Ficha Técnica / Artística:
Título original: Los Prójimos.
Dramaturgia: Carlos Gorostiza (derechos otorgados por Argentores). Dirección / Adaptación: Nicolás Yannicelli.
Reparto: Tomás Blatt, Alejandro Monetta, Antonella Lagamba, Claudio Sirna, Nela Shagrosky, Martha Tallaguirre.
Género: Comedia Dramática – Voz Over: Mumy de los Ríos.
Producción General: Perspectiva Producciones / Antonio Lagamba.
Arte y Escenografía: Cristian Tito – Fotografía: Edd C Rost.
Vestuario: Antonella Lagamba – Diseño gráfico: Victoriano Pololla.
Fotografía: Edd C Rost – Maquillaje: Mechi L.
Sala: Teatro Porteño, Av. Corrientes 1630 / CABA.
Web: www.teatroportenio.com.ar
Tel: (011) 4372 - 5474 – Día y horario: domingos: 20 hs.
Costo localidades: $ 300 – País: Argentina – Año: 2017 – Duración: 80 min. Fecha de estreno: 04-06-2017.
La pieza literaria “Los Prójimos” escrita en 1965 por Carlos Gorostiza (1920 -2016), fue Premio Nacional de Teatro – 1967. Convertido en otro texto canónico, el dramaturgo de marras formó parte del «nuevo realismo» del teatro argentino. Una escuela donde el autor cree que la realidad se presenta hasta cierto punto equilibrada, lógica, y que puede reflejarse tal como es. El espectador asiste al juego crítico de la burguesía porteña; a su inconsistencia ideológica, y la persistente fascinación de evadir la responsabilidad social. El teatro realista argentino se funda en la creencia de una mirada comprometida, donde lo que allí se expresa tiene una clara función solidaria.
Argumento. Asistimos a una historia minimalista en dos actos: el primero en el espacio-tiempo de 1960; segundo acto, en los 2000. Tiempo presente. En el interior de un departamento de clase media, un montaje de época reúne a Lita (Nela Shagrosky) y Hugo (Alejandro Monetta), dueños de casa. El tercer personaje: Tito. Amigo de Hugo, que los visita cada noche. Completan elenco la vecina Rosa (Martha Tallaguirre), que pide prestado el teléfono; su marido Felipe (Claudio Sirna), un hombre enfermo y taciturno; y la vecina bonita (Antonella Lagamba) a quien envidian y desean. Sus vidas se verán atravesadas por los gritos de una mujer agredida por su pareja. Una súplica proveniente de los pisos inferiores. Este espectáculo es observado desde el balcón por los 6 personajes. Un buen cuento de principio a fin.
La elipsis espacio-tiempo, un logro en la adaptación del director Nicolás Yannicelli, multiplica la resolución del conflicto sin fin: La violencia que se desata afuera y que observan desde el balcón, expone las miserias humanas en doble plano: el individual y el colectivo. Individual, ocurre en un cuarto piso con balcón, donde hay discusiones de tinte político; la supuesta movilidad clasista que trajo el peronismo; sitúa toda posibilidad de agresión en la rivalidad de clases proletarias versus el liberal pequeño burgués que confronta con los sindicatos y sus secuaces. El otro, “el balcón” - verdadero disparador narrativo – donde se escucha el famoso “no te metás argentino”; la apatía, y esa industria del chisme tan caro a la hora de despotricar contra el diferente. ¡Algo habrán hecho! se escucha también.
Los textos trabajan la bondad y el ocio de una pareja convencional y la relación con sus vecinos. Juntos ¡son dinamita! Todo puede ocurrir. Un auténtico delirio de ocurrencias y situaciones disparatadas, donde categorías de razón política y moral se asocian para definir el presente histórico. Una adaptación inteligente – de inicio en 1965, pero a mitad de camino la estética se moderniza a nuestros días –, sin cambiar la esencia de la historia, creando un paralelismo social entre las dos épocas. La paradoja del régisseur Yannicelli se percibe en la platea: La incomunicación ausente en los ‘60 está tan o más presente en los 2000. Este Cambalache siglo XXI donde hay más tecnología de la información (internet, celulares, redes sociales, etc.), concluye en un mundo “observacional” – de fetichismo visual – y no de intervención manifiesta al prójimo.
El perfil psicológico y conductual de cada personaje se siente: compone verdaderos opuestos y de confronto. Clisés y personajes extravagantes que, en algún punto, se identifican con estas posibilidades. Caricaturas risueñas del mediopelo argentino, y la movilidad social. En esta caja de Pandora se observa: una vecina extravagante, excéntrica, dedicada a la industria del chisme dentro del condominio; un matrimonio joven inexperto en la comunicación de pareja y el amor. Lo que se debate en el pensamiento del autor, es la violencia doméstica / intrafamiliar, y su resolución. Desde lo personal y lo colectivo. Tomar partido o no, es una metodología de iniciación histórica.
