"No les voy a mentir, me comprometí a decirles la verdad y en cada ocasión voy a hacer lo mejor para el futuro de todos".
Esta es una de las frases que pronunció hoy el presidente Mauricio Macri, al anunciar en la planta de la avícola Cresta Roja, el veto a la ley anti despido.
Este acto encierra tres mensajes complementarios y que significan una apuesta política muy fuerte.
En primer término, la elección del lugar. Cresta Roja es un símbolo de la estructura de subsidios, prebendas, des manejos y negociados que caracterizaba al gobierno de Cristina Fernández.
En segundo lugar, la propia frase nos recuerda a promesas emitidas por muchos políticos en el pasado, pero al acompañar esta aseveración con una decisión NO demagógica como la del veto presidencial, la misma gana en fuerza y reafirma su viso de veracidad.
Por último, el propio veto es una apuesta muy fuerte, con la que el presidente Macri pretende distinguirse de sus competidores políticos. Con una actitud serena, desprovista de frases apasionadas que buscan encender pasiones y apagar la razón, explicó el porqué de su decisión, absolutamente lógica y correcta.
Hace mucho tiempo que los argentinos no escuchábamos a algún político que dijese lo correcto, en lugar de lo políticamente correcto. Eso es una novedad que deberá saber capitalizar.
Los avances en política exterior, la actitud no confrontativa y abierta al diálogo (quizás por convicción, pero además no le queda otra) y la salida del default con el consiguiente retorno al mercado internacional; son puntos definitivamente positivos, pero que corren riesgo de ser opacados y hasta sepultados por la situación económica.
Aun no se han tomado medidas que promuevan, al menos el equilibrio fiscal y que luego puedan avanzar hacia una baja en la presión impositiva.
La apuesta del gobierno parece ser la de eliminar el déficit fiscal a través de un aumento en la recaudación, no por el cobro de más impuestos sino por un crecimiento en la actividad económica.
Probablemente vaya disminuyendo el gasto público en forma progresiva y a cuentagotas; pero definitivamente, desde el principio, Macri ha optado por no atacar de manera frontal este tema; el cual, extraña y paradójicamente, afecta la sensibilidad social, incluso la de quienes se desangran pagando impuestos.
Este juego es muy riesgoso. Esta estrategia tiene fecha de vencimiento. Si el presidente no logra mejorar un poco la situación económica (baja de inflación y al menos un esbozo de reactivación económica) antes de consumir su capital político, los argentinos habremos desaprovechado una nueva oportunidad de salir de este círculo vicioso decadente.