Con bombos y platillos y, con la presencia de la cabeza de los tres jefes mayores a nivel presupuesto, nos referimos a Mauricio Macri, el jefe porteño Horacio Rodríguez Larreta y la gobernadora María Eugenia Vidal, se anunció la construcción de una supuesta mega obra en la zona de Puerto Madero.
El anuncio, carente de toda originalidad, implica de hecho la anulación de la anterior “idea” de realizar una gran “Estación Central” de trasportes, debajo de la avenida 9 de Julio, que es, a todas luces, técnicamente imposible.
¿En qué consiste la obra de la “novedosa” Estación Central Buenos Aires? No se saben con certeza en realidad los detalles menores, pero a grandes rasgos, consiste en el refrito de uno de los proyectos megalómanos “noventistas” que no se pueden concretar desde los años noventa (menemismo) dado que no somos ni un Emirato Árabe ni contamos con niveles de desarrollo e inversión o un PBI de la magnitud de china u otra potencia similar que justifique tamaño gasto.
De hecho están usando infografía que ya se usó hace diez años, pero no tenemos información detallada si se trataría del proyecto estudio Torcello en sí mismo, o copiado, o una cosa menor, “trucha”, a medio camino.
El anuncio no tiene nada de original. Es el refrito del proyecto referido que se promueve desde fines de la convertibilidad, realizado por el Holding Torcello, cosa de la que escribimos hace ya nueve años en la nota “De Guatemala en Guatepeor” y en el cual criticábamos el megaproyecto de dicho holding, consistente en unir las autopistas Illia con La Plata y los trenes General Mitre y General San Martín con el General Roca secando Puerto Madero, y utilizando la zanja de los actuales diques.
En aquel proyecto de Torcello (originalmente más completo) se diseñaban varios sectores de estacionamiento en distintos niveles con capacidad de hasta 60.000 lugares. A la vez, se extendían los ramales del subte B, el D y el E hasta la nueva “Gran Estación Buenos Aires” en donde se enlazarían con la nueva megaobra.
Pero todo esto no era una “idea loca” de un improvisado sino uno de los tantos proyectos que los gobiernos de los noventa y de después también ya proyectaban. Por ejemplo, esta idea fue promovía por acuerdo firmado con fecha 7 de febrero de 2006, hace diez años.
El único problema es que salía la friolera de 70.000 millones de dólares de aquel momento, hoy muchísimo más, probablemente el doble y a realizarse en, al menos, 10 años.
Otras obras también estudiadas en los noventa fueron la “Aeroisla”, un dislate en el cual se pretendieron gastar 7.000 millones de dólares, y que su utilidad fue desacreditada por el Centro de Ingenieros, quien en su momento informó que debería, de ser necesario, construirse una aeropeninsula frente al aeroparque, hacer un puente, y gastar cien veces menos… pero claro… siempre el negocio de la “Patria Contratista” es facturar…
Conclusiones
Los disparates argentinos versus las obras necesarias para la gente. ¿Son viables los proyectos megalómanos como el “Estación Central Buenos Aires”, la torre de oficinas autosuficiente 300 metros en el río frente a Puerto madero o la “Aeroisla” (que incluía una cruz gigante en la entrada del puerto) o el ”Tren Bala” que quería Néstor?
Aun aquellas personas megalómanas que se extasían con obras faraónicas deben saber que nuestro país está muy lejos de necesitar incluir entre sus gastos estas obras de dudosa necesidad, que solo logrará vaciar de presupuesto a los barrios, que se olvidan del interior del país porque pisotean el federalismo, que solo buscan golpes de efecto electoral por una parte y que siempre son propuestas por los mismo grupos concentrados de la llamada “patria contratista” que hoy vuelve a la carga esto proyectos populistas con los cuales quieren poner toda su maquinaria de negocios para chuparle plata al estado.
Muchas obras que se ven de esa envergadura son emprendimientos privados. Si los privados y el famoso “mercado” no las hace… ¿por qué deberíamos pagarlas todos los argentinos?
Que las grandes obras de infraestructura deben tener correlación con el universo de personas que benefician, entendiendo por personas, también, a los que no somos millonarios, ni vivimos en Puerto Madero, Pilar o en un “Country”. No necesitamos la Estación Central Buenos Aires.
Es más, ni siquiera es el único proyecto existiendo otro, el del estudio de arquitectura Álvarez que uniría las autopistas por la zona exterior y sin gastar el dineral que se oblaría con el impulsado por el poder de manera tan pretenciosa… Debemos decir que no a los proyectos del despilfarro populista de Macri y sus amigos.
Sí necesitamos que se termine el alargue de la línea E, que ya lleva 5 años de atraso, y que cumple con el mismo fin de unir las cabeceras de los subtes.
Por otra parte, es viable la unión de los ramales Mitre-San Martín-Roca que se puede hacer a nivel en forma parcial, por el mismo corredor del tren que el ex Jefe de Gobierno Jorge Télerman hizo correr en Puerto Madero, y una parte menor atrincherada para unir con el tren Roca. Siempre y cuando se estime un plan ferroviario, que no se conoce, con lo cual no se entiende para qué hacer un corredor que una los ferrocarriles que hoy no corren. Necesitamos que se termine el plan de subtes.
Necesitamos que se hagan autopistas y se electrifiquen los ramales San Martín y Belgrano, siempre prometidos y nunca terminados. Que se hagan las obras de infraestructura y trasporte prometidas tanto en Córdoba Capital como en Rosario, eternamente postergadas.
Se necesitan al menos 4 puentes nuevos sobre el Riachuelo… ¿Alguien escuchó al gobierno hablar de esto?
Se necesita con urgencia suplantar, aunque sea parcialmente, los 10.000.000 de camiones anuales que trasportan cereal principalmente a Rosario y Bahía Blanca por trasporte ferroviario, porque perdemos miles de millones de pesos en arreglar rutas que el campo y los cerealeros no costean.
Sí es necesario unir la autopista Illia con la autopista La Plata, lo cual se puede hacer sobre nivel como el resto de las autopistas, y empezar a desmontar el puerto de Buenos Aires, pero lo que seguramente no es necesario es que los grandes pulpos de la construcción amigos del gobierno le facturen al estado miles y miles de millones de dólares en los próximos años. ¿O sí?