Para el final, el personaje de Tito, como modelo superador en la construcción de un protagónico entrañable y multiplicador: un solterón empedernido, el pequeño burgués desencantado de los sindicatos o gremios. Les pasa factura a todos. Por su rol de actor gira toda la dramaturgia. Incluso hay un quiebre, un Insight: “necesito de alguien que me cuide”. Por el uso del espacio escénico y el poder de repentización para regalarnos costumbrismo social bien entendido; es la vara para medir la moral secular de una sociedad hipócrita que esconde lo que le asusta, y muestra lo que no tiene. La metodología campo-fuera de campo, como modelo de observación desde el balcón. Un disciplinador en el arte de fisgonear y ocultar las miserias de la condición humana.
La obra es un espejo donde el autor pretende que nos miremos para reflexionar sobre la identidad hacia adentro y hacia el afuera. Dos planos de la misma realidad. ¿El realismo crítico de Gorostiza deja lugar a la esperanza y el cambio? “Siempre encontraremos gente que te que te quiere culpar de sus fracasos, y cada quien tiene lo que se merece” - respondería el genial William Shakespeare.
Concluye el segundo acto y el juego del teatro. Se asocia el emocionante Rendezvous de autor: Un cuadro de personajes en oposición y la metáfora de la incomunicación global. El creador del “Teatro Isabelino” imaginó hace siglos el realismo social y sus contradicciones: “Palabras, palabras, palabras” (Hamlet / Segundo Acto).
La prosa llana y reflexiva de Gorostiza – aggiornada por Nicolás Yannicelli – indaga en la modernidad “hiperconectada” que no escucha. Una pieza sensible y digna sobre el ADN nacional y sus contradicciones.
Puntaje de la obra de teatro: 4 Tribunas
Puntaje actor protagónico: Tomás Blatt 5 Tribunas ¡Excelente!
Referencias:
5 Tribunas: excelente /imperdible
4 Tribunas: muy buena
3 Tribunas: correcta / buena
2 Tribunas: regular
1 Tribunas: mala /pésima
Tribuna de Periodistas dialogó con Tomás Blatt, cuyo protagónico brilla con luz propia en “Los Prójimos”.
–Su personaje de “Tito” como centro del espacio escénico: ¿Cómo lo construye?
–Dicen los maestros que el actor lleva dentro de sí todos los personajes posibles, es cuestión de buscarlos. En el caso de “Tito”, lo encontré en la parte de ese “enano fascista” que llevamos dentro. Lo busqué y construí también desde el exterior, desde el lugar en que vi en muchos de nosotros, lo vivido y escuchado en mi juventud salió. Por otra parte tomé la soledad de “Tito”, que va todas las noches a charlar con su gran amigo Hugo, para no sentirla tanto. La comparé con la vida “protegida” de Felipe, lo cual me ayuda a alimentar toda esa reacción y casi odio que depositara en él. “Tito” es soledad, insatisfacción y falta total de empatía: si no me quieren –quizás porque yo no me dejo –entonces tampoco querré. Si es el nexo, es porque va diciendo y sacando afuera lo que muchos de ellos piensan en realidad y dado su falta de filtros lo dice y permite que los otros se plieguen o no, caso la vecina. Que los otros tomen partido por una posición u otra. Es casi la contra conciencia de la vecina.
–El segundo acto –de aggiornamiento de Nicolás Yannicelli –es superador al primero. Por emoción, dinámica grupal, y contradicciones de lo jugado. ¿Cómo lo observa?
–El acto 2 puede que sea visto como superador, pero no creo que sea por el aggiornamiento (más allá que esta vuelta de tuerca es magistral para llevarnos a la conclusión). La superación me parece viene ya del texto de Gorostiza. En el acto dos todos muestran sus cartas, si es que aún faltaba hacerlo. Evaden responsabilidades habiendo tomado una supuesta decisión, se agrupan en su miseria, destilan lo que son. “Tito” parecería mostrar algún atisbo de empatía, pero es sólo para ser parte y no ser ayuda y terminar así tomando con total naturalidad lo que sucedió.
–En la conclusión del relato, el lugar de encuentro autor–público, y el cuadro final: ¿Las contradicciones sociales de los ‘60 vuelven en los 2000?
–Claramente es la cachetada final que nos dan el autor desde texto y director desde puesta. Los ‘60 y los 2000 son iguales, la esencia no cambió… (Ni cambiará cuando seamos muchos más en el 3000, me animo a decir). Diría que sí, la incomunicación, el dar la espalda, “el no te metás” persisten. Más allá de la toma de conciencia mucho mayor hoy en día por algunos temas, desde ya por la violencia de género y los derechos humanos en general, parecería que Gorostiza nos dice que todo lo negativo aún está y estará presente. Es innato del ser humano. Incluso puede convivir con el amor, la amistad, el compañerismo o los sentimientos maternales.
Gustavo Contarelli
Una obra de teatro digna de ver. El realismo de Gorostiza como el de Tito Cossa y toda su generación dio muestras del talento literario de u a época que se fue.