El diario El País de Uruguay es el más importante del país vecino. Quienes quieren saber qué ocurre suelen leer sus páginas cada día.
Uno de los espacios más participativos es “Ecos”, donde columnistas dejan sus opiniones. Allí se pudo ver en las últimas horas la columna del argentino Carlos Augusto Bottino, describiendo a Víctor Hugo Morales de manera impecable. Imperdible:
Al verse acorralado por sus propias mentiras, el fiscal Nisman decidió terminar con su vida”, dijo en aquella ocasión Víctor Hugo Morales, y bastan tan pocas palabras en tan aciagos momentos, para demostrar su grado de inescrupulosidad. Tienen similar virulencia a las que pronunciara cuando su nombramiento, contra el Papa Francisco, y luego trocara por cálidos elogios, consecuente con el humor cambiante del gobierno K, del que habiendo sido ácido crítico, cambiara súbita y sugestivamente su discurso por edulcorante apología. Eran otros tiempos. Otros gobiernos.
Otra Justicia...
Ahora quedó sorprendido por el procedimiento judicial en su domicilio, que calificó de “atraco”, en el marco de una causa que lo enfrenta con Cablevisión, por la deuda por la transmisión ilegal del partido de fútbol por la Copa Intercontinental entre Boca y Real Madrid del año 2000, con condena firme de la Corte Suprema, por no haber pagado sus correspondientes derechos, pese a contar con recursos millonarios.
La Justicia dispuso el allanamiento de su domicilio y secuestro de cuadros muy valiosos de Castagnino y Alonso, y otros bienes suntuosos, como lo prevé el Código Procesal, tras procurar previamente el periodista incurrir en insolvencia, realizando todo tipo de maniobras fraudulentas y cambiando la titularidad de bienes patrimoniales a su nombre para evitar embargos. Y por si fuera poco, según el estudio jurídico patrocinante de Cablevisión, y aún habiéndose jactado de ser el locutor mejor pago del país, acordara que los contratos laborales que mantenía entonces con distintos medios, figuraran con montos falsos menores a los reales, a fin de atenuar su consecuente embargo.
Una joya de periodista el oriental que no honra la tradición de nuestros queribles hermanos uruguayos.
No todos los periodistas que más se venden, son los que más se escuchan.