Una oleada de optimismo recorre los despachos oficiales porque finalmente aparecieron los "brotes verdes", con una economía que crece al 4 por ciento anual.
Esto lleva a algunos funcionarios a arriesgar —no sin una gran dosis de audacia— que el Producto Bruto terminará el 2017 subiendo a un ritmo del 5 por ciento anualizado.
Pero varios nubarrones políticos siguen causando preocupación en lo más alto del poder.
La semana arrancó con una movilización de la CGT dominada por los gremios del transporte, y en especial por los Moyano, quienes parecen incómodos por distintos frentes que se les van abriendo.
El más incierto sería la decisión del jefe de La AFIP, Alberto Abad, de ratificar su reclamo a la empresa de correos OCA —manejada por el moyanismo— de una deuda de $ 1.700 millones por impuestos retenidos y no rendidos.
El portal Infobae reveló un duro llamado de Hugo Moyano a la Casa Rosada: "Macri, nos están cagando", le habría dicho el jefe camionero al presidente.
Es que Moyano está furioso por la decisión del presidente de robustecer el Correo Argentino y, tal vez, cortar de cuajo sus negocios en OCA, que atraviesa una crisis muy severa.
Es vox populi en el mercado postal que Moyano es el dueño de OCA en las sombras, y que también adquirió varios centros médicos para reconvertirlos en beneficio de la obra social de Camioneros, entre otros negocios que abarcan rubros varios, incluso en el fútbol.
Pero no es el único frente que complica al ex todopoderoso clan que gobernó sin fisuras la CGT durante buena parte del kirchnerismo y se convirtió muchas veces en su fuerza de choque.
Enterados de que el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, parece decidido a ir a fondo con la recuperación de los trenes de carga, el clan Moyano (Hugo, Pablo y Facundo), puso el grito en el cielo porque les quitaría buena parte del negocio del costoso transporte de carga vía terrestre.
Transportar granos desde el campo a los puertos representa una fuerte pérdida de competitividad para el sector agroindustrial.
Es que el flete camionero argentino es 76% más caro que el brasileño y 70% superior al estadounidense, según un reporte elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario.
Una de las principales razones es que los camioneros locales no tienen la competencia del ferrocarril, desmantelado durante el menemismo y, sugestivamente, nunca recuperado durante el kirchnerismo, que tejió una relación estrecha con Moyano de casi una década.
"Costo argentino" es la frase que sale de la boca de cada uno de los empresarios consultados sobre este desequilibrio.
Ese "costo" también existía en la Aduana, donde fuentes del sector empresarial aseguran que llegó a estar tarifada la liberación de containers, algo que fue posible gracias a la aplicación de las oscuras DJAIS, manejadas a discreción por Guillermo Moreno —le fue muy mal en las PASO y se quedó afuera— y Ricardo Echegaray, el ex todopoderoso jefe de la AFIP que hoy mantiene un llamativo silencio.
El ex carapintada Juan José Gómez Centurión llegó a la Aduana e intentó, como pudo, desmantelar el sistema de corrupción, hasta que su salud le jugó una mala pasada.
Ya repuesto, dicen que Gómez Centurión, con el respaldo absoluto de Macri, irá en serio "por todo" para terminar con los circuitos corruptos heredados de la administración anterior.
Una prueba es la detención del cuñado de Julio De Vido, Claudio "Mono" Minnicelli, prófugo de la Justicia durante casi un año hasta que la oferta de una fuerte recompensa hizo que lo delataran y fuese puesto tras las rejas.
A Minnicelli se lo menciona como jefe de la denominada "Mafia de los containers", y debería dar muchas explicaciones si la Justicia se animara a ir a fondo con el interrogatorio.
La protesta sindical
Horas después de que habían terminado los desmanes en la marcha del martes 22A, Macri echó a Luis Scervino, a cargo de manejar los millonarios fondos de las obras sociales, y a Ezequiel Sabor, el secretario de Empleo.
Ambos respondían al interminable José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), uno de los más críticos en el palco montado por los sindicatos en la Plaza de Mayo.
La jugada no termina ahí: el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, fue designado por Macri para manejar el día a día del Correo Argentino, que queda a cargo de Gustavo Papini, un contador que aterriza con la misión de darle un salto de calidad a esa compañía estatal estatizada por Kirchner.
Es un duro golpe para Moyano, que verá cómo su controlada OCA empezará a tener una competencia que puede terminar liquidándola, lo cual genera mucha preocupación en sus 7.000 empleados, 5.200 de los cuales están afiliados a Camioneros.
¿Semejante afrenta terminará reconciliando a Moyano con Cristina Fernández, quien hasta ahora nunca le perdono haber alterado a su marido durante la dura conversación telefónica mantenida la noche previa a su muerte? ¿Será Pablo Moyano el interlocutor con la expresidenta si, como se espera, termina al frente de la CGT? El tiempo dirá, aunque a Macri parece importarle cada vez menos lo que piensan esos caciques sindicales, porque considera que "atrasan 50 años" y que sus protestas son una "pérdida de tiempo justo ahora que se recupera el empleo".
La mafia va en serio
Mientras estos conflictos afloran, el ataque contra el Ministerio de Seguridad bonaerense demostró que el Gobierno de María Eugenia Vidal está poniendo los dedos en varias llagas.
El incendio de dos vehículos en el playón de estacionamiento del Ministerio de Seguridad y el ataque a pedradas a la Gobernación terminó costándole el cargo al ya cuestionado comisario Héctor Valentín Puente, jefe de la Superintendencia de Inteligencia Criminal de la Bonaerense.
El ministro Cristian Ritondo —uno de cuyos colaboradores está desaparecido desde la semana pasada— dijo que hay grupos que hacen de la violencia un "culto", y prometió ir a fondo para hallar a los responsables de los ataques.
La protesta que terminó con pedradas a la Casa de Gobierno bonaerense fue para exigir la aparición de Santiago Maldonado, el joven artesano de quien nada se sabe desde el primero de agosto último, cuando habría acompañado en Chubut una protesta de los mapuches por sus tierras que fue reprimida por gendarmes.
Ritondo juega a todo o nada. Sabe que si logra domar décadas de corrupción en la Bonaerense tiene destino de gobernador provincial.
El crecimiento de grupos filo-anarquistas —tuvieron su más reciente bautismo de pedradas durante una marcha nocturna al Congreso de la Nación— empezó a llamar la atención entre las fuerzas de seguridad.
Algunos sectores del Gobierno sospechan que podrían terminar siendo funcionales a mezquinos dirigentes de la oposición esperanzados en que una tragedia termine catapultando una crisis en la administración macrista.