Cualquier charla sobre el porvenir electoral arranca hoy bifurcada en "si Cristina juega o si Cristina no juega", pero también cualquier proyección sobre el resultado de los comicios depende en esas mismas discusiones de "si Macri logra encarrilar a la economía o si sigue a los tumbos".
Así, por cuestiones diferentes, Macri y Cristina Kirchner se sostienen en el centro de gravedad política de cara a las elecciones de medio término del presidente de Cambiemos.
La exmandataria tiene una elevadísima imagen negativa. Esa pérdida de popularidad posiblemente se agudice con el avance de las múltiples causas abiertas en su contra en los tribunales.
La semana que pasó concluyó la feria judicial y fue citada junto con sus hijos Máximo y Florencia a indagatoria por la causa Los Sauces, una de las tantas que indaga sobre las concesiones de dinero público a los empresarios Lázaro Báez y Cristobal López que luego retornarían a la entonces familia presidencial.
Cristina ya fue procesada por la venta de dólar a futuro y por una supuesta matriz de corrupción en la obra pública. Además, fue reactivada la denuncia en su contra del fallecido fiscal Alberto Nisman por presunto encubrimiento del atentado a la AMIA.
El derrotero de la exjefa de Estado por los tribunales seguramente mantendrá su bajo nivel de credibilidad pública pero no le restará la adhesión de un núcleo duro que, según las encuestas, puede rondar el 30% de los votos y que en una elección legislativa se convierte en muy trascendente.
Para Macri el fin de la feria judicial tampoco fue neutro: el fiscal Federico Delgado sigue avanzando sobre su familia en el expediente local del Panamá Papers y el caso del jefe de la AFI Gustavo Arribas, quien recibió al menos una transferencia de un operador del caso de coimas internacional Lava Jato, parece adentrarse en un camino sinuoso de explicaciones débiles.
Camino a las urnas
Cristina Kirchner puede prescindir de una candidatura, puede postularse como candidata a diputada nacional por Santa Cruz o Buenos Aires, o ir por el premio más grande que sería una banca de senadora por el distrito más importante del país.
En una elección legislativa donde influyen gobernadores del PJ de distinto pelaje -kirchneristas, díscolos, dialoguistas y cercanos al Gobierno- será difícil hacer una lectura nacional del resultado y el termómetro nuevamente será Buenos Aires.
Con esos datos, el peronismo está en estado de indefinición. En las últimas horas, aquellos que con mucho énfasis habían decidido iniciar otra etapa sin Cristina ni los muchachos de La Cámpora -el grupo de intendentes conocido como Esmeralda- tuvieron que retroceder para dar espacio a los ultras en pos de "la unidad".
"Si Cristina juega y tenés que ir a una interna seguro perdés, así que habrá que ver qué es lo que hace, el problema es que seguramente va a jugar a la indefinición hasta el final", se confesó un referente de los Esmeralda.
El frente oficialista constituyó una mesa política -por el PRO estarán Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Humberto Schiavoni y Emilio Monzó- junto a referentes radicales y algunos convidados de la Coalición Cívica y del partido Fe de Gerónimo Venegas.
En Buenos Aires, la estrategia sería que el PJ vaya lo más dividido posible, incluso sumando peronistas a las filas del oficialismo en un clásico juego de suma cero.
El "si Cristina juega" también ronda el campamento de Cambiemos. Pese a que creen que el rival a vencer es Sergio Massa, porque comparten un amplio universo de votantes que podría inclinarse por uno y otro espacio, el rol que tomará la expresidenta será central para definir las candidaturas propias.
La gobernadora María Eugenia Vidal preferería una elección sin grandes figuras en la que su estrella permita llevar a candidatos de bajo relieve a una victoria trascendental para la pretensión oficial de equiparar las fuerzas en el Congreso nacional.
"Pero si Cristina juega nadie le va a poder impedir a Lilita Carrió que juegue en la provincia", sostuvo hace unas horas uno de los hombres que se encamina a ser candidato por Cambiemos.
En el oficialismo se esmeran en afirmar que la figura de Massa se desplomó luego de su jugada por Ganancias de final de año, pero también reconocen que tiene un potencial de recuperarse.
El tigrense regresó a la escena pública en los últimos días con una versión renovada de la tercera posición que busca encarnar entre "el Macri liberal y el kirchnerismo corrupto".
Brotes verdes y de furia
Desde que Macri asumió, la sociedad que espera algún cambio positivo de sus reformas vive en una transición permanente. Del primero al segundo semestre y ahora hasta mitad de año, pero en el medio hay quienes empiezan a sentirse defraudados.
Dentro de esa última franja se encuentra los dirigentes de la CGT que esta semana anunciaron un plan de lucha: abandonó la mesa de diálogo entablada con el gobierno y los empresarios y anunció movilizaciones y un paro para marzo.
Los dirigentes referenciados en Juan Domingo Perón protestan por los despidos -sobre todo en el sector industrial- pese al compromiso empresarial de suspenderlos y no ven una reactivación firme como pretende instalar el Gobierno.
En los últimos días, el equipo económico salió a afirmar que de la mano de sectores como el automotriz, el de producción de motos, de algunos rubros para la construcción y de agroindustria, enero mostraría una mejora interanual en torno al 0,5%. Economistas privados ratifican un lento despegue.
Pero en contrapartida, anunció aumentos en las tarifas eléctricas -nuevamente por encima de lo esperado-, peajes, combustibles y prepagas. Esos incrementos ponen en tela de juicio la pauta de inflación proyectada para 2017 de 17%, que es la base sobre la que el Gobierno quiere que se discutan salarios.
Los gremios lo rechazan de antemano y esa pulseada llevó a 17 provincias a tratar de unificar criterios frente a la siempre conflictiva paritaria docente, que este año el gobierno nacional dejó en manos de los gobernadores. La moneda sigue en el aire.