Dicen que en los pequeños detalles se ven las grandes cosas. La Argentina es el único caso en el mundo en el que: Las plazas están enrejadas. No se puede hablar por teléfono en un banco. Las cajas de los bancos estás tapadas.
Manejar borracho y/o drogado es un atenuante en lugar de ser un agravante. La cadena perpetua no es perpetua. Más del 50% del sueldo de un trabajador o de lo que cualquier persona, comerciante o empresario gana es destinado a impuestos.
Un paquete de chicles es más caro que un viaje en subte. Un delincuente o asesino de 15 años no va preso. Si un grupo de personas corta una calle o ruta la policía los protege.
Pero no solo eso, hay más, mucho más. Argentina es el único país en el mudo en el que hacer algo normal, está mal.
Citemos una lista de ejemplos cotidianos:
1- Una señora toma mate en la puerta de la casa con una vecina. Vienen dos ladrones, las meten adentro y les roban. El marido le dice: ¡Ehhh, pero la culpa es tuya! ¿Cómo vas a estar en la puerta tomando mate?
2- Un señor lava el auto en la puerta de la casa. Aparecen dos delincuentes, se le meten en la casa, le roban todo y se lo llevan en su auto, que también se lo roban, obviamente. La mujer le dice: ¡Ehhh, pero la culpa es tuya! ¿Cómo vas a ponerte a lavar el auto en la puerta?
3- Una chica va caminando por la calle hablando por celular. Pasa un motochorro y se lo roba. Los padres le dicen: ¡Ehhh, pero la culpa es tuya! ¿Cómo vas a hablar por celular en la calle?
4- Un muchacho deja su auto estacionado. Le rompen un cristal y le roban el estereo. Los padres le dicen: ¡Ehhh, pero la culpa es tuya! ¿Cómo vas a dejar el estereo en el auto?
5- Una chica de 20 años va a bailar en minifalda y es violada. La sociedad dice: ¡Ehhh pero la culpa es de ella! ¿Cómo va a ir a bailar en minifalda?
Lamentablemente, en Argentina, tratar de vivir de manera normal, es ser culpable, y además, responsable de la delincuencia. Sin embargo, aquí no terminan las anormalidades.
Dicen que el fútbol es el fiel reflejo de una sociedad. Esto significa, dicho de otra manera, que en promedio, las personas dentro de un estadio de fútbol se comportan como lo hacen habitualmente en la vida.
Argentina es un país netamente futbolero. Tanto que, cuando juega el seleccionado nacional de fútbol, especialmente durante los campeonatos mundiales, no solo se permite tener recesos en los trabajos para "hacerle el aguante a la selección", sino que hasta se permite suspender las clases en los colegios.
Si hay un clásico en el fútbol argentino, es la violencia. ¿Y qué hicieron las autoridades para combatir y solucionar semejante flagelo? Una idea única, maravillosa, fiel al ingenio argentino: se determinó que el público visitante no pueda ir a las canchas. Una vez más, único caso en el mundo, pero con el agravante de que ni si quiera con tan brillante medida se pudo erradicar la violencia de los estadios.
Tal es nuestra irracionalidad, que Argentina es el único país del mundo en el que los jugadores de fútbol salen a la cancha a través de una "manga" para no ser agredidos ni escupidos. Y esto demuestra claramente dos cosas: La primera es que este hecho, por sí mismo, nos describe perfectamente como somos como sociedad. La segunda, como solucionamos los problemas.
Eso sí, como el ingenio argentino no descansa, le encontramos una gran utilidad a la "manga". Enseguida aparecieron patrocinantes que aportan con publicidad esta fantástica idea.
Un párrafo aparte merece la Justicia. La Justicia argentina es, indudablemente, única en el mundo. Obviamente podríamos comenzar diciendo que el nuestro debe ser el único país en el que un grupo de jueces, que se supone deben ser independientes, se autodenominan como "Justicia legítima", y son claramente partidarios de una corriente política; y seguramente debemos ser el único país en el mundo en el que los jueces que se dicen "garantistas" no solo tratan de dar garantías a los delincuentes, sino que además son abolicionistas. O sea, interpretan la Ley según su propio punto de vista.
El caso más reciente es el del Juez Carlos Rossi, quien dejó libre a Sebastián Wagner, acusado de matar a Micaela García.
Por último, no podemos olvidarnos de Eugenio Zaffaroni, quien mientras era Ministro de Suprema Corte de Justicia, era propietario de una decena de propiedades en las que se ejercía la prostitución.
Como dijimos al principio, "dicen que en los pequeños detalles se ven las grandes cosas", y hemos mencionado todos hechos absolutamente reales, únicos en el mundo. Por lo tanto, no es necesario hacer un análisis muy exhaustivo para determinar por que estamos como estamos.