Sergio (Szpolski) dice que nunca tuvo un amigo que llegara a presidente. Que a él lo beneficiaría que Sergio (Massa) se convirtiera en el sucesor de Cristina Fernández de Kirchner. Pero dice también, sentado en sus amplias oficinas del quinto piso en Puerto Madero, que su tocayo no va a llegar y que él –jugado con el proyecto kirchnerista hasta el último día– no piensa en su beneficio personal.
Los dos Sergios se conocieron hace más de una década en la casa de Enrique “Coti” Nosiglia, el alfil radical que armó con Luis Barrionuevo, primero, el Pacto de Olivos, y después, unos cuantos emprendimientos más. El ahora dueño de la radios Rock and Pop y Vorterix, y del Grupo Veintitrés, fue a visitar al ex ministro del Interior de Raúl Alfonsín y se encontró con el joven que, diez años más tarde, lanzaría su carrera hacia la Casa Rosada.
Enseguida sintonizaron bien. Son parte de esa generación de “jóvenes” que vio llegar el kirchnerismo desde posiciones de poder. Los dos habían recibido una educación política previa; el alfonsinismo, el menemismo, la democracia anterior a 2001.
A poco de andar en su carrera, Massa tenía buen vínculo con los periodistas que cubrían las noticias del Conurbano en la revista Veintitrés. Pero, además, como parte de una lógica que sigue vigente, lo tenía con el dueño de la revista. (...)
Aunque la Historia probablemente los juzgue como políticos en las antípodas, a Sergio Massa se lo podría definir con una humorada que en los años noventa se utilizaba para describir a Carlos “Chacho” Alvarez. “Cada vez que abre la puerta de la heladera y se enciende la luz, sonríe pensando que es una cámara de televisión”. El líder del Frente Renovador arma su construcción con base en los municipios y con la imprescindible ayuda de los medios de comunicación.
Más allá de su deseo irrefrenable de figuración, Massa racionaliza su apuesta por lo mediático. Considera que no hay forma de hacer política sin la imagen. Por eso, piensa cada una de sus apariciones en función de la cobertura. A diferencia de Malena Galmarini, que prefiere no ir a las giras en las que abundan los periodistas, Sergio no va a ningún lado sin la prensa o sin filtrarlo a través de algún amigo periodista. Las anécdotas pueden contarse por decenas, pero con una alcanza. Como parte de su campaña electoral, el ex intendente de Tigre tiene comprados micrófonos con los logos de los principales canales de noticias. Es una inversión propia. Cuando viaja al exterior, le pide a su jefe de prensa, Claudio Ambrosini, que no olvide los micrófonos.(...) El objetivo es que la gente se entere.
El clan mendocino
El primer contacto de Massa en materia de contenidos fue Daniel Hadad. El ex dueño de Radio 10 conocía a Fernando “Pato” Galmarini de los años menemistas, la era en la que comenzó su ascenso rutilante como empresario de medios. Y trabó en poco tiempo una relación de empatía con Massa, que se inició formalmente con el micro para jubilados que ideó el entonces titular de la Anses de Eduardo Duhalde.
Más adelante, el intendente Massa le retribuiría a Hadad el espacio con la habilitación para ese negocio redondo y estratégico en su construcción de marketing y poder: el de las mil cámaras de seguridad instaladas en Tigre. Hadad y Mario Montoto ingresaron a Tigre de la mano de Sergio. Aunque sus orígenes políticos son divergentes, los dos tenían ya una enorme cercanía con Scioli y capacidad para influir en las políticas públicas de la provincia de Buenos Aires a partir de 2007, el año del desembarco del ex motonauta como gobernador. Todos estaban unidos, además, por los tentáculos de la consultora de comunicación de Alejandra Rafuls.
