. Somos muchos los que tenemos ansias de justicia, somos muchos los que vivimos décadas de ver pasar delincuentes por la función pública y que nadie vaya preso. Somos muchos los que queremos que de una buena vez devuelvan lo robado.
El caso más emblemático, lógicamente, es el de Lázaro Báez, que, digámoslo con todos las letras, es Kirchner. Lázaro Báez es Néstor y Cristina.
Ver parte de lo robado causa sentimientos encontrados. Por un lado se siente algo de satisfacción ver como se allanan propiedades suntuosas, de lujos extremos y repugnantes mientras Lázaro pasa sus días en una cárcel, y por otro se siente mucha indignación, bronca y dolor.
Un párrafo aparte merece lo llamativo que es que recién ahora salga todo esto a la luz. Y todo esto recién empieza, todavía falta lo mejor. Pero, ¿dónde estuvo la justicia durante todos estos años? Eso, precisamente, es lo que genera nuestra ansiedad.
En el otro extremo tenemos la otra ansiedad, la económica. Estamos atravesando un período muy difícil, en el que se tuvo que sincerar, fundamentalmente, la economía que estuvo durante una década disfrazada.
Lo demostraron los sindicalistas, realizando una manifestación para exigirle al gobierno mejoras. Está perfecto, todos tenemos derecho a reclamar mejoras. Lo que no está bien es que los gremialistas no parecen entender que hoy estamos pagando las consecuencias de la hipoteca que dejó el kirchnerismo, kirchnerismo del que todos ellos, en algún momento, formaron parte.
Sin embargo, del otro lado de la grieta, también hay ansiedad. Es distinta, claro, pero los del otro lado de la grieta también están ansiosos. La diferencia es que es otro tipo de ansiedad. Ellos están ansiosos por ver el caos, el fracaso del gobierno.
Eso sí, en este caso hay que diferenciar dos grupos. Unos son los votantes kirchneristas, que no saben por qué, en la inmensa mayoría de los casos, y con argumentos ridículos, en otros, quieren volver a escuchar las insoportables cadenas nacionales de Cristina, con todo lo que ello implica, lógicamente.
Y el otro grupo son los ex funcionarios kirchneristas, aunque en este caso es entendible. Muchos de ellos, muchísimos, tarde o temprano, van a tener que rendir pruebas a la justicia, y saben que de la única manera que puedan zafar es volteando al gobierno de Macri.
Ya lo dicen sin tapujos. El filósofo integrante de la agrupación "Carta Abierta" Ricardo Forster dijo, lisa y llanamente: "Yo no quiero que le vaya bien al gobierno de Macri".
Si un intelectual, que se supone es una persona pensante, hace semejante declaración, ¿qué podemos esperar del resto?
¿Parece una locura? No, no “parece” una locura, sino que “es” una locura. Pero es lo que ellos piensan y creen que puede ocurrir. No nos olvidemos que estamos hablando de kirchnerismo, y todo es posible dentro de la dimensión kirchnerista, especialmente cuando de estupideces se trata.