El segundo contacto en el universo de los medios es el que hoy más influye sobre Massa. Daniel Vila y José Luis Manzano forman una dupla que hace un aporte inestimable para el proyecto del líder del Frente Renovador. Ya hemos dicho que Massa y Vila pasan las fiestas y veranean juntos en Pinamar hace más de una década. Durante los días y las noches de enero, todo les queda cerca. Sergio alquiló hasta 2013 la casa del ministro de Justicia y Seguridad de Scioli, Ricardo Casal, y el esposo de Pamela David es dueño de un chalet que perteneció al ex corredor de Turismo Carretera Juan María Traverso. Durante el día, el balneario CR los congrega junto al ex fiscal Carlos Stornelli, el director de Contenidos de Radio Mitre Jorge “Pucho” Porta y el ex vicepresidente de Argentinos Juniors Daniel Guerra, amante reconocido de Miami, como Massa. A Vila suelen acompañarlo su cuñado, socio y hombre fuerte de Rivadavia de Mendoza, Eduardo Carbini, y el ex titular del Instituto de Casinos y Loterías de la provincia, Daniel Pereyra.
Quizás ahora no se lo propongan, algo anestesiados por el optimismo que les generan las elecciones presidenciales, pero Vila y Manzano representan un obstáculo gigantesco para la armonía con el Grupo Clarín. Propietarios del segundo holding mediático de la Argentina, el Grupo UNO, acumulan cuatro diarios, cinco canales de televisión abierta, 27 emisoras de radio AM y FM, 600 mil abonados a Supercanal, el segundo cableoperador del país, y demasiados millones de publicidad oficial. A partir de 2009 y después de algunos rodeos, los empresarios mendocinos se acoplaron al dispositivo del kirchnerismo para golpear al holding de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto.
Clarín vio a Massa como un delegado de Hadad en las aguas políticas.
Apoyaron con reservas la Ley de Medios y el Fútbol para Todos y apostaron fuerte contra Cablevisión, como ningún otro competidor se había animado a hacerlo antes. A fines de 2011, Supercanal inició en Mendoza una demanda para que se declare nula la fusión entre Cablevisión y Multicanal que había aprobado Néstor Kirchner en su última semana como presidente de la Nación, cuando apostaba a Clarín como garantía y cobertura. La querella, que cayó en manos del juez mendocino Walter Bento, terminó con la Gendarmería en la puerta de la empresa durante un lapso tenso de tres horas. Los que conocen a Magnetto dicen que será difícil que olvide esa escena.
Vila y Manzano creen todavía que Cristina Fernández de Kirchner –no todos sus funcionarios pero sí ella– está dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias contra el multimedios más grande del país. Algo similar pensaba Massa cuando era jefe de Gabinete y se lo anticipó a Jorge Rendo, el director de Relaciones Externas del Grupo Clarín. Fue una de las primeras veces que se lo cruzó en la residencia de Olivos, un tiempo antes de asumir como ministro coordinador en el Poder Ejecutivo.
—El problema que tienen ustedes es Cristina. No es Néstor.
Hay quienes afirman que, en un primer momento, Clarín vio a Massa como un delegado de Hadad en las aguas de la política. Ya no, claro. Ahora lo notan rodeado por el clan mendocino, lo cual es peor. Sergio heredó la relación con el Grupo cuando Alberto Fernández renunció, hastiado, al proyecto que más protagonismo le concedió en su vida política y al que –es justo consignar– contribuyó como pocos. (...)
Massa siempre quiso conocer a Héctor Magnetto. Si no lo hizo antes, fue porque el CEO del Grupo Clarín no habilitó esa posibilidad o porque tuvo temor de quedar enredado en un juego que no terminaba de dominar. El primer encuentro a solas entre el candidato a presidente del Frente Renovador y el cerebro del multimedios más grande de Argentina fue el 10 de junio de 2014 y tuvo el aspecto de una cita casual. Ese día, Clarín mostró en el Malba su poderío para congregar a toda la clase política y su renovada vocación de organizar debates para la elite gobernante. En la primera jornada del ciclo Democracia y Desarrollo (...) Lo que Clarín pretendía era reunir a políticos de todos los partidos opositores, en un intento de trazar coordenadas para el próximo gobierno.
(*) Extracto de “Massa. La biografía no autorizada” de Diego Genoud.